Una charla acelerada con la banda histórica del punk argentino, que, antes del primer show de su historia en el Gran Rex, y sin una mueca de nostalgia, repasa sus años de gloria.

Por Pablo Díaz Marenghi y Matías Roveta

Fotos por Pablo Aharonian y gentileza de prensa de Los Violadores

Stuka habla sin freno. A su lado, el bajista Robert “Polaco” Zelazek escucha atento y repite, entre risas: “Lo amo a este enano”. Es esa misma velocidad que lo acompaña a la hora de hacer sonar las seis cuerdas de su guitarra y que lo colocó en el puesto 35° entre los 100 mejores guitarristas del rock argentino de todos los tiempos según la edición argentina de la revista Rolling Stone, con esa impronta ineludiblemente punk heredera tanto de Mick como de Steve Jones. Y esa misma verborragia del violero de Los Violadores fue la que le hizo decir, arriba del escenario del Luna Park, en los festejos por los veinte años de Y ahora qué pasa, eh? (1985): “Somos el grupo más controvertido, controversial y jugado de la historia del rock en la Argentina”. Los pergaminos los avalan como para haber lanzado semejante afirmación: letras críticas al sistema político y económico, historial de corridas y represión en sus recitales (es famoso su show en la Universidad de Belgrano el 17 de julio de 1981, que terminó con cientos de detenidos). En plena primavera alfonsinista, esta banda llegó a las radios y pasó a la historia como el grupo punk argentino por excelencia. Alcanzaron la masividad y el reconocimiento como pioneros de un género que, en Gran Bretaña, había hecho temblar los cimientos del establishment rockero unos años antes, y que en la Argentina llegaba como un escupitajo en la frente de un rock algo dormido.

ArteZeta habló con Stuka y el Polaco en Strummer Bar de Palermo, donde juegan de local, durante la presentación en sociedad de Luna Punk: un DVD+ Bluray que resume el show en el Luna Park de los Violadores en 2016. Se encuentran en la antesala de su primer Gran Rex, que será la excusa perfecta para festejar los treinta años de Mercado Indio (1987), un punto alto en la obra de la banda a partir de su furioso sonido de guitarras, ADN punk y giros hardrockeros (The Cult y el disco Electric, de 1987, en el horizonte), y que está plagado de clásicos como “Bombas a Londres”, “Violadores de la ley” o “Mercado Indio”. La formación histórica de la banda –que completan Pil Trafa como cantante y Sergio Gramática detrás de los parches- suele juntarse para darle rienda suelta a la inoxidable química que mantienen arriba del escenario. Esa misma que les otorgó, con justicia, el título de padres fundadores del punk argentino.

AZ: El show en el Gran Rex tiene como eje el festejo por el treinta aniversario de Mercado Indio. ¿Qué creen que representó ese disco en la carrera de Los Violadores?

Robert “Polaco” Zelazek: Mercado Indio fue un disco básicamente histórico para nosotros por todo lo que vivimos en relación a él y, sobre todo, por la razón por la que el álbum se llama así. Creo que desde el segundo disco, Y ahora que pasa, eh?, hasta Mercado Indio, Los Violadores habíamos pasado por toda una carrera: no me refiero a una carrera con grandes éxitos o grandes altibajos, sino que habíamos caminado muchísimo. El nombre de Mercado Indio salió porque el boom de los Violadores en un momento estalló en Perú, en donde hicimos estadios y no podíamos creer que en cada fecha hubiera 22 mil personas; durante esos viajes ocurrió una gran anécdota, que tiene que ver con que un día nos estábamos yendo del hotel directo al aeropuerto y pasamos por un lugar turístico que se llamaba mercado indio o indian market

Stuka: ¡Indian market, en inglés! Es verdad, me había olvidado de eso.

RPZ: Nos bajamos todos a comprar algunos souvenirs y boludeces, algunas chucherías. Siempre había estado latente el tema de las invasiones españolas, las masacres indígenas y todo eso, y nos terminó impactando ver cómo se vendía la cultura del propio indígena al gran consumismo turístico. Era como una simbología de decir “guauu, loco, la verdad que pobres indios”. Bastaba con investigar un poco en lo que fue la historia de los grandes avasallamientos españoles a Latinoamérica, Sudamérica y Centroamérica, para llegar a la verdad de que los habían hecho puré. Y la paradoja de la vida es que todo lo que hicieron los españoles hoy se comercializa, se comercializaba el indian market, que es básicamente toda la basura que quedó después de que saquearon esos tipos.

S: El problema son los que se creían inteligentes en el año 1400 y que eran los de la Iglesia católica: los católicos pagaron esa masacre. Y lamentablemente es el día de hoy que los tenemos que seguir aguantando en este país, que tenemos que seguir aguantando que paren la ley del aborto e impidan que una piba pueda decidir sobre su vida. No podemos seguir viviendo como en el año 1400 en Argentina.

RPZ: En este país se camina como lo hacía Michael Jackson: para atrás. No se puede creer lo que pasó con la ley del aborto, que no haya salido la ley es una vergüenza mundial.

S: De la misma forma tenemos ahora a este tipo que está tratando de imponer un sistema financiero que es algo que ya está acabado incluso en los Estados Unidos. Nos quieren vender mierda. Va, viaja y le va a contar al Washington Financial o a la revista Forbes que está todo bien y a las dos horas renuncia el presidente del Banco Central. Nos estamos comiendo una gran película asquerosa.

RPZ: Por eso es que canciones como “Represión” o todas las canciones que nosotros tocamos hace treinta y cinco años están más vigentes que nunca.

