¿Por qué una novela que fue editada el año pasado por Páprika sigue rebotando en el mundillo literario? Porque refleja el síntoma de esta época: la ansiedad.

Por Joel Vargas

¿Qué marca esta época? ¿Qué la define como tal? ¿Cuál es su motor, su razón de ser? Una tensión emocional cuantitativa proveniente de factores externos que presionan la mente: la ansiedad. Diez de cada diez la sufren en su rutina. Es la hermana mayor del stress, aquello que sufrían nuestros progenitores en los ochenta. Todo pasa por sus designios, desde los amoríos breves hasta los proyectos inconclusos. ¿Cómo retratar eso en una novela sin caer en la autorreferencialidad, recurso muy abusado en esta era? La respuesta es Te quiero, de J. P. Zooey, la historia de amor de Bonnie y Clyde, una pareja de manijas angustiados, paranoicos, cursis, militantes del dolor, snobs y sociólogos silvestres que crecieron al fervor del kirchnerismo.

Repasemos el camino recorrido por J. P. Zooey antes de Te Quiero: un libro de cuentos, Sol Artificial (2009); una novela editada en España por Alpha Decay, Los electrocutados (2011); un epub de descarga libre, Tom y Girnaldo; muchísimas criticas positivas, entre ellas la de Beatriz Sarlo, que lo señalan como uno de los escritores a seguir de cerca de la literatura argentina contemporánea. Aunque nadie sabe quién es. ¿Ahí estará la clave de su éxito? No, eso solo ayuda a construir el mito. No importa si es el seudónimo de un autor consagrado y aburrido de la fama, o de un profesor universitario fóbico, o de un oficinista desesperado y cocainómano, o incluso el de una joven odontóloga adicta a las anfetas. Lo que importa es su manera de narrar, eclética e impredecible.

te quiero

Te Quiero es una crítica a la tecnofilia y una parodia vernácula a la última sensación yanqui: la Alt Lit, un puñado de jóvenes narradores que se alimentan de las mutaciones discursivas provenientes de las grietas que nacen entre los nativos y los migrantes digitales. Zooey usa los artilugios de la Alt Lit para retratar de manera irónica el perfil del escritor abúlico, elitista, apolítico: Clyde un becario que tiene una “libreta de escritor” donde anota las ideas para un cuento de ciencia ficción y reniega de “los escritores posmodernos y clasistas” pero es uno de ellos. Uno siempre odia lo que es.

En Te quiero el narrador duda, se retracta todo el tiempo, trata de ser lo más preciso posible. Deja entrever las múltiples posibilidades del relato, se acerca y  corrige para ir más a fondo. Hace foco, capta los detalles. En sus anteriores libros Zooey se incluyó como personaje, un peón más del andamiaje narrativo pero en esta oportunidad está oculto a simple vista. Podría llegar a ser el personaje misterioso que observa de lejos a la pareja de protagonistas, una aparente anomalía que irrumpe en reiteradas ocasiones en la historia,  del tipo que gobierna la paranoia de Clyde.

La novela está cargada de dolor. Bonnie y Clyde se empachan con destellos de alegría pero como escribió alguna vez el sociólogo Christian Ferrer: “Los deseos, esperanzas y proyecciones que animan la vida cotidiana resultan ser, a fin de cuentas, instrumentos de tortura”.//z