Junio es un trío integrado por Ignacio Vallejos, Numa Viard y Bárbara Gilles iniciado en 2012, con el objetivo de “retomar la complejidad de los ’80, pero no en forma de homenaje”.

Por Agustín Argento

Cuando, allá por 2012, Ignacio Vallejos regresó de ocho años de vida en Europa, recaló en el país con un disco en la cabeza para plasmar. Con la colaboración de Norman Mac Loughlin (Jackson Souvenirs), durante ese año grabó el álbum homónimo, tras lo cual, pese a iniciarse como un grupo solista, se sumaron Numa Viard y Bárbara Gilles para darle forma al trío.

“La verdad, nunca pensé en tocar los temas en vivo, pero quedó mejor de lo que esperaba”, aseguró Vallejos en un reportaje con AZ, cerveza mediante, junto a Viard. “Hace 10 años hubiera querido hacer algo un poco más folk, de cantautor, pero me hinché las pelotas de ver ese formato por todos lados y decidí llevar lo mío para otro”, agregó entre risas el fundador de Junio, quien al momento aclara: “Esto no es un homenaje a los ’80; en cierta manera, la idea es retornar al punto en el que se quedó”.

Viard, baterista de Andrés Ruiz, apoya la idea de su compañero de banda y asegura que esa vuelta a los ’80 “no se da tanto en la estructura de las canciones, sino en el sonido que Ignacio le quiere dar”. “La tecnología, también, te lleva a los ’80. Junio es un desafío; es el momento de poner a prueba todo lo que vengo comprando”, resaltó, a modo de broma, pero no tanto, Viard.

Todos los instrumentos del disco fueron interpretados por Vallejos y Mac Loughlin. Y esto se convirtió en otro de los obstáculos a sortear al momento de armar el trío. Por un lado, los ritmos de la placa están grabados con secuenciadores; por el otro, Vallejos debió alejarse de los teclados para cedérselos a Gilles, quedándose el fundador de la banda con su guitarra y la voz. Para la tecladista, formada en la música clásica y cabeza Bárbara Gilles Favoriti Quartet, era su primera experiencia dentro de la electrónica.

“Para mí, que soy baterista –señala Viard- la diferencia de trabajo con alguien que tuvo secuenciadores es abismal; pero, a la vez, me entusiasma mucho”. Vallejos, que estudió piano, bajo, guitarra y canto, aprueba la afirmación y agrega un dato de cómo ve a la banda: “Acá nadie tiene un instrumento y listo. La búsqueda de las canciones, ahora, la llevamos todos juntos”. “Bárbara, por ejemplo -acota Viard- tiene temas viejos que está pensando en adaptarlos”.

Además el periplo europeo a Vallejos le cambió la cabeza de cómo encarar un proyecto en Argentina. En el país, comparó, hay falencias básicas en materia de producción y en el tratamiento que las bandas tienen. “No puede ser que acá una banda profesional y que tiene una productora atrás, tenga un cantante que desafina. Eso, por un lado. Por el otro, los precios de los instrumentos son elevadísimos. En Francia, por ejemplo, un pibe de 15 años trabaja los dos meses de vacaciones y se compra una Gibson y un Marshall estadounidense, los vas a ver y suenan increíble”. “Acá –interrumpe Viard- todavía seguimos discutiendo quién pone el sonido en un lugar o cuánta gente tiene que llevar una banda para poder pagar el lugar”.

El segundo disco de Junio está en proceso. Por el momento, ninguno de los dos señala una posible fecha de lanzamiento, aunque esperan que la misma no supere el 2015; ambos, sin embargo, tienen ideas de cómo seguir. Vallejos, conocedor de lo que es hacer música en el Viejo Continente, programa una posible gira por Europa. Viard, pensando en Argentina, quiere que el próximo paso sea el de “pensar los shows como una obra con puesta en escena”. Vallejos lo mira, se ríe, y le pide que no vaya tan rápido; Viard, como si no lo escuchara, le retruca: “Pero estaría re bueno, ¿no?”.

Ambos músicos, al final del reportaje, resaltaron que la química producida entre los tres llevó a que el trabajo del conjunto se convierta en amistad. Esa amistad, y, por supuesto, la música de Junio se presentarán este domingo gratis en El Especial, Corrientes 4391, esquina Julián Álvarez.