Lee Ranaldo se presentó junto a The Dust en el Teatro Vorterix y dejó en claro que, aún en su nueva etapa como cantautor, su rol como guitarrista es decisivo.

Por Matías Roveta

Fotos por Candela Gallo

El show ya venía muy bien. Habían pasado cuatro canciones y el clima en el Teatro Vorterix era el ideal: el público -una mezcla de fanáticos, músicos y periodistas hermanados por el culto al rock sónico y alternativo- estaba embelesado por el sonido de cuatro tipos sonando de puta madre arriba del escenario. Los sutiles diálogos de las dos guitarras, las melodías cálidas e inspiradas y, cada tanto, algún solo endiablado dominaban el pulso de la noche. Hasta ahí, todo era coherente con este presente musical de Lee Ranaldo, más abocado a la escritura de canciones que a la construcción de texturas y capas de noise con su guitarra. Pero el tipo no puede con su genio y en “Hammer Blows” salió a dejar en claro por qué es uno de los violeros más importantes de la historia: sacudió frenéticamente su Fender Jazzmaster como un sonajero eléctrico gigante, acopló con cada amplificador que se cruzó por su camino y remató esa entrañable canción de folk con un solo con arco de violín y distorsión asesina, convirtiendo todo en un mar de ruido, disonancia y rock sublime. Para los más veteranos que hayan tenido la suerte de verlo en su debut porteño en plan solista en Cemento (1998), aquella imagen del guitarrista de Sonic Youth haciendo un solo con el plug de su guitarra debe haber vuelto a la memoria. Pero para ellos y para todos quedó en claro que Ranaldo -quien actualmente se autodefine como un “cantautor experimental”- puede cambiar, pero su magia con las seis cuerdas no se pierde.

La excusa era presentar Between the Times and the Tides, el excelente álbum que el guitarrista editó como solista el año pasado cuando el parate de Sonic Youth ya estaba definitivamente consumado tras el divorcio de la pareja Thurston Moore-Kim Gordon. En realidad, Ranaldo no está tan solo: para poder hacer esta gira armó The Dust, una banda exquisita que incluye a algunos de los músicos que habían participado en la grabación del disco: Steve Shelley en batería (eterno ladero en Sonic Youth), Alan Licht en guitarra y Tim Luntzel en bajo. El acople y la química entre ellos es perfecta, fundamentalmente la que logra Ranaldo con Licht -su nuevo socio a la hora de cruzar a las guitarras en emocionantes armonías-, algo bien palpable desde el comienzo con “Tomorrow Never Comes”, “Angles” y “Off the Wall”. Shelley, como en las épocas de Sonic Youth, es el motorcito que sostiene todo el armado musical y Luntzel (¡con la portada de Pescado 2 estampada en su remera!) es puro perfil bajo desde su actitud escénica, porque lo que importa es cómo hace sonar a su instrumento. El canoso guitarrista es quien asume el rol protagónico como frontman; de muy buen humor y abierto al diálogo directo con su público, se permitió contar secretos detrás de las canciones: antes de la envolvente “Xtina as I Knew Her” explicó que la letra está inspirada en una chica que conoció en su adolescencia y, como aperitivo del cover “Thank You for Sending an Angel”, recordó sus primeras experiencias en Nueva York a comienzos de los setenta, cuando era un joven músico hambriento de sonidos novedosos que iba a ver a los Talking Heads al CBGB.

Como era previsible, en el set primaron las canciones de Between the Times and The Tides: “Shouts”, que tuvo una intro de guitarras con feedback a puro Sonic Youth y en donde también se lució Licht con el slide; “Lost” y su melodía de pop rock y guitarras folkies que desnudan las influencias por Joni Mitchell y Bob Dylan; “Fire Islands”, con sus cambios de clima y una gran performance vocal de Ranaldo (quien ahora debe hacerse cargo de las voces durante todo el show), y “Waiting on a Dream”, que fue incluida como uno de los bises y tuvo algunos de los mejores solos de la noche. Pero también hubo lugar para algunas versiones de clásicos -“Revolution Blues” de Neil Young, sin dudas un punto alto en la noche- y para estrenar material nuevo: “Keyhole”, “Lecce” y “Last Night on Earth”, que formarán parte del próximo disco a editarse en octubre. Porque, al parecer, no hay mucho Sonic Youth en el futuro de Lee Ranaldo. El consuelo está en descubrir que, bajo nuevas formas musicales, él sigue siendo el mismo de siempre.