Gladyson Panther, Marcos Díaz (Entidad Animada), Fermín Ugarte y Lux Raptor de Ymperio crearon y publicaron diferentes materiales musicales en medio de la pandemia. Conversamos con ellos acerca de este proceso.

Por Lucas González

La pandemia puso la vida en suspenso. Ante la incertidumbre, la escena emergente responde con discos caseros y propuestas desde la urgencia. Podemos encontrar la del crooner experimental Fermín Ugarte. O el post punk electrónico de Ymperio, dupla que armaron Lux Raptor y Facundo Romeo de Pyramides. También está el indie lo-fi del rosarino Gladyson Panther y el ambient conceptual de Marcos Díaz, quien a falta de compañeros se calzó el traje espacial de Entidad Animada. ¿Cómo se produce música desde el aislamiento y bajo la impunidad del presente?

Ymperio: Demo – manifestación

“No era algo tan formal, fue más bien una prueba. Quisimos ver qué pasaba si uníamos fuerzas y el resultado nos copó”. Lux Raptor habla así del inicio improvisado de Ymperio, dueto que ahora comparte con Facundo Romeo, también compañero en Pyramides.

Su debut fue al inicio del aislamiento con Demo – Manifestación. El “disquito” fue trabajado virtualmente y está sólo disponible en Bandcamp. Amalgama la identidad sonora de él, que “viene a ser más oscura, más post punk”, y la de ella, curtida definitivamente en “una electrónica antigua, lo fi, no tan punchi”. Es decir que suena oscuro, denso y al mismo tiempo bailable, como si la base instrumental de Broadcast y Ian Curtis reinterpretaran “Dancing In the Dark” de Bruce Springsteen.

Hay puntos de contacto, pero Ymperio no es Pyramides. Tampoco intenta serlo. Es más bien un spin off que un lado b. Se apoya en la voz de Romeo y lo que importa es el cómo y no tanto qué canta. Además, prescinde casi por completo de la guitarra y basa su instrumentación en máquina de ritmo, sintetizador y bajo.

Aunque el álbum-demo-manifiesto apareció escalonadamente, el primero de sus cuatro temas se colgó un 20 marzo, pero fue eliminado de inmediato. Para sorpresa de ambos, “Estado”, única canción compuesta previa a la pandemia, generó un “buen feedback entre amigues”. Así que decidieron pulir el sonido y subirlo una vez más. “Todo es subjetivo y cada cual le da el sentido que quiere. Hay canciones re oscuras, que me dan felicidad, y también hay quienes podrían sentir reflejado el encierro, pero yo no lo veo así. De hecho, me siento bastante a gusto en casa”, dice Lux.

Ella, además, tiene un proyecto solista que en breve lanzará material, toca en la banda de Barbi Recanati y pasó por Hermanos McKenzie. Sus días no cambiaron tanto a partir de las restricciones de movilidad: “Ya llevaba una vida un poco recluida. Trabajo en la música hace bastante y siempre tuve esos espacios de ponerme a producir, mezclar y grabar. Obviamente, los tiempos actuales son más laxos, el ritmo de todos se vio gigantescamente afectado. Se compone cuando se puede y no hay ningún apuro, compromiso ni un deadline”.

Entidad Animada: Aplanando la curva

Imposibilitado de ensayar con Bosques o Medalla Milagrosa, Marcos Díaz a.k.a. Entidad Animada se despachó con el etéreo Aplanando la curva. LP conceptual y —dato no menor— uno de los primeros en salir en el transcurso del confinamiento obligatorio. “Aunque tenía tiempo libre, lo apuré porque, personalmente, pensé que la cuarentena iba a durar menos. Fue todo muy pronto y terminó siendo un récord infame”, dice entre risas. Pero recupera la postura y repasa el calendario: lo registró a fines de marzo, lo publicó a principio de abril. Demoró apenas dos semanas.

“No existe un momento puntual en el que digo: ´Voy a crear un disco` y lo empiezo. Es un proceso constante. Siempre estoy grabando, jugando con los aparatos, agarrando cosas viejas y transformandolas. Por lo menos hasta que haya material que más o menos pueda editarse como una unidad. En este caso, me parecía interesante sacar algo así, ya que fue una manera de reflejar lo que viví al arranque”. De ahí el título: “No me maté mucho, al principio miraba el noticiero compulsivamente. Ahora no le doy ni bola, pero me gusta agarrar nombres, palabras, y resignificarlas. Dejarlas abiertas a la libre interpretación del oyente”.

La cuarentena implicó austeridad en el equipo: “Quedó todo en la sala, así que sólo lo usé un sampler, una máquina de ritmos, la computadora y un gran banco de sonidos al que casi no tuve que recurrir”. El tracklist, impregnado de electrónica y música ambient, contempla del “Día 1” al “Día 9”, con excepción del quinto y del octavo, que no figuran: “Se ve que no surgió nada. Porque la idea, así como el que se planteó terminar un rompecabezas o ejercitarse durante el encierro, fue hacer desde cero una canción por día”.

