Nos despedimos de la 16ta. edición del BAFICI con un breve balance y tres recomendaciones: una ficción, un ¿documental? y una película animada.

Por Martín Escribano

Con más de 500 films exhibidos y más de 350.000 espectadores repartidos en los once días que duró el festival, el BAFICI no solo sigue afianzándose como la cita obligatoria en el calendario cinéfilo sino que se las ingenia para ir creciendo año tras año. En esta edición las categorías que sobresalieron fueron dos: la Competencia Argentina, con “El rostro” de Gustavo Fontán, “Carta a un padre”, de Cozarinsky y “Reimon”, de Rodrigo Moreno como exponentes principales, y la de Clásicos Restaurados, que reunió films tan dispares como atractivos: “Shivers”, “Quisiera ser grande”, “Calles de fuego” y la una versión en 3D de “El último emperador”. Si esta última fue la sección más popular entre los espectadores, la niña bonita del festival fue la producción nacional “Mauro”, ópera prima de Hernán Rosselli que dio la nota en la Competencia Internacional a pesar de haber perdido a manos de “Fifi Howls from Happiness”. Supo llevarse el Gran Premio del Jurado y el interés tanto del público como de los críticos que sin dudas sabrán seguir los próximos pasos del director oriundo de San Isidro.

Dicho esto, despedimos el festival con tres recomendaciones que rescatamos de la sección Panorama.

“Night Moves” (Kelly Reichardt, 2013)

El título del quinto largo de la directora de “Wendy & Lucy” alude al nombre de la lancha con la que Dakota Fanning, Jesse Eisenberg y Peter Sarsgaard planean volar una represa. Los tres ambientalistas quieren despertar conciencias y han decidido hacerlo mediante un acto extremo y de difícil ejecución. Reichardt, apoyada en su director de fotografía Christopher Blauvelt y en su habitual coguionista Jonathan Raymond, nos entrega una primera hora efectiva y eficaz pero la tensa calma del crimen se diluye en un castigo que no termina de convencer. De todos modos, la primera incursión en el thriller por parte de la directora está dotada de su habitual lucidez política por lo que no debe pasar desapercibida.

“Que ta joie demeure” (Denis Côté, 2013)

La historia entre Côté y el BAFICI se remonta hasta el año 2005 cuando estrenó su primer largo. Y aunque todas sus películas han pasado por el festival, Côté sigue dando que hablar porque tiene algo para decir. Hay un resto de “Bestiaire” en su último film, pues ambas están construidas a puro plano fijo. Se las podría pensar como un díptico, solo que en “Que ta joie demeure” no hay animales sino máquinas. El director filma como si quisiera alejarse de cualquier convención narrativa y psicológica. Se suceden las maquinarias de las distintas industrias: hay mezcladoras, lavadoras, cadenas de montaje y artefactos cuyo nombre desconocemos. Cada una de ellas tiene un ritmo, una cadencia, una música particular. Lentamente, aparecen los cuerpos y las frases de los trabajadores y es allí donde la película se hibrida entre el documental y la ficción. “Que ta joie demeure” es una reflexión única sobre el mundo del trabajo y en sus apenas 70 minutos de duración despliega una complejidad inusual. Otro film políticamente comprometido, como el de Reichardt, aunque más arriesgado.

“Cheatin’” (2013, Bill Plympton)

El rey de la animación indie y habitué del BAFICI nos entrega la historia de Jake y Ella, una pareja atravesada por los avatares del amor y el desamor. Claro que historias de amor hay muchas pero los que la cuentan (y sobre todo, la dibujan) como el director de Portland son más bien pocos. Sus trazos gruesos y nerviosos, los gags oportunos, la mezcla de géneros, las expresiones exageradas y los cuerpos fragmentados resultan en un cóctel tan mordaz y violento como poético. “Cheatin’” es ideal tanto para los que conocen al director como para quienes quieren iniciarse en el “Universo Plympton”.