También esto pasará, de Milena Busquets – Anagrama

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El sufrimiento se puede vestir con diferentes prendas. Algunas de estas ropas pueden ser rodearse de personas, practicar sexo con nuevos y antiguos, jugar con perros y tomar vino. Milena Busquets nos inserta en el mundo del duelo con una mirada dura pero también con ternura. La protagonista de También esto pasará le habla a una segunda persona, su madre, que ha muerto recientemente y le cuenta cosas, le reprocha otras, e intenta reconstruir un recuerdo para que no se le borre nunca. Unas vacaciones en la casa familiar en Cadaqués son la excusa perfecta para habitar la nostalgia y también el miedo por el futuro. La maternidad como institución siempre al borde de la crisis es una de las claves de este texto. Una pregunta surge constantemente: ¿hasta dónde nos morimos cuándo nos morimos? Ayelén Cisneros

Algo más, de Marcelo Cohen – Páprika

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“La ciencia ficción es el género mejor equipado para indagar lo que nos pasa y lo que nos espera” dijo Cohen en una entrevista alguna vez. En Algo más,  su nueva novela, hay una crisis política en una isla del Delta Panorámico, un estallido social y dos amigos que se la rebuscan para sobrevivir. ¿Les suena? El Delta Panorámico es el mundo que viene construyendo con precisión milimétrica desde hace muchos años, ubicado en un futuro distante, donde todo ya pasó, y todo vuelve a repetirse, como una suerte de eterno retorno. Cohen problematiza el pasado reciente de nuestro país en clave fantástica, su prosa es un trabajo de orfebrería: ensayo, novela y poesía conviven en su narrativa, un híbrido mutante que se erige página tras página.  Joel Vargas

New Pompey, de Horacio Convertini  – Extremo Negro

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Editada por Extremo Negro, cuenta la historia de Cali cuando retorna a la casa de sus padres, ya vacía, luego de la muerte de su madre. Allí se sumerge en la desolación de Nueva Pompeya, su barrio natal. Entre fábulas y tribulaciones, el regreso de su mejor amigo de la infancia, el Chino Reilly, abre puertas a explorar su pasado: su niñez, el despertar de su homosexualidad, los conflictos con sus padres y su relación con Jóse, su gran amor. Todo con una voz en primera persona casi testimonial que mantiene sin pausa al lector. Lo que sigue es una serie de eventos desafortunados y un final inesperado pero que deja todo en su lugar. Pablo Díaz Marenghi

Sumisión, de Michel Houllebecq – Anagrama

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2015 empezó con los atentados a Charlie Hebdo y la noticia de que ese mismo día salía a la venta la novela del siempre provocador Houellebecq. La trama es conocida: ambientada en 2022, los partidos tradicionales franceses apoyan a un carismático candidato musulmán para evitar, en la segunda vuelta, el triunfo de la extrema derecha.   La polémica por la novela acaparó la opinión pública en una Francia sensible al tema de la inmigración y el radicalismo islámico, lo que llevó a lecturas erróneas y a que hasta el mismo presidente Francois Hollande dijera que iba a leer el libro. A pesar de que no está  a la altura de sus mejores obras, Sumisión es una radiografía del presente en la que Houellebecq capta, una vez más, el espíritu de época y los temores de una sociedad occidental en crisis. Da la sensación de que fue una novela escrita contra el tiempo, y que el autor de obras maestras como Plataforma o Ampliación del campo de batalla tenía la urgencia de escribir sobre una Francia herida que lucha internamente, como siempre, por ser el modelo de la igualdad y la fraternidad  o volcarse hacia la xenofobia encarnada por Marine Le Pen y su Frente Nacional, que, para el miedo de muchos y alegría de varios, parece erigirse como la próxima líder francesa. Alejo Vivacqua

