La vuelta de Los Alamos mostró folk y pasión en un recital iluminado y electrizante.

Por Ayelén Cisneros
Fotos de Gisela Arevalos

Había que calentar una noche de casi invierno en Palermo con más personas tuiteando desde sus casas sobre el último partido del Mundial que caminando por la calle. Los Alamos lo lograron: llenaron Niceto y despertaron el espíritu de nostálgicos y principiantes.

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Sus teloneros de honor fueron Karina Vismara, una joven cantautora, y el guitarrista Mariano Rodríguez. Este último, sólo él a puro instrumental, fue escuchado con bastante atención por un público que cuando se reúne en esta clase de lugares de recitales no suele parar de hablar hasta comenzar el acto principal. Hipnótico, su guitarra transportaba a otra dimensión, una de cuerdas y minimalismo musical.

Los Alamos son una banda potente que combina folk con blues y country. Sus letras, entre el español y el inglés, colaboran a construir imágenes psicodélicas. Como si no hubieran tenido un impasse entre 2010 y 2013 (año en el que volvieron para dar dos shows), realizaron un recital sólido y fuerte.

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Su último disco, Luces blancas, editado este año, acaparó la lista de temas. También se pudieron escuchar canciones de sus anteriores trabajos como “No se menciona la soga en casa del ahorcado” y “El fino arte de la venganza”. Mientras, de a momentos, se distinguían voces pidiendo al cantante y guitarrista Peter que se tire al público. Él se hizo desear y respondía: “Tirate vos”. Luego, con desparpajo, se tiró en un clásico mosh que lo llevó hasta el final de la pista. El público, como levantando un dios, lo transportó en sus brazos con pasión casi delirante. Peter es un líder carismático que ha vuelto, no recibido en Ezeiza en medio de una batalla campal, pero querido (en este sentido la vuelta peronista se puede ver en nuestra reseña del disco Luces Blancas). En su parquedad aparente y en comer el micrófono (literal y metafóricamente hablando) puede encontrarse parte de su carisma.

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Solos de armónica furiosos condujeron a momentos de éxtasis, la mandolina otorga ese sentido folk inevitable y el acompañamiento de los instrumentos de vientos le dio la épica habitual de los temas de Los Alamos.

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En esta presentación hubieron momentos claves: el comienzo con “Devorados por el fuego” con el beat necesario para calentar la cancha (y recordarnos que es la víspera del primer partido de Argentina en el Mundial), “Problemas” himno folk de la banda (nadie puede evitar salir cantando “Qué difícil es caminar como lo haces”), “Luces blancas” con el público  coreando una frase de hit como “Luces blancas hasta el amanecer”, la armónica en “Franco Nero Blues” y los vientos heroicos  en “El fino arte de la venganza”.//z

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