La novela erótica Otro fue publicada este año por la editorial De Parado. ArteZeta dialogó con Ferny Kosiak acerca del proceso de escritura de esta novela y de cómo se resignifica el erotismo y la sexualidad en tiempos de pandemia y aislamiento.

Por Francisco Ocampo
Foto de Washington Atencio

El deseo, según Roland Barthes, está en la misma órbita que la lectura. En la literatura erótica, fundamentalmente, esta unión entre deseo y lectura es la invocación de una presencia. Y eso le da a la misma un potencial protagónico para explorar, reflexionar, autoconocerse y, por supuesto, para la excitación y el placer. Inmediatamente antes del anuncio del aislamiento, Ferny Kosiak, premonitorio, publicó su nueva novela: Otro, por De parado, la editorial “más puto de la Argentina” según sus directores Mariano Blatt y Francisco Visconti. Especializada en obras eróticas, dicha tradición estética no ha sido lo suficientemente valorizada en el canon literario argentino. Mucho menos a partir de la disidencia queer.

Nacido en Libertador San Martín, Entre Ríos, Kosiak coordina talleres y capacitaciones de literatura en Paraná, donde trabaja como profesor, en prensa, en corrección y publicación de libros independientes y como fotógrafo. Publicó, entre otros libros de cuentos, Soy tu monstruo (Supervisión, 2008), Tuit (Bicéfalo, 2012) y El crimen es una fiesta (Bicéfalo, 2015); los libros de poesía Morite Lacia (La gota, 2016), El final de los paisajes (Bicéfalo, 2017); la obra teatral La bondad de los extraños (Editorial de Entre Ríos, 2018) ganadora del premio Fray Mocho 2016 y las nouvelles Cerca del fuego (Baldíos en la Lengua, 2018) y Otro (De Parado, 2020).

 

En esta última, el autor entrerriano pone sobre la mesa un problema fundamental del ego erótico: la tensión dialéctica entre ausencia y presencia. El protagonista se calienta, se erotiza, y se enamora de su propio recuerdo, de un propio Yo anterior que se hace carne frente a sí. ¿Qué pasa con esa otredad propia en tiempos de pantallas, pandemia, aislamiento obligatorio? ¿Qué pasa cuando lo ajeno y lo propio se hacen tan indistinguibles? A partir de estas preguntas, charlamos con el autor entrerriano sobre literatura, sexualidad y deseo en tiempos del “quedate en casa” que, sin duda, abre un nuevo panorama de consideraciones y posibilidades para un género caliente.

ArteZeta: La escisión del yo, que “es otro”, como decía Rimbaud, es el procedimiento fundante del libro. Este  “otro” no es un simple yo “interno”, mental. Toma dimensión concreta, corporal e incluso erótica, auto-erótica para el protagonista. ¿Cuál fue el disparador? ¿Cómo fue el proceso de escritura?

Ferny Kosiak: Escribí esta novela hace unos tres o cuatro años y salió bastante de un tirón, no volví mucho a ella, como sí me ha pasado con otros de mis libros. No puedo recordar mucho cuál fue el disparador pero sí que estaba dándole vueltas a este concepto del otro, la otredad, el doble, muy presente en la literatura universal. A su vez, ese año estaba en mi segundo año de ballet, que empecé a mis treinta y pico. Quería escribir sobre ese mundito desde la perspectiva de un no-bailarín. Era malísimo pero me encantaba.

AZ: ¿Cómo fue el primer contacto con la literatura, por un lado, y con el género erótico, por otro?

FK: Con la literatura en general comencé leyendo clásicos que me regalaba mi tía Popi. El género erótico vino de las lecturas de fragmentos perdidos en otras novelas. El gran caudal de lecturas homo-eróticas vino después de la mano de Internet, pero siempre malas, mínimas, anónimas. Por eso me parece mínimamente loable que Francisco Visconti y Mariano Blatt, con De Parado, vayan hacia ese género, lo rescaten de la lectura de ghetto a través de ediciones de narrativas actuales pero también del pasado, como con Blas Matamoro y la bellísima novela Las tres carabelas.

