Cinco días le bastan a Ruben Östlund para que una familia tipo se venga abajo, avalancha mediante, en Force Majeure, su cuarto largo.

Por Martín Escribano

Posar para la foto. Eso es lo que hacen papá Tomas y mamá Ebba ni bien arranca Force Majeure. Vera y Harry, sus hijos, acompañan como es debido. La familia es perfecta, el hotel cinco estrellas donde se albergan, también. El centro de ski funciona como un relojito. Da gusto bajar la ladera de la montaña deslizandosé sobre la nieve sobria, reluciente y domesticada. ¡Qué placer sentir el viento en la cara! ¡Y qué bien se ven los Alpes franceses desde la aerosilla!

Además del paisaje y quienes lo disfrutan, el director Ruben Östlund se encarga de revelar las maquinarias que contienen las fuerzas de la naturaleza para que los huéspedes puedan recrearse sin preocupaciones en el lujoso complejo. Tampoco oculta a los empleados de limpieza, tan molestos como necesarios en el mantenimiento del congelado Edén.

Y si durante el primer día (de los cinco que duran las vacaciones de papá) se podía anticipar el advenimiento de la tragedia (en el paisaje y el aislamiento hay algo de la atmósfera del Overlook Hotel de El resplandor), en el segundo se produce la debacle que llega a la hora de comer. Una avalancha, controlada dirán algunos, se inicia en una de las montañas lindantes a la terraza del restaurant y todos la filman teléfono en mano hasta que caen en la cuenta de que serán arrasados por el níveo alud. A partir de aquí el cuadro (esa foto del comienzo), se fractura. La unidad familiar ya no es tal, el orden se altera, los niños lloran, se despeinan; los padres gritan, moquean, sudan.

Como una grieta que se abre progresivamente, la avalancha, de pronto, será interna y en los días siguientes se desplegará la tormenta que sucede a la calma.

Además de las implacables actuaciones de Johannes Bah Kuhnke y Lisa Loven Kongsli en el papel de los padres, el cuarto largo de Ruben Östlund se nutre de la fotografía impecable de Fredrik Wenzel. Cuenta, también, con la figura de Kristofer Hivju (el salvaje Tormund de Game of Thrones) como un amigo de la pareja que recibirá los sacudones de la hecatombe matrimonial y una breve aparición de Brady Corbet (en uno de los pocos papeles en los que no hace de psicópata).

Ganadora del premio del jurado en la sección Un Certain Regard del Festival de Cannes de este año, Force Majeure es la película elegida por Suecia para competir por el Oscar a la mejor película extranjera.

La caída de la figura del padre, los hijos como monstruos que dominan a sus progenitores, la primacía de los objetos por sobre las relaciones humanas, el discreto (des)encanto de la burguesía… todos temas abordados desde un humor tan negro como blanca es la nieve que lo rodea.

Decir que Force Majeure contiene algunas de las escenas más incómodas y provocativas del año es poco. Quizás sea más justo definirla como un frío tratado de la desesperación.//z

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