Como si las películas fueran cuadros de Brueghel, “Museum Hours” de Jem Cohen es una pieza llena de personas y momentos. Un museo de Viena y una turista son los cómplices de esta trama llena de pinturas, fechas y Rembrandt.

Por Ignacio Barragán

Un auto pasa muy cerca de mí, un Malba iluminado por el sol de la tarde, una fila llena de gente aburrida, un poco pretenciosa y turistas emocionados; un guardia que colabora, una vendedora que también colabora, después, de vuelta a la fila. Escenas, momentos, detalles… si nos ponemos serios creo que podríamos decir que son los pilares que fundamentan la buena literatura. El hecho de legitimar la veracidad de la situación mediante los pequeños detalles que en ellos se relatan, un collar, una mirada, un escote, es autosuficiente para el lector. Esa es la clave de “Museum Hours” de Jem Cohen, una película abundante en detalles, estrenada en el 2012 y actualmente siendo presentada en el Malba.

La película de Cohen no habla de pasar horas en el museo como podría sugerirnos el título y tampoco demarcarnos un espacio socio cultural como es el museo para frecuentar como si fuese un impedimento. No, todo lo contrario. Pareciese ser que lo que nos quiere decir el director al final de todo es que deberíamos admirar a las obras de arte que se encuentran fuera de los museos: un estudiante laburador, las plazas y los detalles más ínfimos como las hojas en el piso. En principio, parece ser que esa es la clave de “Museum Hours”: el contraste entre la obra de arte que se encuentra en el museo y la que se encuentra en la calle, y de cómo nos vemos completamentente atravesados por la cultura.

La historia, de algún modo, es simple. Una mujer grande de Montreal tiene que viajar a Viena para cuidar una prima que se encuentra hospitalizada y en el medio frecuenta el Kunsthistorisches Art Museum. En esas idas y vueltas conoce al guardia del museo con el que comienzan una interesante relación de amistad que se va desarrollando a lo largo de toda la obra. Podría decirse que las partes más brillantes del film son aquellas que giran en torno al Museo de Arte de Viena a aquellos momentos en los que se funden las obras de Brueghel con su campesinos y sus parias junto con los visitantes del museo, aquellas personas que, indiferentes o no, son sensibles al material visual que puede generar un cuadro.

Es una película bien lograda de aquel que filmó un gran documental de Fugazi y otras bandas del palo. Sin ser en absoluto una perdida de tiempo, “Museum Hours” es una película para ver. En este momento la están pasando en el Malba los jueves y los domingos, un lindo detalle.//z

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