AZ: La escisión del Yo no es solo personal, es temporal: conviven el presente de la narración y el “otro” que evoca cosas sucedidas tres años antes. ¿El recuerdo es una forma de trascender el erotismo o la pornografía? ¿Qué sucede cuando cuerpo y recuerdo, fuertemente unidos en la narración, se ligan tan íntimamente?

FK: Volviendo a la primera pregunta, cuando empecé a pensar sobre esta figura del otro también aparecieron otras preguntas. Para mí era una premisa clara que garchar con uno mismo sería el summum sexual, pero lo hablaba con un amigo escritor que me decía que para él no. Ahí es donde entra el recuerdo, que en la novela es paradójico, y la posibilidad de superarlo desde un presente construido con la sanación de uno mismo. Creo que el recuerdo nunca le puede ganar al erotismo aun siendo un recuerdo sexual, porque al traerlo al presente se carga de significación nueva, desde los gustos que cada uno tiene hoy. Es un presente capaz de cagar a cachetazos a cualquier pasado. De última, es más sano.

AZ: El comienzo de la novela evoca mucho la escritura poética, con el protagonista mirándose en el espejo, con una reiteración rítmica (“Miro mi rostro…”). ¿Qué sentís respecto a la división entre lo poético y lo narrativo? ¿Hay algo de ese ritmo que vos sientas que conecta con el baile, fuertemente presente en el argumento?

FK: No sé si con el baile pero sí con la música. Canté durante muchos años en coros y aprendí sobre el ritmo y es algo que incorporo mucho en mi poesía. Esa música y ese decir poético se me suelen colar cuando escribo otros géneros y me parece que es algo que es bello, que queda bien, que no es una narrativa dura. La división entre géneros es necesaria como guía pero es en los cruces donde aparecen cosas bellas y nuevas.

AZ: ¿Qué autorxs eróticxs te parecen relevantes en el panorama argentino actual?

FK: Cualquiera que esté por afuera de la heteronorma patriarcal. Leo muchísima literatura argentina, así que ni en pedo me metería en el quilombo de realizar una lista. También leo hombres cis pero creo que el cambio en nuestra literatura viene de la mano de autoras y autorxs de la disidencia. Hay para todos los gustos en ese amplísimo panorama.

AZ: En tu primer libro, Soy tu monstruo, exploraste el género del cuento fantástico y adoptaste el tópico del monstruo como “aquello que escapa de la convención y de la regla”. ¿Encontrás puntos de contacto entre ese puntapié inicial y esta última obra? ¿Este “otro” tiene de algo de monstruo?

FK: Sí. De hecho hay un cuento que se llama “Profesor en Cambridge” donde aparece la figura del otro/doble, de una manera más tradicional. Este Otro es totalmente monstruoso pero es un monstruo bello. Laiseca explicaba que escapar a la regla generaba un alguien espantoso o el cuerpo más bello del mundo, ambos extremos son monstruosos.

AZ: ¿Qué vínculo tenías con la literatura erótica en ese entonces y cuál ahora? ¿Cómo fue evolucionando?

FK: Creo que se ha mantenido bastante estable. Tanto antes como ahora he leído y sigo leyendo lo que me llame la atención sea del género que sea, no es que voy a la búsqueda de literatura erótica ni tampoco es algo que surja intencionalmente en mi escritura. Se da, acontece tanto en la escritura como en la lectura y, al mismo tiempo, es muy cambiante porque lo que a mí me puede parecer un fuego, a vos no.

AZ: ¿Cuáles fueron tus influencias para escribir la novela, dentro del género?

FK: Copi, Link, Puig, Aciman, aunque, como decía, no escriban puntualmente ni menos únicamente en este género. Hay retazos, escenas de sus narrativas que tienen ese erotismo más o menos soslayado.

