El gigante de internet Amazon se mete lleno en el mundo de las series web y nos trae una de sus primeras producciones originales. Sexo, drogas y música clásica.

Por Ale Turdó

Si uno adopta la postura más cínica de todas, a primera instancia podría parecer que Mozart In The Jungle es una suerte de híbrido entre Amadeus (1980) y Sex And The City (1997). Bueno, después de haber visto los diez episodios que componen su primer temporada puedo decirles –dejando el cinismo de lado- que nada podría estar más alejado de la verdad.

Siguiendo los pasos de Netflix, Amazon se aventura por primera vez en la producción de series originales cuyo destino principal es la web, a pesar de que en nuestro país podemos verla también a través de la señal Fox Life desde el 4 de Febrero.

La trama principal gira en torno de Hailey Rutledge (interpretada por Lola Kirke) una talentosa música que toca el oboe y sueña con ser parte de la Orquesta Sinfónica de Nueva York, sin duda una de las más prestigiosas del mundo. Hailey lucha por sobrevivir en la gran mazana a la espera de su gran oportunidad. Mientras tanto, el talentoso Rodrigo (Gael García Bernal) quien es la joven sensación de la música clásica, se convierte en el director de la sinfónica neoyorkina desplazando de dicho puesto a Thomas Pembridge, interpretado por un siempre filoso Malcolm McDowell.

Decimos que a primera instancia todo tiene un tufillo demasiado fuerte a Sex & The City porque al principio todo parece girar en torno de Hailey, su oboe y sus desventuras amorosas en la cuidad que nunca duerme. Pero gracias a Dios –y a algún guionista que habrá sabido pegar un timonazo a tiempo- conforme avanzan los capítulos la vida de la protagonista se ve más y más inmersa en el pequeño universo de la sinfónica y los personajes coloridos que la componen.

Sorprende la versatilidad de Gael García Bernal al momento de interpretar a Rodrigo, el director de orquesta inspirado en el venezolano Gustavo Dudamel, conductor de la Filarmónica de Los Angeles. García Bernal es uno de los puntos más altos de la serie y seguramente el que más atraerá al público femenino. Su personaje toma mate, costumbre que adquirió en su época como intérprete en la Orquesta Filmarmónica de Buenos Aires. Imposible que no caiga al menos simpático. Rodrigo es la sangre joven que viene a alborotar un espacio conformista y acomodado que al mismo tiempo necesita de un buen sacudón para mantener tanto su espacio de relevancia como a sus benefactores, siempre atentos a todo lo que sucede y pendientes del uso que se hace de su caridad. El Thomas Pembridge de Mcdowell funciona a la perfección como contrapuesto de Rodrigo, el histórico director de la sinfónica que, ya un poco aburguesado, no ve con buenos ojos al jovencito con ideas altisonantes que llegó para serrucharle el piso del escenario.

Nueva York -y en particular la ciudad de Manhattan- es otro de los personajes con mayor presencia en la tira. Sus calles, su gente, el tráfico, los taxis amarillos, todo funciona como un magnético telón de fondo en el que transcurren las múltiples líneas argumentales: desde Central Park hasta la el Harlem pasando por el puente de Manhattan. En efecto la cuidad se convierte en el elemento con mayor presencia en pantalla.

Y aquello que la cuidad aporta como imagen, la música lo acompaña desde lo sonoro. Al involucrar la trama el día a día de una orquesta de renombre mundial como la de Nueva York, todos los capítulos comienzan con algún movimiento clásico que seguramente tendrá relevancia dentro del episodio, y composiciones de Wagner, Beethoven, Tchaikovsky -y el mismísimo Wolfgang Amadeus Mozart por supuesto- son parte del repertorio habitual de la sinfónica.

Si bien cada capítulo cuenta con menos de media hora de duración, su nivel de producción se encuentra al nivel de aquellas series con capítulos de una hora. Se suele asociar a las series de media hora con producciones de menor presupuesto, compuestas por dos o tres escenografías básicas en la que todo transcurre y a otra cosa, al mejor estilo sitcom americana. En el caso de Mozart In The Jungle es habitual ver una gran cantidad de secuencias en exteriores o en espacios diferentes todo el tiempo. Y el dinamismo de estas secuencias hace que un episodio por defecto corto transcurra aún más rápido que lo habitual.

Pero sin duda el tema central de la serie es la pasión, buscar la mejor forma de encaminar esa pasión que todos deberíamos tener por aquello que amamos hacer. Mozart In The Jungle se muestra como un balance perfecto entre la música y los entretelones de intentar hacer algo artísticamente relevante que va más allá de la satisfacción material del éxito, al mismo tiempo que expone la encarnizada lucha contra el propio ego, el engaño, el desamor y el día a día de personas que hacen música como pocos pero terminan siendo tan humanos como el resto de nosotros, simples mortales que nunca tuvimos la paciencia suficiente para llegar a la tercer clase con el profesor de piano.//z

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