Cabalgata hacia la luz es el último LP del trío formado por Sergio Ch., Tito Fargo y Alfredo Felitte: un paso adelante en el camino de vuelta desde la oscuridad más completa y espesa.

Por Matías Roveta

“Ararat es música de la resistencia”, rezaba en 2011 la leyenda en la doble página interna del booklet del segundo disco de esta banda que Sergio Chotsourian –alias Sergio Ch.- creó junto a su hermano Santiago en 2009 ante la necesidad de exorcizar con la música el dolor por el exterminio de sus antepasados armenios. Con sus extensas incursiones cuasi instrumentales de doom psicodélico, puro bajo distorsionado y feroces machaques de batería, el álbum salía a dar pelea en un contexto que todavía tenía a Los Natas como padrinos de la escena stoner local. Hoy, esa banda es parte del pasado y Ararat es el principal proyecto de Sergio Ch. quien, más allá de esos cambios sustanciales en su larga trayectoria musical, sigue apostando al rock valvular de raíz setentosa como el espacio ideal para sacarse la mierda: en esta tercera entrega la nueva frase-guía (una suerte de slogan con contenido espiritual que resume el concepto general en cada lanzamiento del grupo) ofrece, además, el título de la obra: Cabalgata hacia la Luz.

Y es, de hecho, una cabalgata con cambios de ritmo, que acelera y frena permanentemente. “Las Dos Mitades” tiene un tempo arrastrado que remite a Black Sabbath y recupera el sonido de Ararat II; lo mismo sucede con la excelente apertura del álbum en manos de “El Camino del Mono”, cuya letra define el humor general: “Solo quiero seguir cambiando de color/despertar y recibir la energía del sol”. Luego del tormentoso período final de Los Natas, la consigna parece estar ahora en ir de la oscuridad hacia la luz, para renacer y encontrar la sanidad mental y física: en otros momentos del disco, Sergio Ch. hablará de “fortalecerse” y de “reconocer la mano de quien te hace bien”. A esas canciones que reptan sobre texturas densas y equipos saturados que hacen temblar paredes, le siguen otras más punzantes como “El Paso”, “El Hijo de Ignacio” o “Nicotina y Destrucción”, donde la banda sube un par de cambios y suma urgencia. Todo está conducido por los riffs demenciales del bajo con fuzz de Sergio Ch., quien en esta nueva etapa post Natas abandonó su perfil de guitar hero de las tinieblas: el secreto está en descubrir que, en realidad, conecta su bajo a amplificadores valvulares de guitarra para lograr ese sonido híbrido que mezcla frecuencias graves y tonalidades de seis cuerdas y que le permite cumplir funciones rítmicas y melódicas al mismo tiempo. El baterista Alfredo Felitte lo sigue con sus redobles a lo John Bonham y sobre esa base sonora de bajo y bata -que late como el verdadero corazón de esta banda-, Tito Fargo (productor del disco) aporta un poco de clima con su slide y sus teclados.

Pero Cabalgata hacia la Luz da muestras claras, también, de un notorio crecimiento de Ararat a varios niveles. No todo se reduce a la sección rítmica y hay, en realidad, muchos otros matices que aportan más colores a la paleta sonora de la banda: la gran “La Sal y el Arroz” es un punto alto en el disco y se acerca más a un formato canción con sus breves ráfagas de acordes simples que Sergio Ch. toca –ahora sí- con su guitarra eléctrica y que son acompañados por unos sutiles punteos bluseros a cargo de Tito Fargo; “El Arca” es otra canción clave y plantea todo un riesgo artístico con su pasajes oscuros y lisérgicos de sintetizadores y theremin tocados por Fargo, quien hace recordar al Brian Eno de la etapa berlinesa junto a David Bowie; en “Los Viajes”, Sergio Ch. se anima con el piano y en “Atalayah”, prueba con la acústica: ambas canciones están atravesadas por melodías sufrientes que remiten a etnias lejanas y que son una constante en la música de los Chotsourian.

La cuestión armenia reluce de nuevo en “La Familia y Las Guerras”, la perla del disco y una canción que seguramente celebrarán los fans de Los Natas: una balada con tintes progresivos hilvanada por la Gibson SG de Sergio Ch., quien repite casi a modo de mantra la frase “si tus hijos no volverán, los iremos a buscar” en distintos momentos a lo largo de estos diez minutos de rock inspirado. Además, es interesante escuchar cómo Sergio Ch. ha progresado como cantante al dejar de utilizar su voz como un instrumento más y, en su lugar, ponerse al servicio de letras que resumen todo su historial de lucha: en “Las Piedras” y “Los Escombros del Jardín”, el líder de Ararat habla de esquivar obstáculos en su personal camino hacia la superación espiritual. Y, por la emoción que transmite, nadie puede negarle que lo esté consiguiendo.

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