Robert Rodríguez y Frank Miller se tomaron un buen tiempo para darle vida a la segunda entrega de la taquillera y exitosa Sin City. El resultado, Una mujer para matar o morir, respeta la lógica más cruda del cine noir, incluyendo nuevos personajes y reinventando a los viejos. Todo esto, obviamente, en 3D.

Por Estefanía Lestanquet

La espera terminó. Tras nueve años, La Ciudad del Pecado volvió a ser la protagonista. El film, creado por Robert Rodríguez y Fran Miller, se convierte hoy en una pequeña saga y, como suele pasar en estos casos, los adeptos a ella se revolucionan mientras que los desprevenidos intentarán de alguna u otra  forma adaptarse al fenómeno de masa. Esta vez son 4 las historias atemporales que forman parte de Sin City 2, actuando como secuelas o precuelas de la película  (de antaño) estrenada en el año 2005.

 Una mujer para matar o morir es el  lema que ilustra a esta nueva historia. Para afirmar y materializar esta frase, ni más ni menos que la francesa Eva Green. Es que la ex soñadora, nueva  figurita difícil de Hollywood, es protagonista de uno de los dos capítulos de la flamante pluma de Miller. Tanto el de ella como el del talentoso Joseph Gordon Levitt, fueron escritos especialmente  para esta entrega. Green seduce sin reparos y se convierte en uno de los puntos más fuertes de la película, literal y metafóricamente.  Tanto que opacará a Jessica Alba y  los bailes eróticos de una vengativa como sexy, Nancy Callahan.

Por su parte, Levitt  intentará  ser la vendetta de un cada vez más nefasto Senador Roark, en un papel que diferirá mucho de lo que el pequeño Joseph nos tiene acostumbrados.  Pero Sin City no es Sin City sin la versión más desmejorada del genial Mickey Rourke, otra vez  en su particular personaje de Marv, matón y bufón en un mismo individuo. El caso de Josh Brolin es quizá el más complicado. Su personaje, originariamente interpretado por el famosísimo Clive Owen, será el que más nos cueste asimilar.

Lo que al guión respecta, Una Mujer para matar o morir no es lo que fue La Ciudad del Pecado.  Quizá una vuelta de tuerca no dada a último momento o la falta del morbo letal de Quentin Tarantino, hacen que pensemos lo que no fue de manera latente. Pero la realidad, es que Sin City es tal por su estética, magia y ese uso intermitente del método indicial como objeto predominante. La explosión de los recursos más bellos del cine noir son aún más destacados en esta segunda misión, donde los colores vuelven a “brillar” por su ausencia, aplacados por la violencia que los efectos 3D proponen resaltar. El rojo es reemplazado por un blanco que aquí no tiene nada de pureza.  El sexo, el delirio y la hipocresía no son defectos en Sin City, regida como siempre por la ley del más fuerte.

Mientras que en su país de origen los números no cierran, aquí en Argentina el film se estrena hoy y es junto a la deseada Sinsajo, tercera parte de Los Juegos del Hambre, una de las más esperadas. A los críticos más odiosos digámosle que tal vez tengan un poco de razón: Sin City 2 es la explotación publicitaria. Es el rejunte de actores de renombre con el plan maquiavélico de ser más tentadores que su propia producción artística. Es tal vez lo más popular que haya salido del pulso de Frank Miller. Sin City 2 es lo retrógrada de la censura a un poster que dejaba entrever los pechos de Eva Green. Es, finalmente, un boom mediático en busca de ser líder de taquilla. Pero lo que no podemos olvidar, y quizá sea esto lo más importante, es que este comic llevado a la pantalla grande es el mejor y más respetable exponente del cine negro de nuestro milenio. Y es por ello, sólo por ello, que Una mujer para matar o morir merece nuestra atención durante sus 90 minutos; donde sin reparos ni vergüenza nos entreguemos (otra vez) al placer del pecado.//z

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