En realidad, Marcos explica que quedaron varias composiciones en la gatera y solamente eligió las que mejor se relacionaban entre sí. Además, cada una posee un mood que varía de acuerdo la jornada en la que se produjo. “La música, y las vibraciones que la componen, tienen la facultad de transmitir sensaciones e introducirnos en un determinado estado. Pienso que el sentimiento es inherente al sonido: una persona sola tocando la guitarra en su habitación, el paso del carguero por Caminito o el canto de un pájaro libre un domingo de sol. Incluso la ejecución más fría y estéril transmite una emoción. El sentimiento está en la atmósfera que envuelve el movimiento vibratorio de los cuerpos sonoros”.

Fermín Ugarte: Domiciliaria

Al principio de la cuarentena, y de manera inconsciente, Fermín Ugarte proyectó lo que terminaría siendo su primer trabajo solista, Domiciliaria. El cantante de Tobny Houston explica: “Vivo un momento de mucha sensibilidad, muy conmovido, supongo que como la mayoría de la gente. Pero no pensé el disco para abstraerme. Sin embargo, tengo una tendencia a conectar con lo que sucede a mi alrededor. Me gustan las letras ácidas y tiernas, las que le dan bola a los aspecto emocionales, crudos y contradictorios”.

Por otro lado, Ugarte indica que el EP de cuatro canciones nació debido a la “inusitada cantidad de tiempo libre que tuvo a disposición”. Dedicó entre cinco y seis días a componerlo y dos semanas semanas más a la mezcla y masterización. ¿El otro factor determinante? “Una serie de experimentos sonoros”. Manipuló samples, metió mano a sonidos y ensayó con recortes. Pifió, probó y percibió lo que sucedía hasta que el proceso tomó forma de “pequeña obra” y lo editó.

Este Victor Frankenstein centennial se parapetó en la soledad de su home studio y utilizó lo que tenía al alcance de la mano para grabar: parlantes, micrófono, una pequeña placa de sonido, guitarra, bajo, teclado y el software Ableton Live. “Un set up muy mínimo”, dice el músico de 23 años, “pero al que aprendí a sacarle jugo”. Una muestra de ello es la anfetamínica “Yonqui”, donde deforma su voz, samplea “Gronlandic Edit” de of Montreal y cuestiona el accionar de un supuesto Dios.

“Metropolitana” y “Logos”, en cambio, son las pistas más bailables de Domiciliaria. “No fue algo buscado. Todo lo contrario, se dio orgánicamente. El álbum está trabajado en su mayoría con recursos electrónicos”, apunta Fermín y enumera entre sus referentes a Four Tet, Caribou, Floating Points y —su favorito— LCD Soundsystem: “La electrónica es un género que me interesa muchísimo y con el que no había podido experimentar en profundidad hasta el momento”.

Apartado de la experimentación, en “Cínico” canta desde un “lugar más central e íntimo”. Es, asimismo, una canción “con toques de ironía y muy emocional”, que lo acerca al sonido hogareño de Tobny Houston. Sobre el grupo que comanda desde 2015, anticipa: “El tercer disco lo producirá Juan Stewart. Ya que la pandemia nos aplazó todos los planes, decidimos publicarlo el año que viene”.

Gladyson Panther: Abejas y flores

Gladyson Panther tiene 18 años y alrededor de veinte discos desparramados entre YouTube, Spotify, SoundCloud, Bandcamp, entre otras. “Si bien es un montón, no significa que todos estén buenos. Hay algunos que sí, y otros que no tanto”, admite Santino Martin, la persona detrás un álter ego que se educó sentimentalmente en la escuela del fallecido rapero Lil Peep y del trovador caído en desgracia Pity Alvarez. “Yo hago canciones. Me gustan los estribillos, las estrofas y las baladas”, asegura el ex Cabeza de Tortuga.

Su trabajo pandémico, Flores y Abejas, salió a principios de mayo y puede tomarse como una pequeña inyección de endorfinas frente a la incertidumbre pandémica. O como un punto de fuga en medio del aislamiento preventivo que incluye sintetizadores, baterías programadas y reflexiones sobre la nueva/vieja normalidad: “no sé bien si aprendí a volar / porque me siento encerrado en mi cuerpo”.

“Cuando todo esto termine saldremos a abrazar árboles”, dice Santino y agrega que, para idear los cuatro temas del EP, se armó una carpeta con muchísimas imágenes relacionadas a la naturaleza. Según él, se trata de un quiebre en su prolífica obra, de un recreo compositivo que surgió espontáneamente. Un acto reflejo-artístico “para que la gente sepa que además soy capaz de hacer algo completamente distinto”.

Inquieto y a la vez disciplinado, sube composiciones propias y versiones a la red desde hace por lo menos cuatro años, pero su “debut oficial”, con el que definió su impronta lo-fi, fue Rocanrol, de 2018. “Al principio tenía rabia, enojo, una molestia con la vida en general”, recuerda Gladyson acerca de aquel LP seminal que dedicó a Duki: “Sentía que era algo nuevo y jugado, hoy no me genera nada”. Aunque demorado por la cuarentena, actualmente también celebra el lanzamiento de su nuevo larga duración, No me pidas perdón. “Ahora me encuentro en un momento completamente diferente. Inspirado por otro tipo de cosas. Por eso lo anterior suena más alegre”, dice el héroe del indie rosarino.//∆z