Segundo disco de una banda que desde el Oeste viene haciendo ruido. Con la producción de Leo Ghernetti de Defórmica, Proyecto Quasar pisa más fuerte que nunca.

Por Gabriel Feldman

Las personas que son incapaces de reconocer los rostros, el propio como el de otras personas, sufren de prosopagnosia, una condición mental de la que se desconoce su origen, aunque en ocasiones está claramente causada por una lesión cerebral, y para la que no hay ningún tratamiento efectivo. La persona afectada puede ver las caras, pero no reconocerlos  como los que son propios de determinada persona, ya sean de su pareja, hijos, o más cercanos allegados.

Sin poder cerrar los ojos desperté

frente a miles de miradas.

(“Eutanasia”)

 

Ya hecha esta aclaración no parece extraño que en Prosopagnosia, el segundo disco de Proyecto Quasar, nos encontremos con canciones de tinte oscuro. La desesperación y el abandono son las claves donde se construyen estas ocho composiciones. A su vez, la portada con ese cristo sin rostro, como si fuera la figura inmortalizada en el Santo Sudario, nos lleva a un terreno con cierto misterio esotérico. El coro inicial de “Perdre” no hace otra cosa que ratificarlo, hasta que la guitarra rompe esa sobriedad y nos vemos envuelto en un remolino encabezado por los desvaríos de la percusión. Cualquier acotación que pueda hacer hace agua. Mejor escuchar.

Proyecto Quasar es una banda de Morón que se configuró definitivamente en el 2005. Tres años después grabaron su primer disco homónimo, donde se podían apreciar las diferentes influencias que nutrían a su música, desde Invisible y Pez, hasta King Crimson y Radiohead, siendo los Mars Volta una banda con la cual se los podía emparentar más a primera escuchada: en ese entonces un sexteto con sintetizadores, teclados, batería, percusión, bajo y guitarra; intérpretes de lujo; métricas más irregulares; bases matemática; canciones que se bifurcan y buscan diferentes climas, yendo de la tranquilidad al caos o viceversa; psicodelia y explosividad hardcore; letras bastante cargadas con tintes misteriosos; y un cantante arriesgado como Emmanuel Loyola, tan melodioso como chillón.

En este segundo disco, grabado en vivo en estudios Del Cielito y producido por Leo Ghernetti, guitarrista e ideólogo de Defórmica, el sonido está mucho más nítido. Se escucha fuerte, claro y poderoso. La ya nombrada “Perdre” nos vaticinaba ese hermoso caos, como una catarsis, adonde muchas de las composiciones de PQ decantan.  Sumada a “Eutanasia” es un comienzo demoledor. Pero, además de composiciones que marchan al servicio de la rítmica endemoniada, también nos encontramos con el costado yorkecólico de “Placard”: frágil e invencible.

Un poco más de media hora les alcanza para vaciar todo su arsenal. No se guardan nada. Después de la punzante y ascendente “Séptimo”, Loyola solo con su guitarra entona la despedida final con “Ceniza”: “Sabes, si pudieras atarme aquí/ no sentirías más culpa del tiempo/ Aprieta, la cuerda hasta que sangre en mí/ Te pediría que vuelvas con flores”.

Descargar – Bandcamp

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