La magistral pluma de Sabato nos introduce en los rincones oscuros de la mente humana, las obsesiones, la locura y la muerte.

Por Julieta Redondo

El túnel, de Ernesto Sabato, exhibe la profundidad y las miserias de un hombre que abre su alma de lleno. El personaje central es Juan Pablo Castel, un pintor de aires poco sociables, marginal en su propio entorno y culpable del asesinato de la mujer que lo obsesiona. El artista decide contar su historia desde la cárcel, narrando la cronología de su locura, sus necesidades y bajezas.

En ocasión de una de sus exposiciones, Castel conoce a María Iribarne. Recorriéndola, la mujer percibe aquel elemento implícito, intencional, que los artistas destinan a pocas personas; aquel elemento de la obra que no se comparte con cualquiera. La idea de que sólo esa mujer se detiene así, ensimismada, ante una porción de la obra que Juan más valora, lo convence de que debe acercársele y dirigirle la palabra. Por más que lo intenta, en aquella oportunidad no logra hacerlo y la pierde de vista por completo, sumiéndose en una marcada angustia al pensar que probablemente no vaya a verla de nuevo.

Tras varios meses de imaginar un encuentro espontáneo y de ensayar inicios de conversación, da con ella una tarde mientras camina por la calle. De forma torpe, Castel la encara y termina por hablarle de la escena del cuadro.

Con el tiempo, entre los dos personajes va naciendo un vínculo fuerte y tortuoso. La mujer, casada con un ciego, es algo esquiva a la intimidad del artista, aunque condescendiente. Se la pasa rehuyéndole pero, a la vez, correspondiéndole en silencio. Mientras tanto, el hombre describe lo que siente con una precisión escalofriante.

La brillantez de la novela consiste en que el protagonista explica un pensamiento laberíntico que suele terminar en conclusiones terribles, transmitiendo el dolor, el miedo, la desesperación y el desengaño de una persona hecha de carne y hueso, que no termina de entender por qué hace lo que hace.

Sabato nació en Rojas, provincia de Buenos Aires, el 24 de junio de 1911. Es ensayista, escritor, físico retirado y también pintor. Escribió numerosos ensayos sobre política, literatura, filosofía, y tres reconocidas novelas: El túnel (1948), Sobre héroes y tumbas (1961) y Abaddón, el exterminador (1974).

Fuera del género literario, demostró su compromiso social al presidir la Comisión Nacional de Desaparición de Personas (CONADEP), durante el gobierno de Raúl Alfonsín. Tras la investigación que llevó a cabo durante ese tiempo, editó el libro Nunca más, o Informe Sábato (1985), que refiere a los horrores de la última dictadura militar.