En el marco de la competencia argentina del Festival de Cine de Mar del Plata, el director quilmeño presentó en conferencia El arrullo de la araña, su nueva película.

Por Santiago Berisso

Está claro que el cine fue hecho para ser visto, pero eso no significa que siempre haya que hacerlo de la misma manera. A la hora de estar frente a un film, el espectador puede recaer en un sinfín de aspectos o factores. En algunas ocasiones, la necesidad de dar a conocer una tan frecuente como dolorosa realidad, puede ser uno de elementos a destacar. José Celestino Campusano presentó su última realización en el Festival de Mar del Plata, en el segundo día de la 30ª edición de dicho festival. Afortunadamente, figura ya clásica en la cita costera anual. Se trata de El arrullo de la araña, largometraje que integra la Competencia Argentina.

En posterior diálogo con el público, Campusano sostuvo categóricamente: “Me llevo bien con el cine crispado, que sucede en zonas donde otros no filmarían”. En esta oportunidad, el cineasta oriundo de Quilmes nos sitúa en una ferretería, ubicada precisamente en dicho municipio, en dónde trabajan cuatro empleados bajo la autoridad (en la versión menos feliz del término) de Simón, patrón interpretado por Carlos Benincasa, quien se encarga de descomprimir el relato a partir de su absoluta incorrección política. Allí podemos ver con toda nitidez el análisis de posibles consecuencias que habrá que vivir tras cualquier paso dado la manipulación que baja del empleador hacia sus empleados. Porque eso hace Simón: nada de pares en situación de horizontalidad. Cada uno de los empleados que pase por su local, será sus súbditos y nada más que eso. “Hay muchos sectores de nuestra sociedad que son muy complejos, muy interesantes y están totalmente invisibilizados. El día a día, instancias de explotación y claustrofobia, generalmente, no se filman, pero hay cientos de miles de compatriotas que pasan su vida entre cuatro paredes”.

Dar luz a la marginalidad es un propósito que se puede encontrar en toda su filmografía. El arrullo de la araña nos muestra, sin escatimar en crudeza, cuán viciosos pueden ser los entrelazos en el ámbito laboral. Aquello que significa un pan la mesa al final del día, también puede ser la muerte en vida o, al menos, la suspensión de la existencia, como dice uno de los empleados al observar un reloj parado.

En vínculo con las actuaciones, Campusano sostuvo que “cree en la heterogeneidad del humano, por eso no utilizamos métodos convencionales de actuación o interpretación. Creo que el humano es talentoso de por sí y básicamente  hay que tomarlo, respetarlo y valorarlo de esa forma”. A su vez, el actor Rubén Serna agregó que José tiene una estrategia que consiste en “no invadir al actor, te suelta e igual logra lo que quiere”.

Luego de anticipar que ya se está concentrando en barrabravas y travestis como sectores a abordar en futuras producciones, sentenció: “Para mí, la mejor película está sucediendo delante nuestro. Habita en el corazón y la memoria del prójimo. Particularmente, escribo bastante, pero más que escribir es traspolar, del conocimiento social al encuadre”.//∆z