Con metáforas meteorológicas y un potente sonido rockero, el Indio Solari ofrece su particular visión del Mundo en El Perfume de la Tempestad, su tercer disco solista.

Por Matías Roveta

“Es el viaje de Porco Rex a la tormenta”, dice Carlos el Indio Solari acerca de El Perfume de la Tempestad, su tercer disco solista. Hay una relación de continuidad entre éste nuevo álbum y sus antecesores. Podríamos decir que Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado encontraron un estilo definitivo, que funciona como síntesis de los dos trabajos anteriores: un sonido de rock clásico, donde las brillantes guitarras de Gaspar Benegas y Baltasar Comotto dominan la cuestión (algo iniciado en Porco Rex de 2007), la meticulosidad compositiva (casi obsesiva) de El Tesoro de los Inocentes (2004), y un fino trabajo en las texturas de las canciones, ese espacio que incluye armonías densas, donde conviven arreglos de cuerdas, brasses y vientos, giros hip-hoperos y tintes de música oriental que nos recuerdan ciertos pasajes del ricotero Oktubre (1986).

Solari, quien se presenta como “Caballo loco”, responsable de teclados, ruidos y voces, también encontró un equipo de trabajo: dos guitar heroes soberbios, distintos en su idiosincracia (Baltasar más solero, Gaspar más para sostener la canción), Martín Carrizo como ingeniero, Hernán Aramberri como técnico, baterista y co-productor junto al Indio, y un Marcelo Torres tremendo frente al bajo.

Si bien no se trata de un álbum conceptual, se acerca bastante a ello. Los temas están acompañados por imágenes (manipuladas y diseñadas por mismo el Indio) que ayudan a graficar la idea del álbum: personas distraídas en sus cosas, inocentes, que desconocen el peligro de una oscura e inminente tormenta. Esta idea de algo oculto y desconocido se desarrolla a lo largo de las canciones y remite a interesantes conclusiones políticas. Según el Indio, existe una suerte de poder superior que incluye a gobiernos “locos de gran intensidad, por las verdades que ocultan…”, como dice la letra con clima de catástrofe humana en “¡Todos a los botes!”. Otros “nos quieren pacientes” y pierden el control en manos de corporaciones. Los medios masivos se convierten en intermediarios que manipulan verdades, para que, por detrás, tengan lugar actos de corrupción, matanzas criminales y trapisondas varias: “Van a atentar (¡Dios lo permite!)”, “van a entretener en Satelital” (“Satelital”). El que se representa es un poder sucio y despiadado, bien concreto: “Hay un ladrón en esa cruz, actúa en la eternidad”, descarga la letra de la escéptica y genial “No es Dios todo lo que reluce”. La Iglesia es también culpable de construir ese velo “que quita vida y da ilusión” (“Una rata muerta entre los Geranios”), en un mundo caótico, fatal y polarizado, con paraísos para unos e infiernos para otros, de ciudadanos estandarizados y pasivos como “Robots dormidos (en sueños de pescado)“(“ZZZZZZZ”). Ufff.

Un caldo fiero, como vemos, dolorosamente creíble y brillantemente descripto, construido sobre la base de dramas musicales, donde la voz del Indio suena quejumbrosa, amenazada. Otras veces, con intacto poder melódico, ofrece pasajes de luminosidad, como en el emotivo mid tempo “Ceremonia durante la Tormenta”, con su tono paternal para prevenir tentaciones frívolas. “Vino Mariani” es un rock and roll (con seguridad futuro himno de estadio) que atenta contra el circo del rock y la cultura de los awards. Existe también toda una serie de personajes que pueblan el imaginario del álbum. En esa fauna, están los despreciables (“El tábano en la oreja”) y los queribles, como el delincuente marginal de la festiva “Torito es muerto”. Pero más allá de esos momentos licenciosos, el mensaje pareciera ser siempre el mismo. Hasta en las canciones de amor -el rock bravo y gustoso de “Chante Noire” y la sentida “Black Russian”- se intuye que las cosas no andan bien.

Una vez más, un disco del Indio se convierte en cruenta narración del estado actual de las cosas. Todo teñido de negro, ácido y sagaz, con una banda sonora emocionante. Se trata de la visión de este Mundo, en código moral y bajo una aguda lupa, de un viejo sabio que sigue insistiendo con la cercanía (cada vez más próxima) del colapso del Sistema. Feroz en su descargo y doctrinal en su mensaje concientizador, este disco también abre interrogantes, dándole otras significaciones a la propia noción de “tormenta” desplegada en el álbum: quizás, antes que sea demasiado tarde y con algo de esperanza, el Indio intenta recordarnos lo esencial de todo, brindándonos su propia versión del “All you need is love”: “Poderoso Dios de amor, ¡envía la tormenta ya!”. Esperemos pacientes…

Az Recomienda: “Ceremonia durante la Tormenta”, “No es Dios todo lo que reluce” y “Vino Mariani”.