El viernes pasado en el G104 se celebró el Turdera Fest, una noche a puro rock con Valentín y los Volcanes, Los Sub, La Patrulla Espacial y Mejor Actor de Reparto. Apuntes de una fiesta interminable.

Por Alejo Vivacqua

Fotos por Nicolás López

Pasadas las cinco de la mañana, y contra todas las apuestas, todavía quedaba en pie el galpón de la calle Gascón en donde cuatro de las mejores bandas de la nueva escena independiente habían dejado todo arriba del escenario. Con el último acorde de La Patrulla Espacial se fue también un show a todo volumen en el que los platenses repasaron canciones de sus dos discos sumadas a una versión muy personal de “Divina TV Führer”. ¿La Patrulla hace blues? ¿Es rocanrol, es psicodelia? Es todo eso y algo más que por suerte no conocemos. Dicen que se lo vio a Pappo rompiéndose las palmas en el aplauso final, dando las gracias por tan sincero homenaje.

La noche había arrancado con Mejor Actor de Reparto, en lo que fue una clase intensiva de cómo hacer sonar un par de guitarras. El papel de frontman le va a la perfección a Mauro Duek: habla con el público, gesticula, salta y le pone garra junto a esta banda que promete mucho después de su primer disco homónimo y que tiene esa canción tan linda que es “Hush”.

Y qué decir de Los Sub o Valentín y los Volcanes sin caer en repeticiones. ¿Alguien dijo y recalcó que hay que verlos en vivo como sea? A los primeros les alcanzó un rato para mostrar ese pedazo de disco que es “Confía” y que tantas alegrías nos dio el año pasado. Las pedaleras que usan estos pibes en los shows deberían ser declaradas patrimonio cultural. Pasaron, entre los revoleos de guitarra de su cantante José, “Todo lo que quiero en este momento oh”, “La historia de nuestras vidas” y “No tengas miedo”, temazos que cualquier banda quisiera haber compuesto en su rato de lucidez.

Y Valentín y los Volcanes como símbolo y resumen de la noche. ¿Seguro que son cinco en la banda? Desde abajo del escenario suenan como cientos cuando hacen “Rayos del Verano” o “100000 de reflejos” y la gente baila y corea y pide otra y aparece “Los chicos de Orense” y aplauso clap clap clap hasta el final.

Esta vez fue el G104 pero pudo haber sido otro de los tantos puntos de la ciudad en donde se sigue celebrando la escena que tan feliz hace a los que, arriba o abajo, se sienten parte de ella. Otra noche mágica en la ciudad de Buenos Aires. ¿Alguien ya dijo eso?