R.E.M. editó el flamante Collapse Into Now, decimoquinto disco de estudio, donde parecen haber recuperado la memoria. Efectivamente, es el álbum más sólido, compacto y variado en mucho tiempo.

Por Matías Roveta

Cuando casi promediando el disco Michael Stipe dice “después de lo que hice hoy, me he ganado mi libertad”, en la letra de “It Happened Today”, solo debemos creerle y afirmar -sin recurrir a las tediosas frases del tipo “el mejor disco desde…” que Collapse Into Now es el mejor álbum de R.E.M. en mucho tiempo.

Para su aventura de estudio número quince, R.E.M., consolidado en el tiempo como trío, vuelve a contar con Bill Rieflin en batería, haciéndose cargo del instrumento que dejó huérfano Bell Berry en 1998. El disco lo produjo la banda, nuevamente junto a Jacknife Lee, quien trabaja junto a ellos desde Accelerate (2008), y fue grabado entre noviembre de 2009 y gran parte de 2010 en tres estudios de grabación distintos: el Hansa Tonstudio de Berlín, el Blackbird Studios de Nashville y el Music Shed de New Orleans. Esto que podría leerse como dispersión, se traduce en una de las mejores cualidades de Collapse Into Now: es también uno de los discos más expansivos de la banda. Variando siempre dentro de un sonido inconfundible, en él hay desde buenas baladas, mid tempos y potentes rocks de guitarras, hasta folk y punk. Es un álbum con más pausas, más matices, con más de esas seductoras y sentimentales canciones típicamente R.E.M, a diferencia de la agresividad del antecesor Accelerate (2008). Pero hay otra cosa que nunca cambia, algo que se mantiene inalterable: la increíble voz visceral y misteriosa de Michael Stipe, un cantante aparentemente dotado de especiales poderes, solo asemejable a la figura del chamán. Junto al pulso de psicodelia folk de la guitarra de Peter Buck, siguen conformando la escencia de la banda.

El disco abre con “Discoverer”, un excelente arranque que parece estar invitando a algo grande. Las guitarras de Buck dominan la cuestión con intersecciones entre un riff hipnótico, circular, y otro más hímnico. “All The Best” es un hard rock acelerado, en plena sintonía con “Supernatural Superserious” de Accelerate (2008), o con clásicos como “What’s the Frequency, Kenneth?”. A partir de “Uberlin”, el disco baja algunos cambios y es guiado por una especie de mantra melódico, más a medio tiempo. Una letra de Stipe que describe a Berlín como una metrópolis envuelta en ruinas, reluce el costado humanista de R.E.M., a tono con los arreglos acústicos de Peter Buck. El mismo pulso acústico se repite en “Oh My Heart”, donde se suma una mandolina (imposible olvidar “Losing My Religion”) y el suave quejido de un acordeón, para conformar un clima triste a través de una canción triunfal y profunda (“la tormenta no me mató y el gobierno cambió”, reza la letra), con tintes de música étnica.

La mencionada “It Happened Today” es un folk rock luminoso y feliz, con la participación en voces y coros del germano-canadiense Joel Gibb, cantate de The Hidden Cameras, y de Eddie Vedder, que se acerca más al solista Into The Wild (2007) que al trabajo como líder de Pearl Jam. El punk rock, otro de los focos de influencia para R.E.M., gracias al cual conformaron ese sonido que revolucionó la escena del rock alternativo a principios de los 80’, está presente en “Mike Smell Like Honey”, con un estribillo de estadios, y en “That Someone is You”. Más que estrellas de lujo en un disco de virtuosos, los invitados se acercan más a la figura de amigos de siempre. Por eso no extraña la presencia de Eddie Vedder, ni la de Patti Smith. De hecho, la canción “Alligator Aviator Autopilot Antimatter” es una gema de proto-punk que homenajea al Patti Smith Group, con un tremendo solo del guitarrista original de esa banda, Lenny Kayne, y la voz de la cantautora canadiense de electroclash, Peaches, acompañando la de Stipe.

“Walk It Back” se trata de una de las típicas canciones que esta banda puede ofrecer, lo cual es un elogio, ya que, lejos de repetir viejas fórmulas, hay pocos como Stipe y compañía en el arte de componer buenas baladas. Sin excesos de sentimentalismo, “Walk It Back” (“Caminar de nuevo”) parece resumir buena parte del espíritu del disco, ofreciendo los signos de madurez de una banda siempre tomada en serio, con más de 30 años de trayectoria: “el tiempo no se puede revivir (…) algo tiene que cambiar”, dice con dignidad Michael Stipe en la letra. Pero si de baladas hablamos, allí está “Blue”, la canción que comparten con Patti; entre sombría y triste, recuerda bastante a “E-Bow The Letter”, del disco New Adventures in Hi-Fi (1996). Nuevamente con las guitarras de Lenny Kayne y el farfulleo penetrante de Michael Stipe, cierra el álbum luego de un corte donde se retoma el riff original de “Discoverer”, tema con el cual abría el disco. Todo sirve para entender que, en la vida de una banda, más allá del éxito abrumador de tiempos lejanos, todo puede volver a comenzar.

Az Recomienda: “Discoverer”, “Walk It Back” y “Blue”.