Television tocó por primera vez en Argentina y ofreció un show inolvidable a la altura de su leyenda: solos de guitarra inspirados y el legado inoxidable de Marquee Moon.

Por Matías Roveta
Fotos de Candela Gallo

Marquee Moon, el disco debut de la banda neoyorquina Television, es una obra indestructible. Lanzado en 1977, parece no acusar el paso del tiempo. Ni el cambio de paradigmas musicales dentro de la cultura rock a lo largo de las décadas, ni la ausencia total de potenciales hits radiales contenidos en su tracklist o, directamente, la inexistencia total de campañas de marketing para promocionarlo, pudieron erosionar su aura eterna de disco influyente y fundamental. Entre otras cosas, porque siempre sonará moderno: los complejos e irresistibles entrelazamientos entre las guitarras de Tom Verlaine y Richard Lloyd (hoy remplazado por Jimmy Rip) rompieron con todos los moldes hasta ese momento y dejaron en claro todo lo que todavía podía hacerse con un par de Fenders Stratocaster. Por eso observar en vivo “Marquee Moon”, el clásico con el que Television cerró su show debut en Argentina en el Teatro Vorterix el martes pasado, fue todo lo emocionante que podía esperarse y hasta tuvo un clima como de revelación mística: el maestro que finalmente le enseña el truco a sus feligreses. Los músicos presentes, tan diversos y de generaciones tan distintas (desde Skay, Walas o Ariel Minimal, hasta Santiago Motorizado, Barbie Recanati y Richard Coleman), pueden dar fe.

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El arranque fue con un golpe certero y emotivo: “Prove It” y el primer gran solo de Verlaine durante la noche, con ese inconfundible sonido que Patti Smith alguna vez definió como de “miles de pájaros azules cantando”. Luego, como para demostrar que también hubo vida después de Marquee Moon, tocaron “1880 Or So”, del disco Television (1992), y dos de Adventure (1978): la floydiana “The Fire”, con Rip luciéndose en el slide, y la muy stoniana “Glory”, dos perlas de ese gran álbum que fue un tanto subestimado y perdió en la comparación por el hecho de ser lanzado luego de una obra maestra. Por su parte, “Little Johnny Jewel” -el primer sencillo de la banda, grabado en 1975- fue la confirmación de que la música de Television es inclasificable: cuando el patrón musical en New York a mediados de los ’70 era el rock visceral y minimalista de los Ramones, esta banda se sumergía en las aguas de la experimentación vanguardista de The Velvet Underground.

A partir de allí, el show pareció entrar en una meseta, sobre todo desde de la decisión de la banda de presentar temas nuevos en seguidilla. Primero fue la extraña “Choppy Chunga”, con Rip haciendo coros a lo Tom Waits y arengando al público en el estribillo. Luego, fue el turno de “Persia”, una canción que desde hace años es fija en los conciertos de la banda y que en su título encierra pistas para entender su sonido: rock casi instrumental cruzado con la música de Medio Oriente. En ese pasaje del show (que se cerró con “The Drag”, otro estreno) el público igualmente pareció disfrutar más allá de los temas desconocidos. Esto fue posible, fundamentalmente, a que se vio a un Tom Verlaine realmente inspirado: sus profundos fraseos con la viola verdaderamente hipnotizaron e invitaron al viaje musical; fue una clase maestra de cómo tocar la guitarra que permitió que todos los presentes no repararan tanto en el deterioro lógico de su voz, por momentos intermitente.

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“Venus” llegó rápidamente para calentar otra vez motores y saciar el ansia de todos los que pedían más canciones de Marquee Moon. El recuerdo nostálgico de las miles de escuchas individuales, sumado a una demoledora versión en vivo de ese clásico, generaron una verdadera ovación del público al final del tema. Jimmy Rip, que le sonreía a un Verlaine sorprendido por la respuesta de la gente, se lució como guitarrista rítmico a lo largo de la canción: siendo un gran virtuoso del blues decidió, no obstante, respetar el legado y tocar cada arreglo y detalle igual a lo registrado por Richard Lloyd en el disco. Sin dar respiro, y mientras la gente seguía aplaudiendo, engancharon otro tema nuevo, “The Sea”, con una onda blusera y oscura que sirvió de aperitivo para el verdadero plato fuerte de la noche.

Y si lo de “Venus” había sido fuerte, con “Marquee Moon” todo fue alegría generalizada, incluso para la banda que realmente pareció disfrutar con una versión consagratoria y que tuvo a la dupla Verlaine-Rip trenzada en esos característicos diálogos de guitarra de ese himno clásico de Television. Pero a no equivocarse: acá no se trata únicamente de dos guitarristas. Y, como dijo alguna vez Keith Richards sobre el rol de los miembros en una banda, un solo puede tocarlo cualquiera, lo difícil es mantener el ritmo. Y en ese rubro Fred Smith, con su bajo, y Billy Fica, con su batería, dan cátedra: solo ellos son capaces de sostener la base de la canción mientras Verlaine toca ese tremendo solo de cuatro minutos al final de “Marquee Moon”.

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Dejaron para el final como único bis a “Pychotic Reaction”, un cover del clásico de 1965 de la banda de garage rock Count Five y se despidieron de un público extasiado que pidió durante media hora por una canción más. A esa altura, y mientras Verlaine se retiraba luego de apagar sus amplificadores, se podía sospechar como sensación general la idea de que apenas tres canciones de Marquee Moon fueron poco. En realidad, y a juzgar por las caras de felicidad de esos miles que durante años escucharon ese disco icónico y nunca imaginaron ver en vivo a sus creadores, fue demasiado.//z