El Rey, EP del platense Javi Punga, nos regala siete canciones para que el verano dure por siempre.

Por Gabriela Clara Pignataro

Hay cosas del orden posible: elegir los movimientos para empujar el intento hasta el final del día. Hay cosas del orden de lo probable: anochecerse de la mejor manera. Hay cosas del orden concreto: la presencia empírica de los cuerpos que queremos. Cosas del orden imaginado, la mediumización holográfica que trae en tiempo y espacio la imagen mental de viajar. Lo concreto de la extensión de tierra que pisamos y se humedece, lo imaginado arbitrario vuelto concreto de los límites geográficos. También hay cosas del orden de lo presente. Extractos de vida mundana, urbana, postal circundante de una generación de poca plata en los bolsillos y muchos sueños simples alrededor. La resaca un primero de enero, el viento entrando por la ventanilla en la velocidad de la ruta, la presencia del amor en el pensamiento, el vagabundeo de un sábado a la noche.

7 (siete) (número perfecto) canciones, chinches clavadas en la blanca tempestad de un telgopor en la pared, sosteniendo pasajes, la foto del espejo retrovisor, la remera transpirada de un recital. Javier Cereceda alias Javi Punga dispara sin pólvora y con velocidad balas que se detienen justo delante nuestro rescatando en el impacto el tiempo presente. Y cuando hablamos de presente, hablamos de su oblicuidad, de poder quedarse en la nimiedad de un momento para hacer que el tiempo valga más.

-Detenete, escuchá, estás acá y eso es lo que importa- parece decir y luego se toma un vaso de algo bien helado.

Desde las bases hasta la punta de la corona resuenan canciones limpias, frescas y despojadas, un cuarteto musical contundente: el peso exacto de un disco que pide ser llevado en los oídos para salir a caminar en los días de verano.

Todavía hace calor, todavía estamos jóvenes sin importar la edad. Todavía estamos acá mojados después de caer en zambullida en un nuevo año. La resaca quedó en el taxi, la ruta está a un costado, vamos mi amor con esa guitarra de fondo a respirar las horas de estos días.

Todavía falta para el barro cienagoso del otoño y sus bebidas tibias que dejan manchas en nuestras remeras preferidas.//z