El novelista español rastrea en su historia personal para seguir preguntándose sobre la herencia de la guerra.

Por Alejo Vivacqua

En su última novela Cercas sigue la estructura semi autobiográfica de algunos de sus libros anteriores y narra la historia de Manuel Mena, un joven falangista que murió a los diecinueve años en la batalla del Ebro, el combate más famoso y definitorio de la Guerra Civil española. Mena era, a su vez, tío de su madre, y su figura, cuenta, siempre representó una especie de leyenda en su familia, una parte franquista de sus antepasados con la que el novelista no se había animado a meterse hasta este momento.

MADRID 15 02 2017 Javier Cercas escritor FOTO JOSE LUIS ROCA

El relato se mantiene, por un lado, con escenas del presente. El narrador, motivado por conocer más sobre la vida de su tío abuelo, visita el pueblo de Ibahernando, de donde proviene su familia. A partir de la investigación que va realizando intercala, con más suposiciones que certezas, la biografía de un joven que pasó de ser un estudiante promisorio a unirse en poco tiempo  a las filas de los sublevados. El libro es un intento no tan velado (en muchas partes lo deja claro) por entender los motivos que lo llevaron a pelear del lado “equivocado de la historia”, y a través de su historia particular englobar a muchos jóvenes de esa generación que eligieron el mismo camino.

Ubicado desde hace años en la posición del escritor como figura intelectual, aquel que no le esquiva a  ningún debate político o cultural, Cercas ha recibido incontables críticas desde ambos lados de la grieta. La que más le incomoda, según se puede suponer por las reiteradas defensas de sí mismo que ha hecho a lo largo de los años, es aquella que proviene del sector al que siente más cercano. Cierta izquierda española dice que sus libros representan el espíritu  de la reconciliación entre ambos bandos. Lo cierto es que tanto en Soldados de Salamina, donde se contaba la historia de un republicano que le perdonaba la vida a un soldado franquista, como en El monarca de las sombras, en la que sobrevuela la vergüenza que representa para él que buena parte de su familia haya apoyado al fascismo, la ideología queda cubierta por la máscara del antibelicismo, ese sentimiento totalizador que reconforta más de lo que muestra y que, en nombre de la absurdidad de la guerra, cree encontrar en las historias como la de Mena un espejo donde mirar un presente lleno de errores.//∆z

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