Corría el año 1987 cuando el famoso escritor y borracho Charles Bukowski fue contratado para realizar el guión de la película Barfly. Dirigida por Barbet Schroeder y basada en la vida del escritor, este film es un claro reflejo de las andanzas de un desgraciado buscando el sentido de la vida en su vaso de whisky.

Por Ignacio Barragán

Mi reino por una botella de birra. Ese era Charles Bukowski, ese poeta decrepito que se hizo famoso a sus 40 años y que fue admirado por toda una generación de jóvenes desarraigados encontrando en él, la misma desesperación que vivían día a día. Ese era el viejo Bukowski, aquel tipo que tomaba para escribir y escribía para tomar, aquel viejo verde que trasmitía la belleza de la poesía con una buena cogida y unos zapatos de mujer vacíos por la mañana. A decir verdad ¿Quién hoy en día no recuerda a el viejo Bukowski? Símbolo literario de una cultura outsider que había perdido la fe en la humanidad y deseaba romper las estructuras de lo cotidiano.

“Barfly” es una película de 1987 y el director que llevó a cabo esta obra fue Barbet Schroeder, uno de los tantos locos de la época que filmaba a Bukowski a todos los lados que iba y se regocijaba con sus poemas citados en la ebriedad absoluta. La idea de la película era simple: un productor llama a un productor que llama a otro productor para encargarle un guión a Bukowski para que haga lo que quiera. Charles por supuesto que se siente asqueado por una propuesta de tal tenor, pero finalmente sabe que las cuentas hay que pagarlas y que puede llegar a ser divertido escribir un guión de cine. Así arranca todo, unas latas de cerveza y el recuerdo de una mujer a quien había amado en sus primero años.

El papel principal de la película es interpretado por Mickey Rouke, quien es acompañado por la ebriedad y locura de Faye Dunaway haciendo de personajes renegados de la sociedad y repelentes a todo trabajo. Esta pareja de desocupados que se pasan los días frecuentando bares en busca de tragos gratis y peleas toscas son una clara representación de la propia historia de Charles Bukowski evocando el momento en el que él se había enamorado de una mujer a la que más tarde vio morir. Si bien la actuación de Mickey Rouke como el viejo escritor no es de las más geniales, el actor de “Rumble Fish” supo desenvolverse en los espasmos ebrios con los que Bukowski solía andar y dominó su hablar lento y pausado.

Una de las particularidades más interesantes de este film -más allá de la propia aparición de Charles Bukowski en la película-, es que dos años después de su estreno aparece un libro del viejo Chinaski denominado Hollywood. En esta novela, el autor cuenta en primera persona su experiencia en el rodaje de la película y los pormenores de la desagradable vida de las estrellas arremetiendo contra personajes como Jean-Luc Godard, David Lynch o hasta el propio Mickey Rouke, con quien tiene una relación de amor-odio nacido de la pasión de ambos por la bebida. Es el autor mismo quien ya hacia al final de su obra escribe admitiendo la farsa en la que se había involucrado diciendo: “Pasaron los créditos con las fichas técnicas, entonces apareció mi nombre. Yo era parte de Hollywood, aunque fuese por un pequeño instante. Era culpable”.

Esta película, que no es mas que una crónica desesperada del hombre, tiene reflejada la mirada de un autor que la vida se lo llevo por delante y aun sigue en pie. Es el cuadro preciso y detallado de aquel borracho que fue Charles Bukowski, al que aún extrañamos, pero al que nunca dejamos de leer.//z

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