Desde sus comienzos de autodidacta iluminado a trabajar con Melero y Viva Elástico, Julián Aznar cuenta su particular método, sus personajes ficticios y cómo se adaptó a perder parcialmente la audición.

Por Gabriel Feldman

AZ: ¿Cómo definirías el trabajo y el rol del productor?

J: Lo que intento es llevar al artista a donde quiere. Hacer realidad una idea o un sueño. A veces no saben bien a dónde quieren ir, entonces ahí también está el rol del productor, llevarlos hacia el mejor lugar posible, o al más adecuado de acuerdo a sus voces, sus cuerpos, sus formas de pensar o actuar. A veces un artista o una banda tiene una idea, no cómo el bajo va a sonar particularmente, por ejemplo, sino que quiere que guste, que suene excitante, que suene novedoso, que suene de determinada forma. Entonces está el desafío de cómo lograr eso con los sonidos, con la producción y la mezcla.

AZ: ¿Cuándo empezaste con la producción?    

J: Como músico y productor empecé igual prácticamente. Cuando estaba en quinto año empecé como hobby con la música, que siempre había estado en mí, me apasionaba, pero no me animaba. Yo empecé con el dibujo, siempre dibujé, nací con ese don, lo desarrollé y lo exploté.  Durante la adolescencia ya era un profesional, primero haciendo comics, ilustraciones, como ayudante. Después empecé a trabajar mucho como dibujante publicitario y mi creatividad pasó a la música.  El dibujo es una cosa que es muy visual y la música no tenía nada de visual, me era imposible hacer música. Entonces yo intentaba darles ideas a todos mis amigos que hacían música y tenían sus primeras bandas. Les hacía dibujos, sus flyers.

AZ: Cerrar conceptualmente lo que ya tenían.

J: Claro. Yo ya quería ser productor, pero no entendía bien cómo meterme en la música. Hasta que fue muy simple. Me compré un bajo, y a los dos meses quemé una cantidad de etapas increíbles. Pasé de saber tres notas a componer todos los temas, transformarme en solista (risas), y a empezar a producir mis propias cosas.

AZ: ¿Y cómo eran esos primeros momentos?

J: Con dos caseteras que tenía ponía rec en una con un ritmo, después le ponía rec a la otra y play a la primera al aire. Pasaba de una a la otra y le grababa un bajo, y después tenía en una la batería y el bajo, y en la otra cantaba. Pero después de grabar con los casetes mi hermano me dijo “sabés que podés enchufar a la computadora”; yo no sabía ni lo que era un miniplug. Entonces enchufé directo a la placa de sonido y empecé a grabar con la computadora. Un mundo nuevo que me cambió la vida porque la música se transformó en algo visual. Pude ver los wavs.

AZ: Podías dibujar con las pistas.

J: Exacto. En ese momento ya con poca experiencia veía una onda sonora y sabía lo que era. Del ’96 te estaba hablando de lo de casete a casete que si lo escuchás es asqueroso, inescuchable, y dos años después estaba logrando cosas que podían sonar en la radio. Con una producción poco ortodoxa sí, por ejemplo no tenía multipistas. Lo de Narcisious Voice está hecho en el Sound Forge: iba pegando un sonido arriba del próximo. Era lo mismo que hacía cuando probaba con los casetes. Me anotaba en una hoja: “no, esto lo tengo que poner en -2DB” y lo iba armando. ¡Tenía hojas con borradores pero no tenía multipistas! Son esos dos, tres años, que parece muy poco tiempo pero avancé muchísimo con mis pobres composiciones viendo cómo producir.  Y en un momento se me ocurrió hacer algo más gracioso con unas bases y crear un personaje que era Narcisious Voice.

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AZ: Está la historia escrita de este músico pop alemán que fracasa y no puede meter ningún hit, y entre idas y vueltas termina recalando en Tigre.

J: Hice un disco de 80 tracks que eran rarezas y unas pocas canciones. Eran ocho o nueve canciones, estaba muy bueno. Narcisious Voice considero que es mi primera producción que suena bien.

