Pyramides sorprende con Vacíos y Variables gracias a un sonido impactante y  melodías a prueba de sol. Oscuridad hi-fi y ritmo atrapante para una suerte de post-punk apto para las masas.

Por Claudio Kobelt

Apenas van cuatro meses de 2017 y quizás este sea uno de los mejores discos del año. Pyramides pega un gran salto con este álbum, pone su nombre entre las principales figuras de la nueva escena independiente argentina y lleva el postpunk argentino a un nivel de calidad mundial.

Postpunk, new wave, guitarras enfermizas, bases pulcras y ajustadas y una voz oscura pero esperanzada son algunos de los componentes de este primer larga duración de Pyramides. Si bien son los mismos que se vislumbraban en su primer EP del 2014, aquí se encuentran mucho más claros, mejor expresados, alejados del lo-fi de sótano lóbrego y asfixiante que allí se escuchaba. Ahora el sonido –una de los grandes tesoros de este disco- es fuerte y claro, potente e iluminado. Sigue habiendo oscuridad pero es otra, pura, concreta y encantadora.

El disco abre con “Afuera”, una de las dos canciones (la otra es “Contraluz”) que también formó parte de su anterior EP y que regrabaron para esta ocasión. Este nuevo sonido y fuerza resignifican la canción, y mientras la voz aúlla un ruego, la melodía avanza suave pero decidida hasta envolvernos en una luz que calma. “Contraluz”, en cambio, ahora es más sombría gracias al trabajo de voces, un toque al pedal de la velocidad, y un pasaje noise mucho más grave e impactante.

“Mía”, el track número dos, transmite una atmósfera sin tiempo ni lugar que entrega a máxima potencia la esencia dura del postpunk y cierto aroma pop, un gancho irresistible para futuros fans. “Mitades” y “Santuario” tienen una cadencia lenta, una marcha pesada, un clima árido y cansado. Por su parte, “Cuadros en blanco” recupera la celeridad con una melodía cercana al space rock, mientras que “Desaparecer en el gris” propone un cierre mid-tempo con una canción sobre perderse para siempre.

Las canciones se unen en la idea de atravesar lo negro, de superar la pesadez para llegar al mejor y gran final. “Caoscalma”, por ejemplo, remite de manera certera a “La Lluvia cae sobre Montevideo” del grupo uruguayo Los Traidores. Quizás sea el idioma, el tono de voz, la manera de cantar, la poesía aparentemente simple pero intrincada, o esa melancolía nublada y espesa del Río de la Plata. Y si hablamos de “Ecos”, es inevitable destacar el trabajo en la voz de Mora Riel. Su presencia espectral, onírica, única, le aporta al tema algo mágico y sublime para lograr uno de los momentos destacados del disco.

Más allá de las referencias a Joy Division, The Cure y Echo and the Bunnymen que puedan encontrarse en el estilo y forma que tienen los Pyramides, parece apreciarse una mayor conexión con el post-punk sudamericano de Los Pillos, Los Estómagos, Fricción y La Sobrecarga, entre otros. Es todo un mérito de este trabajo reponer en el foco al post-punk argentino, que desde hace años atraviesa un momento brillante a través de exponentes como Mujercitas Terror, Rosalux, Moretones, Balvanera, Di Giovannis, Joint Ravolta, y Dynammo, por nombrar algunos, todos grupos muy diferentes pero unidos por esa búsqueda oscura.

Un disco como Vacíos y Variables, de tal calidad sonora y melódica, que respeta el género pero que también lo nutre de otros ingredientes y circunstancias, puede llamar la atención de medios, lugares y oyentes no tan afines con el estilo o su representación argenta, y de esta manera ser la puerta de entrada para desconocedores de la escena local. Pyramides es post-punk pero también es new wave, es power pop, dream, noise. Es opresivo, sí, pero la prisión es de cristal. Una flor creciendo en el hielo de un color valiente y frágil en un mundo hostil. Es la luna brillando fuerte e iluminando el único camino. Sos vos, la noche, el ritmo de tus pasos, el peso de tu carga, y nada más.//∆z