El invierno con mi generación, de Mauro Libertella – Literatura Random House

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“No puedo narrar mi infancia porque fui feliz y no se puede narrar la felicidad” escribió Mauro Libertella en alguna parte de El invierno con mi generación, su segunda novela, una bitácora del periodo con más incertidumbre que transita el humano: el paso de la adolescencia a la adultez. Libertella narra con simpleza la génesis, la fisonomía y las aventuras de un grupo de jóvenes utopistas de clase media alta de Barrio Norte forjados en los noventa y en los tempranos dos mil. El motor de su ósmosis es la ansiedad por querer conocer y clasificar todo. El corazón del andamiaje narrativo es la desmitificación de la nostalgia, otra manera de entrarle a los recuerdos. Una colección de highlights, la síntesis de la esencia de esa amistad que dura para toda la vida. Empatía asegurada. Joel Vargas

Estamos unidas, de Marina Mariasch – Mansalva

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Una novela sobre los noventa que nombra solo una vez a Menem. Marina Mariasch no necesita hacer referencia ni al caudillo riojano ni al PJ para construir un relato de época y la sórdida pintura de una generación. En Estamos unidas se narra en primera persona el tránsito de una joven, su hermana y su madre por los caminos de la familia disfuncional en plena hiperinflación. Una separación con juicio por alimentos incluido, una escuela de hijos de padres progres, la apatía reinante que marida muy bien con la adolescencia, desordenes alimentarios, hombres ausentes, la ropa de marca son algunas de las temáticas que aparecen en este texto. La protagonista es una joven de la cual no sabemos el nombre pero sí sabemos que come platos exóticos, se va de viaje a Estados Unidos pero no puede pagarle a la profesora de inglés. Cuando el neoliberalismo se instala, Mariasch nos dice que la única salida parece ser el consumo. Ayelén Cisneros

Chica de oficina, de Joe Meno – Páprika

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En una época donde el imaginario indie reina en los sub 40 Joe Meno les moja la oreja con Chica de oficina. A primera vista parece la típica historia de amor yanqui situada en el cambio del milenio, aunque al adentrarse en las paginas nos topamos con una sátira de esa estética que nació como alternativa y con el derrotero de los años se transformó en oficial, una repetición de la misma fórmula: lo raro como algo novedoso. Allá por el 2008 Rodrigo Fresán se preguntaba cómo Meno todavía no había sido editado en español, un par de años después Páprika recoge el guante y apuesta por la prosa de la última joyita de la literatura norteamericana. Chica de oficina es una gran muestra del poderío narrativo de Meno. Un libro que deja interrogantes flotando como ¿para qué sirve el arte realmente? Joel Vargas

El tren de los suicidas, de Matías Nicolaci – Añosluz

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Como sabemos, la memoria se despliega de modo arbitrario e incontrolable y, aunque las tardes viendo dibujos animados fueron infinitas, son éstas y no otras las imágenes que siempre vuelven. La potencia de la paradoja y el enrarecimiento que confluyen dentro de un relato, la ruptura de una primera lógica para que los niños logren lo fundamental, desconfiar de las reglas tangibles, aprender a subvertirlas o, al menos, creer en la posibilidad de intentarlo. Leer a Matías Nicolaci  te hace recuperar ese momento. Apenas comienzan sus historias –historias que se despliegan cuando hay un lector y es tan obvio que a veces se olvida, pero el poder de la literatura es el oído especular de la voz propia en las palabras de los otros-, es difícil no caer en su ritmo y sus obsesiones. En el caso de El Tren de los Suicidas (Añosluz 2015), su segundo libro, consisten en la tensión entre tiempo y espacio como posibilidad o intersticio para acceder a lo real. A ese abismo neutro que también puede adquirir el nombre de vacío, nada o Dios. Damián Lamanna Guiñazú