AZ: Pero salvo el EP por Ventolin Records (que ahora está Bandcamp) ese disco al final no salió.
J: Los 80 tracks no. Era muy divertido y estaba bien, pero era una locura. En algún momento se los pasaba a músicos y les copaba mucho. No era algo para el público. O quizás sí. Me acuerdo que Dárgelos y los Babasónicos se coparon mucho con Narcisious Voice mientras hacían Jessico (2001). Pero era raro, a ellos les gustaba, al público no, excepto algunas canciones pop que tenía. Después conozco a Marty Zurita que tenía Ventolin Records, se copó con eso y cuando me propuso sacarlo, a mí se me ocurrió armar con ese material un EP y le di esas cuatro canciones.

A mí me marcó mucho porque para Narcisious Voice empecé a componer en inglés. Hasta ese momento todas mis canciones eran en castellano, y de repente entre esas cosas que eran graciosas en inglés empecé a componer cosas que quería decir yo. “Electric Gigolo” era para Narcisious Voice, para el personaje. Porque era ridícula. Hice ese pequeño demo que puse en soundcloud que no lo terminé hasta varios años después.

AZ: ¿Vos habías estudiado algo relacionado con la producción?

J: Autodidacta. Todo autodidacta. Se fue dando algo increíble que fue que todas las cosas que yo pensé que eran las formas correctas de hacer sin saber nunca cómo las habían hecho otras personas después eran así. Con el tiempo, viendo trabajar a otros productores, era exactamente igual. Inclusive la forma de poner los tracks, todo. Ahora mi forma de producir, que la inventé yo, es exactamente la misma que la de cualquier otro productor.

Después sí me puse a estudiar específicamente cosas técnicas. Porque con Early Singles (2011) me consideraba un buen productor pero no me creía un técnico para mezclar. Yo lo tenía listo en el 2007 para editarlo a través de un sub-sello de Sony y se cayó eso, pero incluso primero había ido con alguien para que lo mezcle y no me gustó. Después con otro y no me gustó. Al final conseguí a Melero y después de millones de charlas muy interesantes él me dio la confianza para que yo lo mezcle. Aunque ya había mezclado todo lo que había hecho antes, no había mezclado nada como para decir bueno, listo, esto se imprime en mi primer disco. Yo tenía todavía en mí los mitos que tiene muchísima gente sobre la mezcla y la masterización, que los fui derribando con mis experiencias. Fue todo un proceso que fue una locura.

AZ: Y cuando salió Early Singles me imagino que la nominación a los Premios Gardel (Mejor Álbum Música Electrónica), que también en parte puede resultar un poco bizarro.
J: Muy…

AZ: ¿Pero no fue un espaldarazo?

J: Anímico quizás. Es que yo sabía que Early Singles no era una bizarreada, no era Narcisious Voice. Narcisious Voice suena muy bien, lo pongo ahora y no puedo creer el sonido que había logrado, sobre todo en la voz, con un micrófono de $9,90 en ese momento. No sé cómo lograba un buen sonido con ese micrófono asqueroso. Lo procesaba, lo procesaba, lo procesaba, procesaba la voz hasta que suena re bien y para nada bizarro. Suena con un sonido pop que, como productor, es lo que soy. Pero era una rareza. Early Singles fue raro en un punto pero estuvo hecho para estar ahí.

AZ: ¿Tenías algún referente para la producción?

J: En un principio yo tenía dos corrientes que escuchaba todo el tiempo. Ahora cambió muchísimo lo que yo pienso, en aquel momento me llamaban mucho la atención los soniditos y sentía que eso era una buena producción. Ahora siento algo que es casi opuesto a eso. Pero bueno, en mis primeras producciones no me basaba en tener una buena base, era más cómo ponerle muchos soniditos locos. Que era lo que yo escuchaba en Beck, en Odelay (1996), y escuchaba algo analógico que me encantaba. Bueno, la producción de los Dust Brothers con el sampleo, eso lo adopté, me la pasaba sampleando cositas.

Y después, por otro lado, escuchaba todo el tiempo Nine Inch Nails. Entonces escuchaba mucho Odelay de Beck y también Downward Spiral (1994) de Nine Inch Nails que era un sonido muy diferente, mucho más frío, digital, con silencio. Beck con los Dust Brothers no admitía el silencio. Cuando había un silencio se escuchaban ruidos de ambiente o de vinilo. En cambio Trent Reznor como productor tenía una idea muy diferente, cortaba en silencio. Entonces yo me la pasaba escuchando ambos y tenía esas dos betas.