S: Así está también la historia de 1984, ese famoso libro de George Orwell que es una obra de arte en el sentido de que el tipo era un adelantado porque vio el mundo que venía. Ese libro, supuestamente, no era un manual de instrucciones; él te estaba contando que el mundo así en ese estado estaba horrible y terminó siendo un manual de instrucciones para muchos. A los doce o treces años me di cuenta que existían Pappo o Spinetta y eso cambió el mundo; es como la gente que en Estados Unidos y en el resto del mundo se dio cuenta de que existían Elvis Presley y los Beatles: ahí empezó a cambiar el mundo, porque el mundo era aburrido antes del rock. Cuando vos le sacás el rock al mundo, el mundo se queda sin nada, se queda nada más que con una cáscara vacía. Porque ni la política ni la religión te están dando nada en este momento. Ya sabemos que es todo una mentira, pero lo único que te dice sé vos mismo, sé libre, hacé lo que vos quieras pero para el bien común, es el rock.

AZ: Cuando editaron Mercado Indio ustedes venían de Fuera de Sektor (1986), un disco que incorporó más teclados y un giro más ligado al postpunk. Mercado Indio, en cambio, recuperó la veta más punk de la banda y tenía influencias de hard rock.

S: Fue una falta de respeto que no se haya hecho el treinta aniversario de Fuera de Sektor el año pasado, porque ése fue el disco con el cual logramos que Latinoamérica nos diera bola. Todos piensan que fue con “Uno, dos, ultraviolento”, pero no, fue con “Sentimiento fatal”. Ese tema en Perú es más famoso que “Uno, dos, ultraviolento”. Con ese disco, con esa gente que lo entendió: como no existíamos, llegamos y fue un discazo. Son cosas que hicieron todos, por lo menos las bandas que a mí me gustan. ¡Los Clash hicieron eso! Después del segundo disco punk hicieron London Calling (1979), un disco de rock and roll, como fue nuestro Y ahora qué pasa, eh? Un disco de rock and roll clásico. Después hicieron reggae, ska, rockabilly, esa música. La misma que habían inventado los Beatles después de que habían escuchado a los negros americanos haciendo el rock and roll cuadrado y a Elvis Presley. No podés decir que los Beatles no fueron buenos, porque no es que tienen una canción, tienen quinientas canciones buenas que pueden entrar dentro de cualquier estilo. Eso es lo que realmente vale y es lo que hicimos un poco nosotros con los cambios a través del tiempo. Y acá era: “¡No está la guitarra distorsionada!” ¡Andá a cagar, boludo! Porque los Beatles hicieron “Revolution”, que es un punk rock, y también hicieron canciones lentas.

AZ: En el show en el Gran Rex van a tocar con la cantante soprano Oriana Favaro y con cuarteto de cuerdas. La influencia de la música clásica está presente desde el riff de “Uno, dos, ultraviolento”, que cita a la novena sinfonía de Beethoven, y en el pasado han tocado en vivo junto al tenor Carlos Saidman. ¿Qué buscaron en esta oportunidad?

S: Siempre incorporamos la música clásica, que empezó con Beethoven y después hicimos eso con Carlos Saidman. Ahora conocimos a una chica muy amiga mía, Oriana Favaro, que es cantante del Colón. El rock tiene mucho que ver con la música clásica. ¡Los Beatles, loco! Los Beatles hicieron Sgt. Pepper’s (1967), que es una obra de arte total, con música clásica y músicos clásicos. ¡Dejate de joder, eso es música!

AZ: Antes decían que el mundo sin el rock sería aburrido. ¿Qué dirían respecto al punk y su función hoy en día?

S: Lo bueno del punk es que salvó al rock, que era lo que a mí me gustaba. A mí me gustaba el rock, yo no me comía la cosa de la tele sino que, hurgando por los costados, descubrí a Pappo y a Spinetta. Pero el rock, que cambió todo, en un momento se puso aburrido. Cuando el negocio se fagocita al rock, ¿qué pasa? El punk sale a salvar al rock. Está esa famosa anécdota de Johnny Rotten, que dicen que tenía esa remera de Pink Floyd y él le escribió “I hate”: “Odio a Pink Floyd”, porque eso era a lo que había llegado el rock, Pink Floyd tocando en las ruinas de Pompeya, ¿entendés? En ese momento estuvo muy bien que salieran los pendejos a reivindicar que el rock es el bar. Yo vengo un sábado a la noche acá, toco cinco veces, me subo a todos los escenarios de Palermo porque me conocen todos y me da el placer de exhibirme con todas las banditas que hay. ¡Eso es rock! Después, que hagamos un Gran Rex, bueno, ¡nosotros lo logramos! Rompete el orto, andá y hacé un Gran Rex o un Luna Park.

RPZ: Que nos hayan dado el Gran Rex realmente es un logro increíble para nosotros. Algo sorprendente: que a una banda punk histórica le hayan dado el Gran Rex.

S: Si Joan Manuel Serrat en vez de hacer diez Gran Rex, hace veinte, como hacía antes, capaz que no nos lo daban. A ver si me entendés: dos más dos cuatro, ¡todo un business!, ¡fucking business! Como no pudo hacer veinte Gran Rex, hizo diez; entonces, quedaron diez fechas vacías: “¿A quién se las damos?”. “A ver, a estos”. Y cuando vieron que les vendimos todo el teatro, dijeron: “¿Quieren otra?”. Dijimos: “No, porque no la queremos exagerar”. No queremos hacer demostraciones exageradas, queremos ir de a poco y bancárnosla mientras duremos. //∆z