Un repaso por el comienzo discográfico de la banda de los hermanos Gallagher y compañía: la herencia de la escena de Manchester, la vuelta al rock de guitarras y la contestación británica a la movida grunge.

Por Rodrigo López

Es paradójico e irónico que el día posterior al décimo aniversario de la separación de Oasis (durante la gira de presentación del que sería su último disco, Dig Out Your Soul) coincidiera con el aniversario número veinticinco del inolvidable Definitely Maybe (1994). El disco debut del grupo liderado por Liam y Noel Gallagher cambió para siempre las reglas de un juego global hasta allí dominado por la desesperanza y oscuridad del grunge y por los resabios ácidos de la new wave ochentosa. Además de rescatar y revalorizar el legado del breve e intenso “segundo verano del amor” y de volver a llevar al rock and roll de guitarras a la cima de todas las listas, este álbum récord marcó un quiebre cultural en una muy turbulenta Gran Bretaña y dio inicio con una explosión suburbana al largo reinado del llamado Britpop.

Foto: Michael Spencer Jones

Poseedor de un músculo guitarrero digno de la vieja escuela, de una seductora esencia retro y de un display estético-sonoro tan casual como arrogante, Definitely Maybe logró llenar por completo el vacío musical y social dejado por la abrupta desaparición de The Stone Roses. Ni hablar de que, junto a la confusión generada por el suicidio de Kurt Cobain, los impulsos de un guitarrista y compositor de leyenda y de una de las voces destinadas a marcar a más de una generación terminarían siendo razones más que suficientes para cautivar a millones de jóvenes, que encontraron en Oasis una banda en la que sentirse representados.

86.000 copias vendidas en tan solo una semana hablan de la consolidación de un movimiento sonoro que venía mostrando los dientes hacía algunos años, pero que no terminaba de encontrar su pieza maestra. Manchester había vuelto a ser el epicentro de la escena musical británica de la mano de una fórmula incuestionable: las más sensacionales composiciones, el realismo puro y duro proveniente del corazón de Burnage, una interesante primera inclinación hacia la psicodelia más experimental de los ’60 y ese optimismo más bien eufórico que caracterizaba al Acid House británico.

Si hay un estallido inicial que será recordado hasta que todo termine, es sin lugar a dudas “Rock n’ Roll Star”. Luego de la expectativa que generaron los tres singles previos a la salida del disco (“Supersonic”, “Shakermaker” y “Live Forever”), los Gallagher todavía se debatían acerca de cómo aprovechar al máximo el impacto generado. Si esas canciones habían sido capaces de poner a Oasis en lo más alto de los charts y de hacerlos aparecer en el programa de tv “Top Of The Pops”, el tema con el que comenzara Definitely Maybe debía tener algo distinto. El resultado no pudo haber sido mejor: punto medio entre la fiereza guitarrera y el sonido radio friendly, “Rock ‘n’ Roll Star” presenta a Oasis como los representantes de un nuevo rock que era crudo pero optimista a la vez. De esta forma marcaron con claridad un camino en el que se pueden distinguir el rock pesado de los años ’60 y el pop/rock más directo de finales de los años ’80.

Luego de tamaño sacudón a pura altanería, la más psicodélica y espacial “Shakermaker” llega para bajar un poco los decibeles e introducir al oyente en un universo muy cercano al de la versión más experimental y arriesgada de The Beatles. Mientras la estridente sucesión de riffs y el golpe seco de la batería construyen la pared de sonido, la voz siempre nasal y (ahora) ralentizada de Liam muestra toda su ductilidad para darle a la canción una épica digna de los estadios más grandes del mundo.

Foto: Michael Spencer Jones

¿Qué se puede decir de “Live Forever” que no se haya dicho? Un verdadero himno que supera con creces el mote de “clásico contemporáneo” y se toma la molestia de redefinirlo. Pensada como una respuesta directa al clima lleno de nubarrones que provenía del otro lado del Atlántico, esta pieza se coloca a la altura de las grandes canciones de la historia, siendo justamente este diálogo de Oasis con los grandes nombres de la escena musical moderna lo que más emociona. Melódica y rítmicamente simple, el poderío de “Live Forever” se ancla en una letra irresistible, en un persistente riff que dibuja un paisaje donde siempre sale el sol y un bellísimo solo de guitarra capaz de hacer que las lágrimas broten de una piedra.