Los Diarios de Emilio RenziAños de formación, de Ricardo Piglia – Anagrama

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Piglia lo dijo muchas veces, un chiste, casi un latiguillo: si publicaba novelas o ensayos era para alguna vez publicar esos cuadernos que escribe —maniático y adicto— desde los 16 años. Ahora podemos por fin leer esos cuadernos-laboratorio, ese diario que es el humus que alimentó su “obra visible”. La literatura, le gusta repetir a Piglia, es una experiencia más intensa que la vida. Quizás por eso la irónica torsión de adjudicarle sus diarios a Emilio Renzi, su álter ego literario: para que su vida sea interesante tiene que convertirse en literatura. En Años de formación, primero de tres tomos, Piglia-Renzi es el pibe que empieza, que supo que era escritor antes de ponerse a escribir, que ya tiene ideas que el Piglia mayor no hará otra cosa que repetir o ramificar o pulir. Un pibe que comenzaba a tramar esas redes de espejos con las que Piglia se infiltraría para siempre en la literatura argentina. Cristian J. Franco

Cataratas, de Hernán Vanoli – Literatura Random House

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Es una novela voluminosa y sin pausas. La narración es, por suerte, casi una constante de acción, no parece haber lugar para reflexiones, explicaciones o derivas analíticas. Quizás uno de los puntos más atractivos de la lectura está en el formato de lo descriptivo. Como su contratapa lo establece, se trata una novela de aventuras. Un grupo de becarios del Conicet, hartos de sus vidas de investigadores de la cultura, asisten a un congreso en Misiones enmarcado en un futuro demasiado cercano. Una fantasmal guerrilla llamada Surubí milita con ambientalismo marketinero para salvar a la población de una extraña enfermedad mutante provocada por la contaminación y las inversiones foráneas en represas hidroeléctricas. La metamorfosis al interior de Cataratas es sólo una de sus posibles lecturas, pero tal vez, en el maremágnum de caracoles gigantes, explosiones y asesinatos sea una que valga la pena recorrer. Es una lectura un poco más subterránea, pero evidente. Superficies, subsuelos y capas de lectura; toda geología practicable a una novela contemporánea argentina siempre es bienvenida. Sus becarios harán turismo por el caos antiguo que les rodea la manzana, tan lejos de la Academia como cerca de la muerte y la riqueza. Mutar para huir, como Dafne lo hizo de Apolo. Mutar para sobrevivir y empoderarse. Cuando todo esté confundido, se trata de adaptarse o extinguirse. Sebastián Rodríguez Mora 

 Bonus tracks:

Últimas noticias de la escritura, de Sergio Chejfec – Entropía

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De una manera sutil, por medio de un ensayo con pasajes de fluida narración, sin partir de argumentaciones teóricas generales sino de inquietudes personales y sin llegar a conclusiones grandilocuentes, Sergio Chejfec abre el camino y analiza la experiencia escrituraria a partir de sus propias experiencias de escritura. Y los interrogantes planteados por Chejfec resonarán también en la cabeza de los lectores, que quizás lleguen a cuestionar estas situaciones internalizadas y naturalizadas, en apariencia tan simples, pero que merecen ser cuestionadas y revisitadas. Juan Alberto Crasci

Facundo o Martín Fierro, de Carlos Gamerro – Sudamericana

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¿Para qué sirve la crítica literaria? Innecesaria o ingenua o molesta, puede que de todos modos tenga sentido hacerse de vez en cuando esa pregunta ansiosa. Facundo o Martín Fierro quiere ser una respuesta posible: la crítica literaria sirve para pensar. Mejor: para pensarnos (¿Pensarnos como individuos? ¿Como sociedad? ¿Como país? Todo eso). Si acaso es posible que la crítica literaria deje algún día de ser un ejercicio críptico y semiautista pergeñado por intelectualoides desencantados para consumo extático y babeante de otros intelectualoides desencantados, Facundo o Martín Fierro marca un camino a seguir. Entretenido e irreverente, lúcido y elegante, el último libro de Carlos Gamerro recorre el canon nacional —de Sarmiento a Fogwill, de Hernández a Lamborghini— para averiguar cómo la literatura nos hizo ser lo que somos. Cristian J. Franco//∆z