AZ: ¿Cómo está afectando a tus procesos de escritura el contexto de la cuarentena y de la pandemia? ¿Estás escribiendo actualmente?

FK: Sí, de a ratos escribo y de a ratos la nada misma. Terminé una novela nueva, un par de cuentos y un ensayo breve, empecé otro ensayo y estoy intentando retomar la escritura de una obra de teatro que empecé a escribir el año pasado. O sea, en líneas generales no afectó a mi escritura, todo lo contrario. Pero, creo que como todos, voy y vengo con las ganas de hacer una u otra cosa.

AZ: En 2012 publicaste Tuit, microcuentos de hasta 140 caracteres. En esta novela, las redes sociales también aparecen fuertemente. ¿Qué rol cumplen en la sexualidad y en la construcción de la subjetividad hoy? ¿Las redes sociales construyen un “otro”, cuyo funcionamiento erótico/sexual es distinto del usuario de esas redes?

FK: Sí, obvio que sí. Creo que las redes son un claro muestrario de la histeria y eso es algo que está presente en Otro. Las distintas restricciones y recortes de cada red actúan como límites de subjetividad: lo que no podés ver o mostrar en una lo podés hacer en otra, la exacerbación de la imagen es todo. Como escribió Byung-Chul Han en En el enjambre: “huimos hacia las imágenes para ser mejores, más bellos, más vivos”.

AZ: ¿Qué pensás del desarrollo de la sexualidad y el erotismo en el marco de la pandemia y la cuarentena? ¿Cómo sentís que modifica la forma de vincularse? ¿Cómo afecta el hecho de la incertidumbre, de no ver una solución inmediata?

FK: Creo que es fluctuante en cada unx y que cada unx debe escuchar a su cuerpo y responder en la medida de lo posible. Sin dudas que a todxs se nos bajó o modificó el deseo en esta etapa de nuestras vidas y el no saber qué va a pasar la semana que viene es un peso latente sobre cada unx. Por eso creo que hay que estar muy atentxs al hoy, al presente, a ver qué deseo hoy, qué es lo que pide mi cuerpo sexualmente y qué es lo que le puedo dar. En esta última parte entra la profilaxis que, como explicó muy bien Paul Preciado en un artículo al inicio de la pandemia, nos lleva a pensar en épocas oscuras para todo el mundo pero especialmente para la comunidad gay: los ochenta, el sida, la peste rosa. Con todo ese peso latente, inconsciente o reconocido, más que nunca es cuando tenemos que ser creativxs para vincularnos con lxs demás pero, y sin sonar como un libro de autoayuda, con unx mismx.

AZ: ¿Qué rol sentís que puede desempeñar en este contexto la literatura erótica en un marco de distanciamiento social y conexiones digitales? ¿El espacio de la intimidad y la fantasía puede implicar un acercamiento distinto o nuevo al consumo del mismo, hoy tan fuertemente copado por el mundo audiovisual?

FK: Por un lado creo que afecta a lo concerniente a la difusión en cuanto a la editorial, pero al mismo tiempo pasó que con la alternativa del e-book lo leyeron personas que jamás yo hubiera pensado que iban a leerlo. El distanciamiento nos pegó a todxs de diferentes maneras a lo largo de este tiempo, de ponernos deseantes o todo lo contrario. Creo que la literatura erótica en este tipo de situaciones debería ser una caricia. Pero al mismo tiempo todas las narrativas eróticas tienen una gran parte de sus páginas dedicadas a algo más y es ese “algo más” lo que atrae o aleja y lo que termina llevando a este espacio de intimidad que decís. Lo erótico en la distancia tiene muchas formas pero todas parten de la intimidad. La intimidad con una pantalla, con un video o con las páginas de un libro. A quienes les gusta leer y también les gusta la fantasía de dos cuerpos en contacto son lxs que más disfrutan de hacer reptar las manos, de dejar de tocar páginas para comenzar a tocar su cuerpo.//∆z