Exploramos la discografía de la cantautora mexicana para ver cómo construyó su sonido. 

Por Juana Giaimo

Me acuerdo esa sensación de familiaridad que sentí cuando empecé a escuchar los discos de Julieta Venegas. “¡Esta también la conozco!”, me decía canción de por medio. Por ahí es por esta misma razón que recién en los últimos años se está reconociendo su influencia en la escena musical latinoamericana. Es imposible imaginar a artistas como Ximena Sariñana, Carla Morrison o Javiera Mena (solo por mencionar algunos nombres) sin Julieta Venegas marcando el camino previamente. En años en donde predominaba el reggaetón o las baladas melodramáticas al estilo de Reik y Camila, ella trajo melodías llevaderas que no por eso son menos genuinas, delicadas y, sobre todo, sensibles. 

Qué lindo es prender la radio y justo enganchar una canción de ella, ya sea nueva o vieja, poder cantarla y pensar lo afortunados que somos en que haya estado dando vueltas en nuestras vidas desde hace ya tiempo. ¿Quién hubiese imaginado que era posible hacer canciones pop con un acordeón? Y sin embargo, casi lo dimos por sentado. A lo largo de dos décadas, Julieta Venegas hizo canciones que son como una caricia. Su voz se aleja de lo convencional y por eso mismo suena más cercana. Cuando uno explora su discografía, descubre la construcción y el desarrollo de un sonido propio, que es difícil ponerlo en palabras, pero que a mí siempre me pareció agridulce: siempre un poco feliz, pero siempre un poco triste y viceversa también. 

Aquí (1997)

Educada en piano clásico, Julieta Venegas siempre pensó que la música popular era de las guitarras, hasta que escuchó “Los Dinosaurios” de Charly García y se dio cuenta de que ella también podía ser compositora. La cercanía a ese instrumento se ve desde los primeros segundos de “Oportunidad”. La melodía nostálgica de un piano se corta abruptamente y da lugar a un ritmo canchero acompañado del acordeón, mientras su voz se desliza con confianza. La primera mitad del tracklist, tiene canciones de este estilo, pero a partir de “Con su propia voz” aparece la majestuosidad del piano, como esos acordes puros y solitarios de “Esta Vez” que acompañan una letra en donde la cotidianidad está extrañada: “Esta vez, somos de papel, somos las infracciones y las hojas de la biblia, esta vez somos honestos.” Como buen debut, Aquí suena juvenil, especialmente por la intensidad de su voz que pone a los sentimientos a flor de piel. 

 

Bueninvento (1999)

Dos años después de su primer disco, la guitarra eléctrica suplanta el dramatismo de Aquí en un disco muy noventoso. Bueninvento tiene un sonido más oscuro y tenso, con letras que parecen aludir a algo que nunca se nos termina de revelar, historias de amor puestas en una voz sedienta de deseo. Sobre todo, es un disco casi impredecible: pasa del estilo rockero de “Hoy no quiero”, a abrir “Casa abandonada” solamente con un acordeón tanguero, incluye también “Siempre en mi mente”, un cover de Juan Gabriel -el mítico cantante de baladas mexicano-, e incluso una canción acústica y etérea como ”Instantánea” puede de repente explotar en un rock muy bajado a la tierra. 

(2003)

Con este disco, empezó la época de mainstream de Julieta Venegas. Con Cachorro López como productor y Coti como co-compositor de los singles y varias canciones (dos artistas con los que trabajó en sus siguientes discos también), la dulzura y calidez de “Lento”, “Andar conmigo” y “Oleada” invadió Latinoamérica. Las guitarras acústicas y el sonido suave del acordeón contrasta con el trabajo anterior. Incluso las letras se volvieron más directas — pero no por eso menos sentidas. Este es probablemente su disco más confuso, en el que hay una tensión entre dos estilos diferentes. En algunas canciones todavía se escucha esa voz más áspera de Aquí y Bueninvento, solamente que las guitarras y el piano fueron reemplazadas por teclados y beats electrónicos. 

