Repasamos la segunda y la tercer fecha del Turdera Fest edición Deluxe, el festival de rock más federal de todos.

Por Claudio Kobelt y Pablo Díaz Marenghi
Fotos de Pablo Lakatos

Fecha 2: Diario de un sábado deluxe

Pasadas las 21 hs arrancó Parque Fantasma, ensamble de melodías pop y potencia rock que logra diferenciarse y ganar estilo cuando el sintetizador cobra mayor protagonismo sonoro. Se le pegaron Capucha de Hop, banda beat y psicodélica con algunos toques de Surf Rock, incluso desde su estética. El tercer grupo en la noche fue Libélulas, quienes desplegaron una electrónica oscura y precisa, con cierta tristeza y evocación flotando en el sonido, con canciones que navegan en un Kraut-Trance-Ambient-Espacial. Su show fue una de las sorpresas y puntos altos del festival.

A continuación fue el turno de Autopiloto, quienes presentaron un rock fuerte y claro que por momentos remitía a la esencia primera de Viva Elástico y a la melodía vocal de Valentín y Los Volcanes, con el núcleo de aquellos que han escuchado punk y grunge toda su vida. Los siguientes en subir al escenario fueron los Mejor Actor de Reparto, otro show inolvidable por su potencia y calidad. Canciones crudas y oscuras brotan de ese combo con referencias a Peligrosos Gorriones, Copiloto Pilato y al Don Cornelio de Patria o Muerte en ese hálito de tragedia noir y noche gris. Sin mediar demasiada espera arrancó la furia guitarrera de Toboganes a Marte, un rock canción de fórmula que encuentra su elemento clave en la singular voz de su cantante.  Y hablando de cantantes particulares, los siguientes en tomar la escena fueron los Ok Pirámides, el nuevo grupo de Julián Della Paolera (ex miembro de La Nueva Flor y Victoria Mil), que hipnotiza con cadencia sombría y el ritmo detonado de una pista de bombo.

Certero y sin demoras, llegó un hachazo al corazón: Los Sub, una banda con tanta fuerza como delicadeza, con un trabajo sonoro tan meticuloso como demoledor, un verdadero torbellino de energía sensible y punzante. Cada de sus canciones es un cañonazo directo al centro del cuerpo y la emoción. Pegado llegaron Los Todopantalla, quienes exhiben una suavidad y gracia pop que se apoya en unos bellísimos coros y una melodía híper bailable. Repasando temas de toda su carrera pasó el show de Mi Pequeña Muerte, quienes pusieron a cantar y a bailar al público con su acostumbrada fuerza y esencia vibrante, viva, una aplanadora con corazón y luz escapándose por los poros de la noche. El gran cierre llegó cerca de las cinco de la mañana con Los Reyes del Falsete, quienes abrieron con un tema funkero instrumental, tocaron varios temas nuevos, presentaron un proyecto paralelo llamado Randall y Los Betos Cancelados, repasaron sus temas más conocidos, e incluso se tiraron del escenario para pelearse con alguien que molestaba a sus novias, para luego volver a subirse, seguir tocando desde donde dejaron  y bromear sobre eso. Todo típicamente Reyes: desfachatado, sin límites, moldes ni estructura. Solo la más pura y bella libertad. Y algo de eso también podría aplicarse a la variada grilla de la segunda fecha del Turdera Deluxe, un descontracturado y fresco catálogo del nuevo rocanrol del país. C.K. 

Fecha 3: los días felices

El Salón Pueyrredón, con su fachada gótica y su historial de clausuras, se ha erigido como uno de los epicentros de la escena emergente local. Especie de CBGB porteño, reducto punk y under por excelencia, fue el marco ideal para el Turdera Deluxe, cuya última fecha el domingo 12 de octubre parecía emular a la efeméride que marcaba el calendario –Día del Respeto por la Diversidad Cultural- ya que el abanico de propuestas musicales era apto para todo público: melodías pop, rock clásico, electrodance, lisergia, psicodelia rockabilly y power tríos. La Nueva Escena Independiente en su máximo esplendor.

Knei, oriundos de La Pampa, fueron de los primeros en tocar. Un power trio con un aura setentosa que conjugaba riffs de guitarra alla Jimmy Page con arreglos de voces agudos y densidad musical. Los pocos que se acercaron temprano al evento pudieron rockear al ritmo de los pampeanos que se dieron el gusto de tocar una de sus últimas producciones, “La Tumba”, que puede escucharse en su bandcamp. Los Caretas del Arte, de Chaco, ofrecieron a una audiencia escueta madejas de sinthes, sonidos psicodélicos y un space rock que por momentos de tornaba monótono pero despertó más de un aplauso. Un Ciervo, con un aura british, contagió entusiasmo y brindó canciones pop impregnadas de rock, en una fusión atractiva con mucha guitarra y potencia sonora. Cabeza Flotante ofrecía una mixtura de rock, post punk y psicodelia californiana. Con bajos densos, punzantes y algunas pinceladas rockabilly, los ameghinenses ametrallaron al Salón de estrofas garageras y letras visuales.

Entrada la madrugada, Mateo de la Luna fue el único en plantarse sólo sobre el escenario del Salón Pueyrredón acompañado de su teclado y una Notebook para hacer bailar a todos los presentes con sus melodías electropop. Repasó parte de su último trabajo, La Energía (2014) que combina ritmos bailables, pistas electrónicas y letras de amor. Un trip remixado acompañado de la aterciopelada voz de Mateo. Benigno Lunar, aterrizado desde Córdoba, contó con la colaboración de Mariano “Hache” de Tal Banda en voces y su música, con letras románticas y arreglos de guitarra minimalistas, contagiaron buenas vibras en los asistentes al Turdera y muchos tararearon “Amuleto”, “Problemas” y “La religión de los árboles”. La Teoría del Caos funcionó como antesala para la despedida volcánica. El conjunto platense repasó gran parte de su último disco homónimo lanzado en 2012.

“Piedras al lago” inició el show de Valentín y los Volcanes. Jo Goyeneche, con su ya clásico gorro símil Chavo del Ocho y su desparpajo juvenil, entonaba cada verso y rasgueaba su guitarra con furia para despertar el fervor del público que ya se agolpaba cerca del escenario del Salón. Dedicada a Octavio, fotógrafo amigo de la banda fallecido recientemente, sonaron “Rayos del Verano” y “Pequeña Napoleón” con toda la esencia volcánica: letras cargadas de declaraciones de amor y anécdotas veraniegas, guitarras noise y riffs que se enquistan en los tímpanos de cualquier niño sensible. “Los chicos de Orense” y “Pararrayos” despertaron un baile frenético en los presentes, con todo el sonido pop psicodélico –tan Yo La Tengo, tan Pavement- de los platenses que no podía evitar que todos muevan las cabezas y se dejaran llevar por el trip volcánico. Las tres fechas del festival organizado por Triple RRR dejaron noches rebalsadas de nuevas melodías, “Días felices que serán difíciles de olvidar”. P.D.M.//z

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