En Villa nueva, los cordobeses se inspiran en la innovación de los íconos del rock nacional pero el resultado es bien distinto.

Por Patricio Cerminaro

“Con amor, tienes que intentarlo con amor”. Así comienza el segundo trabajo discográfico de Rayos Láser, en un acapella con delay que tranquilamente podría continuar con una base de reggaeton. “Por favor, tienes que intentarlo mejor”, pide más tarde el track y pareciera estar cantándole a sus canciones. Porque nuevamente la banda cordobesa es la tibieza acompasada, el pop bizco con un ojo apuntando a la electrónica y con otro fijado en el estático formato canción. “Monitor” se disfraza de rock para (intentar) explotar en una bomba pop con estribillos (que deberían ser) demoledores. A continuación, “Fascinación” apantalla las cenizas extinguidas del Charly García de Piano Bar y da alguna certeza del porqué del comienzo monocromático de la placa: “el lunes mi cabeza explotó”.

Por momentos se hace presente una sutil reminiscencia al Cerati más deslucido (si es que lo hubo). Pero la diferencia con el ex-Soda es sustancial, ideológica. Él tenía resuelto uno de los dilemas de cualquier músico: hacer lo que es fácil o lo que es nuevo. A decir verdad, Rayos Láser también parece tomar partido por una de las dos opciones, pero no en coincidencia con el astro del rock nacional, siempre con la cabeza puesta en la novedad y con la mano derecha rasgueando un año por delante de todas las demás.

El último tramo del disco, inaugurado por “María”, comienza tan conservador como el resto del trabajo, pero en uno de tantos intentos por combinar con talento de alquimista melodías con potencia hitera, logran dar con un estribillo que parece hacerle fuck you a sus canciones mid tempo (que son todas). “Canción del futuro” marcha hacia el ídem y revoluciona la placa como si fuera un movimiento nuevo que llega a fines de década. Los golpes electrónicos brotan tímidos como telón de fondo de una obra desganada que culmina en un desenlace cuasi satánico (del estilo de aquellos famosos mensajes pro diablo que se descubren pasando de atrás hacia adelante ciertas canciones sospechosas), un sampleo oculto por el oscuro manto de lo que vendrá en el mañana que nunca llega.

Rayos Láser hoy es lo que hubiera sido un sonido innovador en los 70s, es un día del futuro pasado. Villa nueva es lo que quizás pudo ser un éxito si nunca hubieran existido tipos como García, Spinetta o el propio Cerati. Ahí está su mérito, en el anacronismo de su sonido, demasiado anticuado para el 2014, pero a la vez adelantado para los años que corren. Rayos Láser vive en su tiempo, en una villa nueva, que sigue siendo la misma de siempre, pero vuelta a pintar.//z