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AZ: Pero ahora me decís que lo entendés de manera opuesta.

J: Ahora es la totalidad lo que busco, no busco el detalle. Yo soy muy detallista, pero ahora me concentro en hacer una esfera perfecta. En la totalidad. Después estudié muchísimo a otros. O canciones en particular. Mi segunda etapa como productor fue la intención de que lo que yo hacía “suene a”. Y aparece lo retro. Entonces quería como ejercicio, con mis materiales muy diferentes a los que se usaron para grabar un disco de Gary Numan en el ’79, lograr exactamente eso. Obsesionarme con tal cosa y que suene así. “Electric Gigolo” es el resultado de muchos años pero es la idea de haber agarrado una voz vieja, una voz como si se hubiese grabado en 1979, y ponerle una base nueva loopeando y sampleando. Como si alguien lo hubiese agarrado, lo hubiese recortado y después pegado de nuevo así.

AZ: Ese sonido un poco volvió ahora.

J: Cuando yo empecé a tocar en el 2001-2002 era retro ’80 la onda. Electroclash le llamaron, yo no sabía, pero era retro ’80. Los ’80 una vez que aparecieron como retro nunca dejaron de irse, pero ahora yo veo más un retro ’90s que parecía como que se venía hace mucho y nunca se imponía. Ahora vas a una fiesta y te pasan medio kitsch de los años ’90.

AZ: Con tu música en particular también se da la coincidencia que un disco que después de todo su proceso se edita en el 2011 sale un poco en simultáneo con la película Drive, con la que comparte temática y sonidos. Ese sonido siento que la película lo legitimó y lo veo replicado en distintas bandas que le empiezan a dar mucho protagonismo a los sintetizadores.

J: Yo veo que este momento en particular es un abanico gigante y pasan muchísimas otras cosas. Cuando yo saqué el single de Electric Gigolo ya estaba todo eso. No había Facebook prácticamente, era todo MySpace. Y en MySpace había muchísimas de esas bandas que yo empecé a conocer. Kavinsky me encantó. Está mucho en Drive.

AZ: Sí, hace una que se llama “Nightcall”. Ahí también hay una obsesión con estos sonidos por la noche, ¿no?

J: Los ’80s es la noche, Miami…

AZ: Y la película y “Electric Gigolo” comparten esta cosa del viaje, la noche, el vengador anónimo que va a la aventura.

J: Es que son clichés. Yo en “Electric Gigolo” agarré todo los clichés que podía: una moto, la chica, la ciudad de noche, todos esos sonidos, todas las películas que consumí de chico. Un gran viaje en realidad por mis influencias y nostalgia, que les debe pasar a muchísimos artistas de mi edad con el tema de la infancia.

AZ: Y ese nunca te aburre porque en algún punto…

J: Yo no lo consumo.

AZ: ¿Vos lo haces pero no lo consumís?

J: Tal cual (risas).

AZ: En algún punto lo que pasa es que al tener esta cosa digital pierde la identidad.

J: Sí, totalmente. Kavinsky logró cierta identidad en un momento teniendo un sonido muy comprimido y lo perdió porque mucha gente empezó a imitar eso. Era como hacer retro-80s pero nuevo. Y sí, se volvió a perder la identidad.

AZ: ¿Y no te preocupa cuando lo hacés por ejemplo?

J: No. Creo que no me preocupó. Creo que al contario, en ese proyecto en particular, no me preocupé en ponerle algo propio. No tiene algo propio. Era buscar que se parezca más a Harold Faltermeyer o a Giorgio Moroder. La identidad estaba solamente en la melodía y si podía lograr el sonido exacto que había hecho Harold Faltermeyer, mejor, en vez de buscar mi propio sonido.

AZ: ¿Qué fue lo que te pasó en el oído?

