La editorial Adriana Hidalgo continúa con la publicación de las obras del dramaturgo y narrador suizo. En Halcón, Bärfuss narra treinta y seis horas de la vida de un hombre que sigue a una mujer desconocida por las calles de Zúrich.

Por Juan Alberto Crasci

Philip, un agente inmobiliario de cuarenta y cuatro años, se desencuentra con un cliente en un bar de la ciudad de Zúrich y, al verse atraído por una mujer, comienza a seguirla durante unas treinta y seis horas en las que abandonará de forma gradual todo tipo de relación con su entorno más cercano, como también cualquier tipo de interrelación con la muchedumbre que, rutinariamente, se traslada por la ciudad suiza. El juego se transforma rápidamente en obsesión. Pero en vez de dramatizar, Bärfuss elige resolver la narración con una fina ironía, con críticas a la sociedad moderna suiza y un particular sentido del humor que torna ridículas cada una de las decisiones de Philip en su alocado periplo ―pierde un zapato, su ingreso a un edificio se convierte en una odisea inimaginable, abandona su auto, etcétera.

Lo que en países como Argentina ilógicamente pareciera ser aun hoy la norma ―un hombre persiguiendo a una mujer―, en Suiza puede ser una rareza, una situación de extrema irracionalidad, o el disparador de una historia novelesca. Y Lukas Bärfuss, en Halcón (Adriana Hidalgo, 2108), no focaliza en lo oscuro del hecho para hacer funcionar el relato ―la mujer es inalcanzable, solo la ve de espaldas, comienza a seguirla al ver sus pies enfundados en unas zapatillas bajas de color azul ciruela y ésta nunca advierte que la están siguiendo― sino que parte de ese deseo desaforado y de ese comportamiento antisocial para hablar de forma moral de la vida del hombre en la sociedad contemporánea y del modo en el que este se relaciona con los demás.

Bärfuss postula que cada época tiene su objeto o instrumento rector clave para entender ese momento histórico, y el objeto que rige nuestras vidas es el cargador del teléfono celular. Así, el texto pretende durar lo que tarda en descargarse la batería del teléfono móvil ―la acción se desarrolla en poco más de ciento cincuenta páginas.

La huida de la sociedad llevada a cabo por Philip desde las primeras páginas del libro ―y que parecen acercarlo hacia la locura extrema― se queda a medio camino, ya que, en palabras del propio personaje, podría regresar a la rutina diaria sin mayores inconvenientes. Estamos ante un exceso de pasión y un deseo irresistible que, al mismo tiempo, podría ser controlado de inmediato por el personaje, por lo que resulta exagerada la velocidad con la que se desencadenan los hechos hasta llegar al fatídico y frío final.

De todas formas, es inteligente ―y acertado― el desplazamiento que realiza Bärfuss de la importancia del teléfono celular hacia la del cargador, y continúa, al mismo tiempo, machacando con la idea de lo importante ―diría vital― que es estar conectado a algo. La desconexión, hoy en día, parecería ser un callejón sin salida. //∆z

Halcón, de Lukas Bärfuss (Thun, Suiza, 1971)

Adriana Hidalgo, 2018

160 páginas.