En la última novela de Editorial Tamarisco, el fin de semana de un aficionado a los cogollos y la paranoia se cruza con el suicidio de un vecino en el patio de su casa. Lo interesante, como siempre, es lo que pasó después.

Por Alejo Vivacqua

 

urman_tamarisco_artezetaNo hay una sola de las 97 páginas de este libro en la que el humor no esté presente, aún en la descripción de situaciones que, contadas y vistas de otra forma, pondrían al lector en un plan de lectura totalmente distinto.

Julián Urman logra una tensión propia de una escena teatral: seguimos a un personaje –que, al igual que todos los que integran esta historia, no tiene nombre- que está encerrado en su casa fumando porro de su cosecha y que lamenta que su mujer esté de viaje en Brasil. Durante todo el fin de semana este hombre de treinta y pico, judío de Villa Crespo, va a perderse en reflexiones aceleradas por el faso y que tienen al suicidio de un vecino como disparador. A partir de ese momento el muchacho se va a replantear la relación con su novia –a la que planea engañar durante su ausencia- y va a contarnos a nosotros, los lectores, la interacción (o falta de ella) con su entorno, en este caso los vecinos de su barrio.

Con capítulos cortos, Urman logra construir un personaje sin necesidad de darnos mucha información. Muestra lo que hay que saber, y nada más. Conocemos algunos de los aspectos de la vida de este tipo gracias a que, mechadas con la acción de la trama, hay lugar para contar sus sueños, miedos y obsesiones. Sabemos, por ejemplo, que no está circuncidado, que es fanático de la pornografía y que hace listas ridículas para su lecho de muerte. Y claro, entre medio de los capítulos hay datos y recomendaciones para los que quieran plantar su propia marihuana. Este hombre encuentra, en su aislamiento, un único refugio en su cuarto de dos por dos en el que cultiva porro. La dedicación que parece haber perdido en otros aspectos de su vida está enfocada en cuidar a sus plantas.

El tono de comedia delirante de No te mates en mi verde cultivo revitaliza la escena local y pide una atención especial a este autor, de quien Tamarisco ya había editado su novela Ravonne. La clave de esta nouvelle está en la apuesta de Urman de interpretar correctamente lo que esta historia pedía, una narración con altas dosis de humor y absurdidad.