Steve Shelley, baterista de la fundamental banda de rock alternativo Sonic Youth, regresa por quinta vez al país como miembro de Lee Ranaldo & The Dust. Antes del show del próximo martes en el Teatro Vorterix, habló con AZ.

Por Matías Roveta

 

La historia de cómo Steve Shelley se convirtió en el baterista de Sonic Youth es bastante conocida: a mediados de 1985 la banda estaba de gira por Europa presentando Bad Moon Rising y Shelley, en ese entonces todavía baterista del grupo punk The Crucifucks, les estaba cuidando la casa a Kim Gordon y Thurston Moore. Cuando la pareja regresó de ese viaje, ya con el alejamiento de Bob Bert consumado, le propuso a Steve el puesto de batero de Sonic Youth sin mediar audición. Por supuesto, Shelley aceptó el desafío y con el tiempo se consolidó con éxito en la difícil tarea de sostener el ritmo en una banda consagrada a someter a las canciones a todo tipo de experimentos: estructuras poco convencionales –o la ausencia total de cualquier estructura-, cambios de tempo permanentes y varias capas de guitarras ruidosas y disonantes que escapaban de todo concepto melódico. “Desde la técnica no soy el mejor baterista del mundo, pero disfruto tocar las canciones y sus estructuras”, dice Shelley con modestia sobre su rol detrás de los parches. Pero su historia es la de un esmerado baterista cuyo importante rol suele pasar desapercibido entre tanto noise.

Pero la historia de cómo se integró al proyecto de Lee Ranaldo, su compañero en Sonic Youth por casi tres décadas, es más previsible y menos sorpresiva. A comienzos de 2010 -cuando Sonic Youth estaba algo inactiva como banda y eso les permitía a sus miembros abocarse a otras tareas- el guitarrista estaba trabajando en un puñado de canciones en los estudios Echo Canyon West que el grupo tiene en New Jersey. Shelley andaba dando vueltas por allí y Ranaldo lo convocó para que tocara la batería en lo que terminaría por convertirse en un álbum solista del violero. “Lo encaramos como disco solista de Lee. Fue él quien escribió las canciones y produjo el álbum. Yo simplemente estuve allí para hacer las baterías y apoyarlo en su proyecto”, cuenta Shelley. El resultado, Between The Times and The Tides, terminó de grabarse en julio de 2011 y contó con un elenco estelar de músicos destacados: Jim O’Rourke (un multiinstrumentista muy vinculado a SY), Nels Cline (de Wilco), John Medeski (de Medeski, Martin & Wood), Bob Bert (el mencionado primer baterista de SY) y Alan Licht, son algunos de los nombres. Luego de las sesiones sobrevino el último tour de Sonic Youth (que los trajo a Argentina para un show en GEBA en noviembre de 2011) y el anuncio del divorcio de la pareja Moore-Gordon. Entre rumores de separación definitiva y con el parate de Sonic Youth ya consumado, Ranaldo decidió editar Between The Times and The Tides en marzo del año pasado.

Between The Times and The Tides es un disco revelador y sorprendente al mismo tiempo. Luego de casi diez álbumes experimentales y vanguardistas, es efectivamente el primero atravesado únicamente por canciones convencionales que Ranaldo decide editar. Algunas de ellas se acercan al sonido clásico de Sonic Youth y bien podrían haber formado parte de los últimos discos de esa banda: un mar de guitarras eléctricas y distorsionadas que dialogan entre sí domina los seis minutos de “Waiting on a Dream” y lo mismo sucede con “Xstina As I Knew Her”, un temazo que parece estar influenciado por Neil Young and Crazy Horse; “Fire Islands (Phases)” tiene una estructura mutante, varias guitarras con feedback y pasa por distintos climas, algo típico de SY. Pero, en general, el disco es mucho más cancionero y accesible para oídos no tan entrenados en la fantástica escuela de noise rock de Sonic Youth. En temas como “Hammer Blows” o “Stranded”, el entramado de guitarras acústicas y la escasa instrumentación permiten ver las tempranas influencias de Ranaldo: Bob Dylan, Joni Mitchell o Leonard Cohen. “Off the Wall” y “Lost” también marcan un alejamiento respecto de Sonic Youth: acordes cristalinos, melodías agradables y hasta una onda pop rock. Según Shelley, eso surgió con total naturalidad y, de hecho, no resulta extraño que un baterista que se formó tocando las partes de Ringo Starr sobre pistas de The Beatles haya participado de este disco. “Grabamos mucho por fuera de Sonic Youth, por eso no fue algo raro grabar Between The Times and the Tides. El objetivo es siempre hacer lo que nos gusta”, explica.

Esta será la quinta vez de Shelley en Argertina: vino dos veces para tocar con Sonic Youth (en el 2000 en el Club Hípico y en el 2011 en GEBA) y dos más en 2010 (una con su banda paralela Hallogallo y otra para acompañar a Christina Rosenvinge). Cuando se lo consulta sobre las expectativas con las que encara esta nueva visita, el baterista intenta bajar los decibeles y le hace un guiño al público sudamericano: “Me gusta tener pocas expectativas y dejar que las cosas pasen. Obviamente, queremos dar un gran show con Lee Ranaldo and The Dust. Y tenemos un gran cariño por nuestros fans en Sudamérica, son muy leales y apasionados, como lo somos nosotros con nuestra música”. Los planes de Sonic Youth a futuro son desconocidos y a la hora de hablar sobre esa banda Shelley elige el mismo tono de incertidumbre con el que se suelen expresarse sus compañeros: “No sé qué pasará, realmente. Trato de enfocarme en el día a día”. De hecho, en la inmediatez suya y de Ranaldo parece haber mucho más trabajo junto a The Dust: “Ahora terminamos de grabar un disco doble para Matador Records. Saldrá en octubre y en el show (el próximo martes en el Teatro Vorterix) haremos algunos temas nuevos de ese álbum”. ¿Y algo de Sonic Youth? “A veces tocamos alguna, aunque últimamente no lo estamos haciendo. Pero, ¿quién sabe?”.

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