Vigilante Margarita, un trío de mujeres, presenta su disco debut homónimo, en el que las canciones son llevadas al espacio a través de elaborados efectos.

Por Agustín Argento

No es extraño ver una banda cuyos integrantes sean todos mujeres; pero sí llama la atención que esta banda deje de lado la postura feminista y se adentre en los efectos, el noise y gire alrededor de la música concreta.

El homónimo disco debut de Vigilante Margarita cuenta con todos esos elementos. Una mezcla del Radiohead de Kid A y Amnesiac, con ritmos más latinos, como ser el tango o la bossa-nova. Decir esto, si se escucha el álbum, suena un tanto simplista; en ningún momento pareciera que se escucha al quinteto de Oxford, como tampoco sobresalen las percusiones.

Raro también es que los temas más pegadizos sean los últimos, al revés de lo que cualquier producción obliga. Por ello, uno se ve obligado a empezar por el final: “Pirañas” y “Freezer” deberían ser, sin ningún lugar a dudas, los hits de este disco. Pianos que hacen duelo con el punteo de la guitarra y baterías de jazz moderno dejan, como si se les escapara, algo de funk en el aire; esa es la impronta de “Freezer”. “Pirañas” empieza con una guitarra distorsionada con acordes a lo AC/DC, pero a no dejarse engañar: en cuanto arranca, la canción suena como una actualización de lo que Los Brujos abandonaron en los 90.

Coros agudos, femeninos; a veces estridentes, hacen intuir que las integrantes del grupo no piensan en sus voces como el fuerte de la banda, sino tan sólo como un acompañamiento a los instrumentos. Sumado a ello, las canciones carecen de letras y, las que sí tienen, no dejan un mensaje concreto; por lo menos, en una simple escucha.

La banda está formada por Guillermina Etkin en voz, piano, casiotone y citarina; Cecilia Lopez en voz, sintetizador y guitarra eléctrica; y Cecilia Grammatico en batería y samplers. El disco, una producción independiente, fue presentado en noviembre de 2013 y grabado entre marzo y abril de ese año en los estudios ION y DDR Recording por Pablo Barros y masterizado en Drew Sound por Drew Capotto en Nueva York. Se puede adquirir en formato digital en Bandcamp.