A más de tres décadas del nacimiento de Motörhead, Lemmy Kilmister sigue dispuesto a no ceder ni un centímetro en su particular cruzada: reivindicar al rock and roll como filosofía de vida y tocar la música más rápida y ruidosa del planeta.

Por Matías Roveta

The World is Yours, vigésimo disco de estudio de Motörhead, cumple con una heroica tradición de la banda: editar religiosamente un nuevo trabajo discográfico cada dos años, desde hace más de treinta. Y tiene todo lo que puede esperarse de Motörhead: Heavy metal con tintes de speed, como “Devils in my head” o “Waiting for the Snake”. Proto-trash, como “Outlaw” o “Born to lose”. Mids tempo pesados con influencias del Black metal y el Doom de Sabbath, como la gran “Brotherhood of Man”, que recuerdan a clásicos como “Orgasmatron” o “Killed bye Death”. Hard rocks ruteros, superveloces y a pura potencia, como “Get back in Line” o “I Know how to die”. Y canciones que, por la crudeza y aceleración del ritmo, como “I Know What You Need”, remiten a la energía del Punk. Esto último corrobora la idea de que Motörhead es la banda más punk dentro del metal, única en su especie, capaz de hacer convivir entre sus fans tanto a punkies como a metaleros, solo comparable en este sentido al fenómeno Ramones.

Por esto, la banda británica es una de las más interesantes anomalías en la historia del metal, carente de rótulo fijo. Cuanta razón tiene Lemmy cuando dice, desde hace más de 30 años, al inicio de cada show: “We are Motörhead, and we play rock and roll”, con la intención de escaparle a las etiquetas periodísticas, para sí definir cuestiones estilísticas. Así, también podemos sostener que es la banda más rockera dentro del Heavy metal. Es por eso que en The World is Yours hay toneladas de guiños al rock and roll: solos bluseros y riffs setentosos de Phil Campbell, junto a estribillos coreados (ideales para el vivo). A las canciones del más puro rock and roll, como “Rock and Roll Music” o “Bye Bye Bitch Bye Bye”, las ejecutan con un sonido atronador y con una superpotencia algo extraña para el género inmortalizado por Chuck Berry y Little Richard. El secreto está en cómo Lemmy acelera todo desde su bajo Rickenbacker, distorsionado y grave, rasgándolo como a una guitarra. Sumado a la versatilidad de Campbell y a la pared humana de sonido que representa Mikkey Dee, definen de lleno el género Motörhead, dando como resultado una de las más grandes químicas rockeras de la historia.

Motörhead fue siempre una Live working band, una formación (esta última) que se mantiene junta desde hace casi veinte años, y que no ha parado de girar nunca. Ese entrenamiento “de ruta” lo traducen en un sonido ajustadísimo y en discos directos, sin artificios ni trucos de estudio. Por eso The World is Yours suena como un disco tocado en vivo; el resultado de tres rockeros maduros de vieja escuela.

Lemmy, a los 65 años, no da tregua ni indicios de “modernismo”: vive en el mismo barrio de siempre (Sunset Boulevard) y frecuenta el mismo bar todos los dias (el Rainbow); se viste a diario con la misma ropa, de riguroso negro, mientras sigue luchando por los mismos valores, con una actitud hedonista hacia la vida y la creencia de que el “rock and roll es una religión verdadera”, como dice la letra de “Rock and Roll Music”. Como si no bastara, al frente de Motörhead desde 1977, toca la música de siempre. Si lo sigue haciendo bien, ¿Por qué cambiar?

AZ Recomienda: “Rock and Roll Music” y “Brotherhood of Man”.