J: Se llama hipoacusia súbita. Me desperté sordo. Hay gente que lo recupera, hay gente que no y hay gente que recupera un poco. Yo con el tratamiento que hice recuperé muy poquito. Se pierde de agudos a graves y se recupera de graves a agudos. Y me quedé ahí, en 100hz. Mucha gente me pregunta cuán sordo soy en porcentaje, que es ridículo, pero aprendí a hacer como una cuenta y yo digo que perdí un 97%.

AZ: ¿Y cómo te manejas para trabajar?

J: Lo único que perdí es el efecto estéreo, que la tecnología me ayuda muchísimo a verlo. Ahora uso plugins que me dicen cómo está el paneo, cómo están los volúmenes en cada lado. O me pongo auriculares y después me los doy vuelta. Antes una mezcla la empezaba y me armaba los balances mientras lo escuchaba por los parlantes o con auriculares. Ahora lo diseño de antemano porque digo bueno, si la guitarra con tales frecuencias la voy a poner acá, entonces voy a equiparar con esto, y voy diseñando el estéreo. Pero me di cuenta que es lo mismo.

AZ: ¿Se tiene en cuenta a la hora de pensar un álbum el hecho de que tal vez el formato en el que más se termine escuchando sea vía streaming por alguna plataforma digital o la propia descarga de los archivos? ¿Afecta el proceso creativo?

J: Sí, pero no sé si a la hora de producir. Uno produce pensando en la canción, en la necesidad del artista, y después eso es más como una cuestión de mezcla, sonido final, mastering, ahí sí, totalmente. Yo escucho referencias en internet, estoy escuchando todo el tiempo cosas y tomo notas mentales de por qué lado va. A veces pienso que determinada banda no puede sonar más bajo que en la actualidad entonces va a tener que estar comprimido o muy limitado el sonido, con buenos graves, etcétera.

AZ: En tu caso, con Electric Gigolo hiciste un arcade que está para jugar online. Entonces esa canción de tu CD o el single en vinilo cuando la subís no es sólo pasar la música a otra interfaz. Ese single  también está pensado para que sea la música de un juego.

J: Estamos en un momento en el que se está intentando adaptar toda la historia discográfica, toda la historia que conocemos de la industria, al nuevo momento que básicamente es internet. Como que las mentes intentan hacer un traspaso ahí en vez de pensar que es algo nuevo. La historia que tenemos previa a internet no nos está dejando a todos ver cómo sacarle el mejor jugo a esta nueva etapa. Que en realidad es maravilloso, es impresionante. Yo soy muy old school, me encanta el objeto, pero esto que está pasando es fascinante. También por eso, porque no está del todo claro, ¿no? La mayoría de la gente de mi edad se queja y un poco es cierto, yo quedé en una generación en el medio de lo que fue y lo que vendrá. Y todos esos años en los que yo más activo estuve como intérprete fue justo el momento en el que se deja de comprar CDs y no se compran todavía mp3. Fue un momento de transición rarísimo, que sigue siendo. Aunque ahora yo puedo ganar unos dolaritos por las distribuciones digitales. En ese momento no. Quizás streaming pago y shows sea el nuevo negocio de la industria.

AZ: ¿Y siendo ilustrador ese desafío cómo lo ves? De pronto cuando tenés el disco en la computadora aparece la tapita, pero en general no es algo que se piense directamente para que se vea ahí.

J: Pero se podría. Te da más posibilidades. La tapa ya no tiene por qué ser una imagen quieta, por ejemplo. Es lo que quiero hacer ahora con el disco de Naomi Preizler que estoy produciendo. En principio va a estar el video, se ve por internet y la música se escucha por internet.  Y como estamos haciendo el video, se me ocurrió sacar frames del video y hacer una tapa para el single con eso. Que puede ser un cuadro único o puedo ir para atrás cinco cuadros y para adelante cinco cuadros y hacer un gif animado de tapa. No sé si por ejemplo Bandcamp te permite una tapa animada. Hay otras plataformas, pero que yo haya visto no se permiten tapas animadas.

AZ: ¿Un disco o canción que te llena de orgullo haber participado?

