En su último libro, la crítica inglesa Claire Bishop repiensa la categoría de lo contemporáneo para fundar un horizonte museológico ante el avance de la cultura que digita el neoliberalismo.

Por Omar Sisterna

Los museos son una expresión colectiva de lo que consideramos importante en nuestra cultura y ofrecen un espacio para reflexionar y debatir acerca de nuestros valores; sin reflexión, no puede haber movimiento hacia adelante que pueda ser tenido en cuenta. Así lo sostiene la historiadora y crítica de arte Claire Bishop en Museología radical. O ¿qué es “contemporáneo” en los museos de arte contemporáneo? (Libretto, 2018), su nuevo ensayo, que explora con una mirada crítica y política las propuestas curatoriales de los museos en la actualidad.

El mapa de los museos, en una escala global, está dominado por la lógica de la privatización. En Europa, por ejemplo, es creciente el recorte presupuestario en nombre de la austeridad por parte de los gobiernos. También en América Latina los espacios de arte contemporáneo de más alto perfil son privados. Esta lógica está regida por la sensación de que la contemporaneidad está representada por el nivel de la imagen: lo nuevo, lo cool, lo fotogénico, lo exitoso económicamente.

Frente a este panorama Bishop teoriza sobre la categoría de lo contemporáneo para formular la noción de contemporaneidad dialéctica y poder repensar la idea de museo, la categoría de arte que allí se consagra, las modalidades de espectaduría que promueve y un nuevo abordaje de las instituciones.

Escribe: “…lo que yo llamo una contemporaneidad dialéctica procura navegar múltiples temporalidades dentro de un horizonte más político…”. Y sigue: “… el objetivo final es trastocar el pluralismo relativista del momento actual, en el cual todos los estilos y creencias son considerados igualmente válidos, y avanzar hacia una comprensión más politizada de adónde podemos y deberíamos estar dirigiéndonos”.

Este nuevo modelo propuesto por Bishop está guiado por la práctica de tres museos situados en diversos puntos de Europa: el Van Abbemuseum de Eindhoven, Holanda; el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, en Madrid, y el Muzej sodobne umetnosti Metelkova en Liubliana, Eslovenia. Estas instituciones presentaron un modelo curatorial más experimental y comprometido políticamente con nuestro momento histórico, elaborando una contemporaneidad dialéctica como practica museológica.

A los tres museos también los une el embate por parte de gobiernos neoliberales que arremetieron con dramáticos recortes en el financiamiento cultural. En este punto encontramos la piedra angular del ensayo. Frente al museo de arte contemporáneo privatizado y dependiente de exposiciones taquilleras para atraer inversores, estas instituciones ofrecen una alternativa radical: una relectura curatorial más politizada de la historia, que pone en primer plano aquello que las clases dominante reprimieron y dejaron de lado. Piensan en un espectador que ya no contempla auráticamente las obras individuales, sino a uno consciente de leer argumentos y posiciones para confrontar.

Este abordaje museológico permite reimaginar el museo como un agente histórico activo, que habla en el nombre no del orgullo nacional ni hegemónico sino del cuestionamiento y del disenso creativo. Con esta propuesta se enfrentan dos modelos antagónicos: el museo como repositorio del narcisismo filantrópico, y el museo como espacio de reflexión cultural e histórica.

Tu museo no huele bien: hoguera quema libro y piel

El ensayo de la historiadora está destinado específicamente a la museología de las artes visuales, pero el caso de los tres museos que guían su trabajo deja ver un contexto que nos resulta familiar: estas instituciones, como se dijo, sufren desde 2011 la presión de gobiernos neoliberales, para los que el acceso a la cultura no es considerado un derecho básico sino un lujo que puede ser delegado al sector privado.

Hay una similitud –alarmante- con la medida de la Secretaría de Cultura del actual Gobierno de Mauricio Macri que, mediante la modificación y vuelta atrás de un artículo de la Ley N° 17.321 –sancionada durante el gobierno de facto de Juan Carlos Onganía– busca arancelar la entrada a Museos Nacionales. Basado en esto es que la Secretaría de Cultura decidió aplicar una tarifa, con un valor de 100$,  para la muestra de acuarelas del pintor británico Joseph Mallord William Turner, que tendrá lugar en el Museo Nacional de Bellas Artes del 27 de septiembre al 17 de febrero de 2019.

Entonces, la lectura de este ensayo deja de ser específico para una rama y alcanza el estatus de interés colectivo. El mapa que traza Claire Bishop puede resultarnos anticipatorio si tenemos en cuenta que, en sus propias palabras, “la subordinación neoliberal de la cultura a valores económicos denigra no solo a los museos sino a las humanidades en general”. //∆z

 

Museología radical. O ¿qué es “contemporáneo” en los museos de arte contemporáneo?, de Claire Bishop (1971)

Libretto, 2018

126 páginas.