El segundo disco de Alt-J, This is All Yours, presenta una gran variedad de texturas y un juego envidiable de voces que, pese a su perfección, por momentos lo vuelve predecible.

Por Agustín Argento

El disco arranca con “Intro”, una canción que, lejos de ser una introducción, es un tema muy bien acabado, con unos coros mezclados entre sí y una batería distorsionada que lleva a la desesperación. Las voces  se imponen desde el primer segundo como el detalle descollante de una placa que presenta una gran juego de armonías y diferentes climas.

Como si fueran unos escuchas pródigos de Radiohead, el trío oriundo de Leeds muestra esa faceta mezcla de In Rainbows y Ok Computer a lo largo de todo This is All Yours. “Arrival in Nara”, la segunda canción, es un ejemplo de ello. “A pesar de que no puedo ver, puedo escuchar su sonrisa como si cantara”, reza en una suerte de estribillo que no se termina de soltar. El piano y un río de viento de fondo elevan la nostalgia.

En “Nara”, con un “Aleluya”, la melancolía empieza a ponerse más oscura y rockera a la vez. No meten guitarras con distorsión, pero ya la batería sube el volumen para imponerse en los oídos. El clima del disco empieza a ponerse denso, pero, como si fuera un oxímoron, esta densidad muestra la plasticidad de los ingleses.

Las flexibles voces de Gwil Sansbury y Joe Newman lo llevan a pasear a uno por un encantador bosque que las guitarras, vientos y cuerdas lo asemejan mucho a los de las historias de hadas celtas y medievales. Con claros conocimientos en la música clásica, las texturas de This is All Yours pasean por un sinfín de pasillos.

“Every Over Freckle” y “Left Hand Free” forman un dueto perfecto. La primera, como saliendo de aquel bosque, va llevando hacia caminos más despejados en un clima post lluvia y con los rayos de sol asomándose por entre las grises nubes. La segunda canción de este pareja es la ruta que del monte va directamente a la playa. Es el track más suelto de la placa, llevando una guitarra que hace confrontar, dentro de su riff, el blues con el grounge californiano y playero.

Las composiciones, excepto por esa semejanza al quinteto de Oxford, son algo extrañas para el rock inglés. Los diferentes ritmos y climas que crea se asemejan más a la desprolijidades estadounidenses que a la estética británica. Y justamente, por ser una banda de Leeds, es que esta rareza e transforma en predecible.

A partir de “Choice Kingdom” el álbum pierde la frescura que hasta un tema antes tiene. Justo a la mitad del disco, el camino se vuelve conocido en un trabajo cuya atracción es la novedad. La perfección de las voces comienza a sonar familiar y ese halo del medioevo se espera (y suena) en todas las canciones.

This is All Yours podría ser mejor de lo que realmente es. Podría tener el rumbo de los primeros siete temas para continuar con la sorpresa. O podría, por el contrario, tener tres o cuatro canciones menos, para que todos esos sonidos que van y vienen nos mantengan dentro de los hermosos pasillos que la fascinación musical suele crear.//z

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