Como una continuidad conceptual, la extremadamente alegre, soberbia y desafiante “Up In The Sky” pone todo patas para arriba. Y con una fórmula más bien simple consistente en una sólida carcasa pop con apliques potentes de guitarra y batería, los oriundos de Manchester vuelven a la carga remitiendo a la atmósfera festiva, desprejuiciada y psicodélica del Acid House. Casi enganchada sobre el último acorde, “Columbia” pone sobre la mesa todos los caballos de fuerza de Oasis; durante sus seis minutos y dieciséis segundos de duración, la violencia proveniente de las seis cuerdas de “Bonehead” contrasta con los punteos experimentales de Noel, y deja a Liam por completo desatado –como un perro salvaje en plena caza– para destruir todo en un festival de graves.

Mientras el volumen va disminuyendo, se anuncia la llegada de esa épica lisérgica llamada “Supersonic”. Otra de esas canciones inigualables –optimista, acelerada y llena de confianza– que posiciona a Definitely Maybe junto a los mejores trabajos de su era y que plantea de forma concreta un brusco cambio de paradigma sonoro dentro de la escena.  Imaginada hasta casi el cierre como la canción que debía abrir el disco, “Bring It On Down” es el verdadero rugido de la clase obrera inglesa abandonada: al recoger sin miedo el guante dejado por The Stone Roses y abrazar plenamente el componente ideológico del “segundo verano del amor”, Oasis distorsiona al máximo y pone a prueba su pulso callejero. Son los verdaderos working class heroes de la década del 90.

Sin tapujos, los hermanos Gallagher cierran el círculo en un solo movimiento: de la visibilización y reivindicación de la siempre “peligrosa figura” del excluido que vive en los márgenes de la sociedad (“You’re the outcast, you’re the underclass, but you don’t care, because you are living fast”), pasan a un lógico mensaje contra un sistema gris, opresivo y renuente a entregar oportunidades iguales a todos los miembros. Si hay una canción que busca mover los cimientos y despertar a los que creen que no tienen chances en una pelea siempre desigual, es precisamente “Cigarettes & Alcohol”. Detrás de su fachada despreocupada y rebelde yace un duro cuestionamiento hacia todo aquello que consideramos normal.

Con mucha inteligencia, el inesperado cambio de página lo realizan a través de la simpatía irresistible de “Digsy’s Dinner”, pieza escrita en homenaje a Peter “Digsy” Deary, colega, mentor y viejo amigo de Noel Gallagher. También se puede sostener, como alguna vez dijo Alan McGee (fundador del sello Creation Records), que es un gran golpe al mentón de Blur, pues es la manera en la que el mayor de los Gallagher le demuestra a su némesis que ellos pueden hacer lo mismo a la perfección, y sin esfuerzo. ¿Cómo estar seguros de esto? Porque es la única composición dentro de Definitely Maybe que en lo rítmico y melódico se acerca al Britpop más lavado y juguetón, que en ese momento ejecutaba con eficacia el conjunto liderado por Damon Albarn y Graham Coxon.

La sangrante y punzante “Slide Away” –escrita con la mítica Gibson Les Paul que Johnny Marr le había comprado a Pete Townshend– renueva el concepto de balada romántica, agregando una dosis importante de voltaje a la mezcla y permitiéndole a la voz de Liam volver a lucirse en absoluta plenitud.

El último paso del primer capítulo de la historia de Oasis viene de la mano de la campestre, agradable y beatlesca “Married With Children”, sin dudas un cambio radical respecto del sonido general del disco. Inspirada en parte en la popular serie de TV norteamericana del mismo nombre, y otro poco (mención para los embebidos en el tema) en una de las canciones más conocidas de Nirvana, es una de esas composiciones románticas tan simples en lo melódico e interesantes en lo lírico que son capaces de generar empatía en todos aquellos que la escuchen.

Ya habiendo festejado sus bodas de plata, es más que justo y necesario decir que Definitely Maybe es uno de los grandes clásicos atemporales de nuestra era. Conceptualmente y sonoramente impecable, refleja a la perfección la época y el lugar en los que fue creado. Su título es un resumen perfecto de la idea: todo en el álbum es definitivo, salvo esas dos geniales palabras que brillan en la marquesina. Tal como se preguntó Liam Gallagher cuando comenzó a hablarse de la posibilidad –luego una realidad– de remasterizar Definitely Maybe: “¿Cómo se puede remasterizar algo que ya es una obra maestra? No se dejen enganchar por eso. Déjenlo ser”. Visto desde la actualidad, es imposible no estar de acuerdo con él. //∆z