Después de un año glorioso, el reconocido productor busca surfear la cresta de la ola.

Por Gabriel Feldman

Pasado el 2013, Pharrell Williams, 41 años, compositor, productor, cantante, emprendedor, empresario polirubro, desde el entretenimiento, la música, la moda (con su sello y marca propia de ropa, entre otros) se convirtió finalmente en el super-productor del XXI, Rey Midas de la canción, después de participar de los dos megahits del año, “Get Lucky” con Daft Punk y, “Blurred Lines” de Robin Thicke. Completó la cosecha  con una de su propia autoría, “Happy”, para la película “Mi villano favorito 2”, himno para aquellos corazones que sienten que todo es posible, y una plataforma con el primer video promocional de 24 horas de duración, cuyo promesa fue mucho más innovadora que su contenido propiamente dicho. Pero algo entendimos de invasión de luces, colores y hormonas: Pharrell Williams necesita garchar más.

Envalentonado entonces, su segundo disco solista no tardó en llegar, influenciado también por las críticas sobre el contenido sexista de la canción y el video de “Blurred Lines”. Se sintió incomprendido, porque él, por supuesto, ama a las mujeres. Pero debe ser un error porque él, con la mano izquierda en el pecho, porque siente lo que va a decir, lo siente en serio, y ojos entristecidos por la incomprensión, las ama y respeta profundamente: “Amo su cuerpo, su mente, cuerpo. Todo. Y si alguna vez me encontrás colgado mirándote, no lo puedo evitar, es que estoy tratando de comprenderte. Sos como un libro que desesperadamente me gusta tratar de leer”. Entonces G I R L, su homenaje. Su gran carta de amor y respeto para ellas, o al menos algunas de ellas: “las libres, honestas, llenas de confianza, que nos les importe lo que otros piensan de sus vidas” (colas firmes y calzas, se aceptan también).

Play: “Marilyn Monroe”, el inicio con el arreglo de cuerdas y enseguida ese “Different” que enuncia con confianza. Canción a las mujeres distintas. Ni Marilyn Monroe, ni Cleopatra, ni Juana de Arco, ellas no son nadie para él. Quiere una chica diferente, “que no necesita adjetivos para describirla”, pero viendo el video de la canción nos podemos dar una idea de lo que le gusta. Y, por otro lado, él es diferente, versátil, se permite este tipo de licencias, que otros gangstars no incluirían y los sumaría como elementos distintivos a lo largo del disco. Al igual que utilizará algunas de sus fórmulas ganadoras para crear la canción pop “perfecta” (hablamos de las intros con un simple conteo de cuatro, como antesala a la melodía principal). Equipo que gana se mantiene, pero si se puede reforzar con algunos jugadores, la ayuda de amigos es aceptada: Kelly Osbourne, Justin Timberlake, Daft Punk, Miley Cyrus, y Alicia Keys, que se luce en “Know who you are”.

Canciones influencias por la sensualidad del soul de Marvin Gaye, y el híbrido de funk, r&b y pop de Steely Dan. Con baterías minimalistas, bajos gordos, y batidas de palmas acentuando los golpes fuertes del beat, introduciéndoles desde el vamos la reacción que se espera. Aplauda, baile, muévase: siéntase feliz. En este sentido, su trabajo es magistral. Sabe cómo hacerlo. Su mente sinestésica le permite experimentar los colores en el sonido y saber cómo combinarlos. Y ahí la frutilla del postre con capas de voces: la principal y los coros, aunque a veces se engolosine con el falsete sexy y se transforme de príncipe azul a macho alzado (“Hunter”; “Gush”; “Come get it Babe”); y de macho alzado convertirse en un goma que saca ideas de la Revista Hombre.

Sobresale del resto “Lost Queen”, donde se lo escucha más honesto, sin tanta pose, animándose a jugar con percusiones tribales, sampleos de la naturaleza y sosteniendo la melodía con su voz, sin exagerar con el falsete y sólo dejándose llevar, logrando una pieza muy bonita libre de la superficialidad reinante. Lamentablemente quedará como una joya escondida entre tantas luces de neón, sus ocho minutos no la invitan a ser un nuevo corte.

GIRL como disco “conceptual” pierde por goleada, cayendo en lugares comunes, cantándole al softporn del primetime televisivo y la alegría new age. En ese sentido, por más ritmo envidiable que pueda tener, la clase que se supone que ostenta se empieza a chorrear de nuestro equipo de audio como el aceite de las milanesas. Tampoco hay que ser ingenuos, esa no era la idea, aunque así es como él se encargó de presentarlo en sociedad. Éstas serán las canciones que rotarán y rotarán, hasta que terminen cansando. Con “Happy” ya está en el límite. Algunas lindas canciones, otras chorizos transformados en oro por el Rey Midas, pero recordemos que Midas, viendo que no podía consumir alimento que a su contacto quedara transformado en metal precioso, pidió a los dioses que lo libraran de su don.

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