Para mí  Early Singles es un gran orgullo porque superé un montón de trabas. Para mí es una obra de arte más que la música. Lo ideé como un CD de entrada, pensé el objeto en sí como una obra de arte. Más estilísticamente que musicalmente, antes de decidir qué canción iba. En realidad surgió la idea cuando tuve ese contacto con el sub-sello de Sony. Dije bueno, voy a hacer un CD bien CD que salga por una multinacional y ahí me cerró esto. Hacer un retro CD. Yo en ese momento estaba haciendo otro proyecto que todavía no terminé. Y lo de Nussbaum siento cierto orgullo ahí también porque fue muy rápido, yo suelo tardar mucho y siento que estaba muy aceitado en ese momento.

AZ: Es como una constante lo de tomarte tu tiempo. Mismo con Early Singles que sale con cosas que tenían diez o más años, y con lo que seguís armando desde esa época.

J: Tengo muchísimo material. Lo que pasa es que no me termina de cerrar a mí como para mostrárselo a los demás, al público digamos. Por eso no lo subo, quizás es medio old school.  Yo veo que está muy bueno que ahora hay gente o más joven o lo que sea, que no terminan muy bien un tema pero agarran y lo suben.  A mí no me gusta mucho el work in progress.

También es muy negativo cuando vos estás trabajando para alguien y  quiere saber “cómo va”, entonces bueno, haces un render y le mostrás algo que vos sabés que le falta esto, esto, esto y esto, y la otra persona lo escucha tal vez un poco desilusionada porque justamente no está terminado.

 AZ: ¿Hay algún disco al volvés a escuchar, tipo oráculo, para inspirarte?

J: En realidad hace mucho, muchos años escucho siempre lo mismo. Lo que yo consumo es siempre lo mismo: Roxy Music. La discografía entera de Roxy Music con un poco de John Lennon y algo de Beethoven. John Lennon tiene algo que es como South Park para mí: estás hablando con alguien de algo y siempre hay un capítulo de South Park que habla de eso y es muy inteligente y no sé qué. John Lennon es lo mismo, en los temas importantes siempre hay una canción de John Lennon que te ilumina en algo, hablo de todo lo importante. Es dios para mí, aunque no lo escucho tanto.

AZ: ¿En qué proyectos estás trabajando ahora?

J: Mezclando y masterizando estoy a Leandro Viernes; un proyecto muy loco de Moris, sus canciones clásicas hechas electrónicas; y también la mezcla de Marcianos y Piscis Machine (producidos por Agustín Della Croce). Después Viva Elástico salió el single y la idea es hacer el disco. También como productor, el disco de Naomi, y ahora estoy con poco tiempo pero sigo haciendo lo mío.


AZ: Volviendo a las nuevas plataformas y los hábitos de escucha, si tuvieras que darle algún consejo al oyente como para que tenga una experiencia más intensa, ¿cuál sería?

J: A mí me daría vergüenza dar un consejo, no soy quién. En todo caso no sé si sería al público, al escucha, pero sí tal vez al músico que busca un productor o una mezcla. Cuando yo empecé a meterme más en estudios, a producir más profesionalmente, a mezclar, etcétera, empezaron a derribarse mitos que están arraigadísimos en los músicos, en la industria discográfica, que muchos son mentiras adrede de la propia industria. Como que vos tenés que ir a un estudio que es carísimo. Es un mito, yo no tenía cómo ir a un estudio y me puse a trabajar con plugins. Hay equipos, pre-amplificadores, por decirte un ejemplo, que lo que hacen es acelerarte el trabajo, y si yo tuviese plata lo tendría; y es analógico y es muy divertido. O una consola para mezclar. Pero ninguna de esas dos cosas te asegura calidad. Lo importante es quién está manejando esas cosas. O quién no está manejando esas cosas.  Solamente con el pro-tools o con otros programas y plugins podés lograr lo mismo. Yo mismo digo que tengo un homestudio re humilde. Y es verdad, porque mis equipos no costaron lo que cuesta un estudio “profesional”. El mío al lado de eso es muy humilde: mi computadora, una placa, monitores más bien que puede tener cualquiera. Pero nadie, ni con el mejor oído, se da cuenta si vos pasaste por un pre-amplificador de US$10000 y por una consola de US$20000 o lo hiciste  todo digital y lo pasaste por plugins. Yo te muestro los dos resultados, nadie sabe cuál es cuál. Con trabajo y amor, el resultado que logras en ambos puede ser exactamente el mismo.