Limón y sal (2006)

“Estoy tan cansada de las canciones de amor, siempre hablan de un final feliz”, canta Julieta Venegas en la canción que abre un disco que está repleto de canciones de amor, pero de esas en donde no es todo blanco y negro, sino en las que se explora la confusión de los sentimientos. Musicalmente, Limón y sal se trata de un disco con mucha amplitud gracias al rasgueo tranquilo de la guitarra acústica y un ritmo sencillo. Entre estos límites, ella logra un tracklist variado: se acerca a una estructura minimalista para la sensual “Eres para mí” (junto a la rapera chilena Ana Tijoux), agrega un poco de reggaeton en “Primer Día” (junto a Dante Spinetta) e incluso un poco de tango en “Te voy a mostrar”. En Limón y sal, ella muestra que ya entendió la fórmula pop, es ese tipo de discos en donde las catorce canciones podrían haber sido singles.

 

MTV Unplugged (2008)

El MTV Unplugged de Julieta Venegas debe ser uno de los más subvalorados que hay. Las canciones que ya conocíamos suenan ahora más delicadas gracias a una gran variedad de instrumentos que incluyen nuevos arreglos de cuerdas y vientos. Incluso todavía hoy toca en vivo las canciones con estos arreglos. La versión a piano de “Lento” desbloqueó un nuevo nivel de vulnerabilidad y la colaboración con Mala Rodríguez en “Eres para mí” la tornó incluso más visceral. Además, incluye varias canciones nuevas entre las que se encuentra “Algún día”, junto a Gustavo Santaolalla, con un melodía ágil, en la que canta sobre el aprendizaje (un tema que aparece mucho en sus letras) y “El presente”, el hit del disco, con versos divertidos que siguen el estilo de la música mariachi y un coro en donde todo se silencia para dejarnos casi a solas con su voz. El MTV Unplugged no es simplemente un concierto en vivo, es también una relectura de su propia discografía desde un ángulo diferente. 

Otra Cosa (2010)

El disco musicalmente más twee de Julieta Venegas, es también el más irónico: “Prefiero amores platónicos, consuelo de tontos solitarios”, canta mientras de fondo suenan unos acordes de piano casi infantiles. En “Despedida” invierte la tradición de las canciones de desamor para festejar sinceramente una separación y en “Original” le responde a todos los críticos que dicen que la música ya no trae cosas nuevas y se canta a sí misma: “Esas promesas ya fueron hechas tantas veces, creo haberlas hecho yo.” Más allá del humor, lo que muestra es que lo importante es hacer canciones que lleguen a las personas. Solo hace falta escuchar “Debajo de mi lengua” (co-escrita con Adrián Dárgelos de Babasónicos) para que su voz te conmueva mientras canta sobre sus miedos e inseguridades. Este disco nació después de un período de aislamiento, y eso se nota. Frente a las canciones extrovertidas de y Limón y sal, Otra cosa suena íntimo y fresco a la vez. 

Los Momentos (2013)

Después de una década trabajando con Cachorro López, para su sexto álbum Julieta Venegas decidió cambiar de dirección y trabajar con Yamil Rezca como productor. En Los Momentos se acerca a los sintetizadores, pero en vez de ser un disco bailable, los teclados y los beats electrónicos acompañan a una voz frágil. La melancolía de Los momentos es desgarradora porque no añora algo del pasado, sino algo que no pudo ni va a poder ser, ya sea un país que se tornó violento (“Vuelve”, “Tuve para dar”) o la desilusión de un desamor (“Te vi”, “Verte otra vez”). Justamente, la canción que da nombre al disco está basada en el poema “Lo perdido” de Jorge Luis Borges que dice: “¿Dónde estará mi vida, la que pudo haber sido y no fue, la venturosa o la de triste horror, esa otra cosa que pudo ser la espada o el escudo y que no fue?” 

Algo sucede (2015)

Si Los momentos es un disco sobre lo no ocurrido, en Algo sucede se explora la vida. Con algunas canciones producidas por Yamil Rezca y otras por Cachorro López, el sonido ondula entre lo acústico, el synth pop y las baladas a piano. Incluye una canción sobre la infancia, “Ese camino”, y también otra sobre la adolescencia, “Esperaba”, que abre el disco reconociendo una de sus mayores influencias: “Las canciones de Charly sonando en tu casa, me hacían flotar sobre Buenos Aires, sobre el mundo entero, sobre el universo”. Si hasta entonces, las canciones de protesta eran sutiles, en “Explosión” y “Una respuesta” lleva esa sencillez de las letras para hacer una denuncia directa. En un mundo que asusta, las melodías del disco exponen las dificultades de la vida, pero también las razones por las cuales vale la pena decir “Buenas noches, desolación”.//∆z