Tobogán Andaluz dijo hasta pronto en la despedida de Facu con un show enérgico, a puro pogo en La Cigale acompañados por Mi Amigo Invencible.

Por Pablo Díaz Marenghi
Fotos de Jesica Giacobbe

La noticia circulaba hace tiempo por redes sociales. Facu, voz y principal compositor de Tobogán Andaluz, se iría a España a probar suerte y le diría adiós a la banda al menos por un tiempo. La despedida tenía lugar y fecha: sábado 13 de septiembre en La Cigale con dos invitados de lujo: los mendocinos de Mi Amigo Invencible y los platenses de Valentín y Los Volcanes –quienes finalmente no se presentaron debido a un accidente sufrido por su baterista. A pesar de la lluvia torrencial e incesante, los adeptos andaluces se acercaron al bar ubicado en el Microcentro para refugiarse bajo el prisma del rock pop psicodélico y descontracturado propuesto por Tobogán y prologado por las melodías cuyanas y folk rockeras de MAI.

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EL hielo se rompió con los MAI a pura potencia. Transpirados y desencajados desplegaron versiones más rápidas y potentes de clásicos como “Esta casa” o “Hacernos extraños” –con Facu como invitado- ya coreados por gran parte de la asistencia. Su propuesta sonora suele combinar armonías en formato canción con punteos de guitarra y percusiones –desde bongoes hasta un bombo. Un cóctel de sonidos, timbres y ritmos que confluyen en una de las propuestas más polisémicas de la escena. Una banda en crecimiento que ya se encuentra trabajando en La danza de los principiantes, el sucesor de La Nostalgia Soundsystem (2013) y que preparó el terreno de manera acorde para la locura lisérgica propuesta por Tobogán Andaluz. “Me cuidé tanto” y “Los Pájaros” cerraron un show breve pero intenso  de los MAI con Di Cesare en la batería y Mariano Castro danzando -maracas en mano- como orquestando el ritual que se condensaría a puro arpegio electrofolklórico, emotivo e inclasificable.

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De chupines negros y camisa, Facu Tobogán se ubica a la derecha del escenario con su guitarra eléctrica y se dispone a iniciar el –por el momento- último show de la banda. El público grita, salta, vocifera y pide “Facu no te vayas” mientras su viola comienza esos acordes veloces, intermitentes, tan típicos del sonido Andaluz. “Seis de la mañana”, de su último disco, inicia el setlist y origina algo que se convertirá en recurrente: pogo furioso, mosh en la reducida Cigale; agite y brazos en alto para despedir a Facu. Señales de una ausencia que se haría notar. “Siempre sueño las mismas cosas” y “Canción de navidad” encabezaron los ya clásicos de su segundo disco, Viaje de Luz (2012), y encendieron la mecha de un pogo explosivo, con fanáticos haciendo mosh y agitando las piernas y brazos como despidiendo a su ídolo que los saludaba a pura guitarra frenética y distorsión.

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Hubo tiempo para invitar a los MAI a cantar “Canción de Navidad” y a Mariano Di Cesare, voz de MAI, en solitario para “Orión el Cazador”; canción del último disco de Tobogán. Ambas voces confluyeron en tonos oníricos y cuasi espaciales mientras el auditorio danzaba y se dejaba llevar por el viaje propuesto por los músicos. Facu agradecía y tocaba su guitarra con rabia punk. Pasaba de “Tesoro en la avenida” a “Conney Island” con la misma facilidad afiebrada, vertiginosa e incesante. Un gran pogo unificado coronaba un cuadro que describía de manera acorde el contrato de lectura propuesto por Tobogán: despreocupación preocupada; prolijidad emotiva antes que sonora, entrega y corazón por encima de una pulcritud musical. Emociones violentas que se viven con el cuerpo y se expresan de manera visceral a escasos metros de la banda –incluso muchos se subieron al escenario a cantar con Facu y el resto del grupo.

Una versión furibunda de “Lo que más quiero” con los pies de micrófono temblando y la guitarra de Facu agitándose, emulaba un CBGB versión porteña. Denotaba la trascendencia de Tobogán dentro de la nueva escena independiente y evidenciaba que su huella, indeleble en el público, sería difícil de olvidar. El ya clásico “solo te pido que se vuelvan a juntar” se percibía en el ambiente mientras las últimas colillas eran pisadas por las suelas ya secas. La lluvia ya no importaba. El ansia rockera y juvenil fue saciada.//z

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