Sué Mon Mont, el grupo formado por Rosario Bléfari, Gustavo Monsalvo (El Niño Elefante), Tomás Corley (Tifa Rex) y Marcos Díaz, edita finalmente su primer Lp y el resultado supera las expectativas. Historias de amor por y para la generación de hoy.

Por Claudio Kobelt

Un vehemente espíritu romántico quema salvaje y apasionado en el álbum debut de Sué Mon Mont, trece canciones disparadas con fervor al centro de aquellos corazones que han vivido, viven, o esperan vivir un gran amor fatal. Esta pericia para dar en el blanco sensible es el resultado de varios factores, entre ellos la manera en que están compuestas y estructuradas las letras de los temas: todas las canciones son misivas dirigidas, cartas encendidas a un tercero cercano, diálogos sin respuesta de una interlocutora al destino de su pasión, como un monólogo descontracturado y sentimental hacia un escucha sin respuesta.

Estas conversaciones sin devolución también pueden entenderse como charlas imaginarias y posibles (o imposibles) con el objeto del afecto habitando el limbo de los recuerdos y/o los sueños no concretados, mas todo eso no tiene importancia. ¿Acaso un amor es menos amor en los sueños? ¿Acaso el recuerdo no es a veces más poderoso que el presente? ¿Acaso importa si hay alguien escuchando nuestro sentir o, en ocasiones, lo que realmente nos motiva no es sacarnos esas palabras doliendo en el pecho? Sea cual fuera el caso (real o irreal, anhelo o declaración), los relatos ganan en empatía y conexión por su lírica aparentemente simple (pero perfectamente trabajada) y apasionada, como un diario intimo y sin candado de los corazones rotos y expuestos en este barrio del universo.

Rosario Bléfari, capitana de este equipo de los sueños del nuevo rock, lidera con voz firme y encantadora la arremetedora avanzada sonora. Que estas canciones sean cantadas por ella es otro plus innegable pues a Bléfari se le cree: se la visualiza como una protagonista sensitiva anotando nerviosa en hojas arrugadas, narrando febrilmente su historia en primera persona. Quizás sea en parte por su oficio de actriz y de poner el cuerpo y emociones al servicio de un guión, y en otra parte por sus años de cantautora y carismática performer que Rosario logra evocar y transmitir esos diálogos como propios y ocurridos, conmovedoramente factibles.

La guitarra de Gustavo Monsalvo suena inesperada, diferente, con rabia y energía pero con mucha sensibilidad y claridad, como dueña de una dulzura aguerrida y con distorsión, como otro elemento clave en la narración, un aporte invaluable e irreemplazable. El trabajo de Tomás Corley y Marcos Díaz en la base es el de un motor imparable que todo lo empuja y propulsa a la velocidad justa que tarda una canción en hacernos bailar, pensar, o ambas.

Otro punto fuerte del disco es la convivencia entre las canciones que lo habitan. Todos podrían unirse por clima, temática y receptor pero diferentes en estilo, sonido y búsqueda. Con la duración justa y necesaria, Sué Mon Mont entrega trece catársis románticas para cantar a los gritos, o al oído del sujeto en cuestión. Se destacan “A tu ritmo”, que funciona tanto como la banda sonora o la descripción de una relación en vías de extinción; “Besos”, un paseo adolescente por la ciudad cuadrada y quizás el tema con mayor pasta de hit; “Entre la multitud”, sobre cuidar y querer lo que no se deja; “Copiloto”, un triste e intenso vals desgarrador de despedida; y “Diferencias”, apoteósico e impactante final para escuchar a máximo volumen y con la garganta libre.

La placa debut de Sué Mon Mont es todo lo que se esperaba y más. Un registro vivo y caliente con historias de amor nada cursis, completamente comunes, creíbles, de un amor juvenil, cotidiano y sincero. Relatos montados a pelo de un sonido impecable y brillante, ágil y salvaje. Cabe destacar la labor de Julián Perla como productor del disco, que supo explotar y poner nuestra atención en las fortalezas sonoras y los detalles implicados en cada tema. Sin lugar a dudas uno de los discos del año, de nuestras vidas, y al que recurriremos cada vez que nuestro corazón vibre atento, alegre y temeroso de lo que vendrá.//z