Desde Francia nos llega “Les revenants”, la historia de siete personas muertas hace años que vuelven a la vida para conmover el orden de un pequeño pueblo entre las montañas.

 Por Martín Escribano

Todo lo que vuelve de la muerte es un monstruo.

(Fernando Montes Vera – La Masacre de Reed Collage)

Este joven siglo se ha empecinado en llenar las pantallas de muertos. Zombies insaciables y vampiros con buen sentido de la moda pululan en las salas de cine, en nuestras tablets, celulares y televisores. Se dirigen a niños, adolescentes y adultos por igual y, decididos ya a abandonar el género que siempre les correspondió, se han colado en la comedia, en el suspenso y en la acción. Salvo contadas excepciones, esta sobrecarga de cadáveres ambulantes agotó en poco tiempo toda posibilidad de sorpresa.

Por suerte, hace apenas un año, los franceses se encargaron de oxigenar la premisa de los que retornan con un argumento tan simple como magistral. Los muertos vuelven no como espectros o seres anhelantes de sangre y cerebros, sino como lo que eran en el antes de partir: hijos, padres, hermanos, amigos, vecinos. Como Camille, una pelirroja de quince años, que abre la heladera y se arma un sándwich porque dice estar “muerta de hambre” mientras la madre la observa casi sin poder hablar. Pide perdón por haber llegado tarde, y cuando entra en su habitación protesta porque le cambiaron las cosas de lugar. Mientras se mete en la ducha, su papá está en el grupo de autoayuda para padres que perdieron a sus hijos en el accidente de ómnibus que terminó con la vida de Camille y sus 36 compañeros de clase cuatro años atrás.

Camille, claro, no será la única en volver esa noche y, de a poco, la pequeña comunidad intentará dar respuestas mediante acciones y teorías. Se dará intervención a la policía, a la iglesia, a los médicos, a los guías espirituales. ¿Es una señal del fin de los tiempos? ¿Hay que protegerlos o son peligrosos? ¿Por qué su retorno coincide con inesperados cortes de luz? ¿Por qué, al mismo tiempo, baja el nivel del agua de la represa? ¿Tienen poderes? ¿Es un milagro? ¿Es la prueba de la existencia de Dios? ¿Pero qué clase de dios permitiría que vuelva un asesino? ¿Es que solo los buenos tienen permiso para retornar? Alguien sentencia: volvieron para vengarse.

Si es cierto que nadie está preparado para la muerte, mucho menos para la resurrección. Es imposible seguir adelante con cualquier duelo cuando los cuerpos de los duelados nos piden ir a dar un paseo por el bosque o que les invitemos una cerveza en el bar de siempre. Los muertos no quieren dormir. Quizás el sueño se parece demasiado a ese descanso que no buscaron y que no recuerdan. En cambio, les urge comer, como si alimentarse los acercara a esa vida a la que no pueden volver del todo.

Elogiada por Stephen King, que haya integrado la lista de las diez mejores series de 2013 de la prestigiosa revista Indiewire y se haya quedado con el Emmy Internacional a la mejor serie dramática del mismo año no debería sorprendernos, aunque si nos animamos a la serie producida y emitida por Canal+ no es por sus galardones sino por su calidad. Ocurre que además de la sobresaliente fotografía a cargo de Patrick Blossier, son los escoceses Mogwai los que pican en punta. Herederos del Ángelo Badalamenti que musicalizó “Twin Peaks”, sus melodías posrockeras nos toman de la mano y nos alientan a entregarnos al desconcierto.

Son ocho los episodios de la primera y, hasta el momento, única temporada de “Les revenants” (inspirada en la película del 2004 que lleva su mismo nombre), en los que se barajarán más preguntas que respuestas. El pueblito sin nombre donde transcurre la acción, al igual que la isla de “Lost”, será el escenario aislado en el que medirán sus fuerzas “los unos” y “los otros”. Y la muerte, como ocurría también en la isla, quedará suspendida, al menos durante esa semana que transcurre entre el capítulo primero y el octavo.

Europa maneja otros tiempos, y así como tuvimos que esperar dos años para la tercera temporada de “Sherlock”, la segunda de “Les revenants” está anunciada recién para fin de año. Hay tiempo, entonces, para ponerse al día hasta que retornen los que retornan.

Aunque se los haya descrito como los zombies chic franceses, aunque estén limpitos, hablen y huelan bien, aunque sean tus padres, tus hijos, tus amigos, tus vecinos, la historia indica que, al parecer, todo lo que vuelve de la muerte es un monstruo.//z

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