Eagles of Death Metal presenta su cuarta placa, Zipper Down. Un disco rudo, sexy y rockero que nos remite a la textura de la sórdida Las Vegas con sus luces y excesos dentro del marco natural que la presenta: el desierto.

Por Ignacio Vazquez

El hecho de que el cráneo detrás de Queens of the Stone Age presente un disco con una de sus bandas anexas obliga a los oídos a estar atentos. La banda gestada en 1998 por Josh Homme y Jesse Hughes vuelve a editar un álbum después de siete años de letargo musical. En sintonía con sus entregas anteriores, Zipper Down es un disco desértico de rock sureño con pinceladas de Creedence, Lynyrd Skynyrd y en algunos pasajes hasta alguna pizca de Little Richard.

Antes de abordar al álbum hay que dejar sentada una salvedad: Homme y Hughes son amigos desde la infancia. Esta aclaración está hecha por dos motivos. El primero es que esa relación le da al disco un toque extra, lo tiñe de un espíritu lúdico y distendido que le suma potencial. El segundo, es que solo un verdadero amigo soportaría las locuras y andanzas de “The Devil” Hughes y se encerraría en un estudio a grabar este disco; para mayor info este cronista recomienda el documental titulado “Redemption of The Devil”, que cuenta un año en la vida del guitarrista. No tiene desperdicio.

Ahora sí, bajamos el cierre y nos metemos. Con Hughes en guitarras y voz y Homme en batería, arreglos y producción como principales componentes, el LP es un condensado de canciones de rock puro y duro con varios puntos altos para destacar. Los primeros cortes “Complexity” y “Silverlake (K.S.O.F.M.) “, primer y segundo track respectivamente, son dos canciones rockeras ajustadas y con madera radial que se impregnan rápidamente en el lóbulo frontal del escucha. Otras dos gemas en el disco son “Skin Tight Boogie” (un tema que parece ser de Depeche Mode después de una inyección de overdrive) y “The Reverend” un hard rock que habla sobre los delirios religiosos de Hughes. Mención aparte merece el cover de Duran Duran, “Save a Prayer”: con un trabajo quirúrgico fueron capaces de extraerle el gen ochentoso a este gran tema y traerlo en moto chopera al 2015.

Cuando hablamos de Eagles of Death Metal es imposible no hablar de las cualidades de frontman de Hughes. Hacerle sombra al líder de Queens of the Stone Age estando en la misma banda no es tarea fácil, pero la actitud de old school rocker del hombre de excéntrico bigote devora la puesta en cuadro. Justamente pertenece a la vieja escuela que sigue los tres mandamientos: sexo, drogas y rock and roll. Es por eso que el resultado es un disco que en ningún momento pretende ser más de lo que es: un disco de rock. Y es justamente ahí dónde gana, donde abraza su identidad. Entonces solo queda poner play y echarle mano a una Harley Davidson, dejarse un bigote manubrio y poner cara de malo, calzarse los lentes de sol y agarrar la ruta con sus parajes desérticos y, en una de esas, parar en algún diner y llevarse a la moza más voluptuosa del lugar.//∆z