Apostillas a la primera Noche Circular: el sábado pasado en el Viejo Correo desfilaron Atrás Hay Truenos, Tobogán Andaluz, Sue Mon Mont, Mi Amigo Invencible y Los Espíritus.  Un retrato de la nueva escena independiente.

Por Joel Vargas
Fotos de Nadia Guzmán

3,14. Los dígitos que esconden la esencia del universo. El número π (Pi), un concepto borgeano que fascina al ser humano desde tiempos inmemorables. El eterno retorno, la idea de que todo va volver a pasar dominó a culturas tan disímiles como la azteca y la griega. Con la llegada del monoteísmo, se abandonó la idea del tiempo cíclico y se instauró el tiempo lineal tal como lo conocemos. El progreso, una evolución infinita. 3,14. Los minutos que puede durar una canción. El culto al instante: un pogo, un puñado de luchitas con música de fondo. Cualquier niño sensible sabrá de qué estoy hablando. 3,14. El valor numérico de una circunferencia. Como el calendario azteca que tenía en su remera Mariano Castro de Mi Amigo Invencible en la primera Noche Circular. Un festival que nucleó el sábado pasado en el Viejo Correo a cinco de las bandas más importantes de la nueva escena independiente: Atrás Hay Truenos, Tobogán Andaluz, Sue Mon Mont, los ya mencionados, MAI y Los Espíritus. Una noche redonda.

“Sigo el camino/por donde vinimos/piso en las huellas/repito lo mismo/y vuelvo al principio” fueron las primeras palabras que cantó Roberto de Atrás Hay Truenos. “El Pantano”, abrió el trance, el loop. Los neuquinos demostraron porque son una de las bandas con mejor presente de la escena. “El Encanto”, “Frutas Secas” y “Luna Vieja” fueron algunos de los vaivenes emocionales, donde guitarras guiadas por propósitos sobrenaturales se envolvían en baterías creadoras de partículas densas, oscuras. La voz estaba al frente, un lamento que jugueteaba con las palabras y descifraba verdades ancestrales. Pequeñas muestras de un universo en pleno crecimiento.

“Canción de Navidad” fue el comienzo del agitado set de Tobogán Andaluz. Y no importó que el escenario estuviera muy alto, que el sonido del lugar fuera paupérrimo. Nada de eso fue un impedimento para que la máquina de matar hormigas de Facu Tobogán estuviera afiladísima. Fue un desfile de criaturas que se escaparon de visiones de un Ray Bradbury enamorado: “Un tesoro en la avenida”, “María juega a ser un avión”,  “Viaje de Luz” y, el tributo al agite, “Lo que más quiero”. La cosmogonía de Tobogán Andaluz: simple, rabiosa e intensa.

Existen cuatro elementos: el aire, el fuego, la tierra y el agua. Según la física aristotélica hay un quinto, el éter. Una sustancia que viene a llenar el vacío. Tiene un carácter resplandeciente, posee un movimiento circular natural. La esencia unida de los cuatro integrantes de Sue Mon Mont forma ese quinto elemento. Rosario Bléfari, Gustavo Monsalvo, Marcos Díaz y Tifa Rex juntos poseen una química intrínseca que en los escenarios se hace evidente con composiciones como Lejos”, “Besos” y “Diferencias”. Esa noche no fue la excepción, el éter encandiló y llenó a los 600 presentes.

Según Borges al hombre puede reducirse a una colección de sensaciones. Y al repetirse aunque sea una de ellas derriba la concepción del tiempo lineal. En un show de Mi Amigo Invencible se recrea un catálogo de sentimientos. Cada melodía te conecta con un yo que ya fuiste y que vas a ser. El sábado los organizadores de la Noche Circular con la chispa del baile, la eterna creación,  destrozaron el paradigma del progreso evolutivo moderno a fuerza de golpes certeros: “Hacernos Extraños”, “Bahía do Point Olive”, “Los Lobos”, por nombrar algunos.

Los encargados de cerrar el círculo fueron Los Espíritus, unos forajidos, héroes del whisky y militantes del cuelgue. El ensamblaje de sus piezas modela una materia incoherente, le da una forma única e invita a ilusionarse con un trip sin escalas. “Jesús rima con Cruz” levantó la bandera del agite, “Desamparados” creó una atmósfera redentora, trémula y el amague de “Noches de Verano” rompió corazones. Las plegarias fueron contestadas con una zapada vertiginosa, interrumpida de manera abrupta por los dueños del lugar. Corte de sonido, mal flash. Pero no importa: la Noche Circular tiene que repetirse o, como afirmó Borges en Historia de la Eternidad: “En un tiempo infinito, el número de permutaciones posibles debe ser alcanzado, y el universo tiene que repetirse”.//z

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