Gabo Ferro grabó un nuevo disco e invitó a Luciana Jury para complementarse en El veneno de los milagros.

Por Gonzalo Penas

Cuando durante las últimas presentaciones en Capital, Gabo Ferro invitaba al escenario a cantar a Luciana Jury como antesala al disco que juntos estaban grabando, en el público se generaba una especie de intriga en un comienzo para luego llenarse de satisfacción y aplausos para las canciones que escuchaban. Y en este marco, salió El veneno de los milagros (Oui Oui Records, 2014). Un disco con la impronta de Gabo, siempre en la senda Amar-Temer-Partir (tal cual se llama su disco en vivo publicado en 2008) y con la voz de Luciana Jury que calza perfecta en cada canción.

Si bien todas las letras y la música son de Gabo (Jury participó de los arreglos), a la hora de escuchar el disco se nota que es un trabajo en conjunto en todos los sentidos: en cuanto a las voces y en cuanto a cómo se escucha el trabajo terminado.

Si los discos de Gabo Ferro se caracterizan en sus comienzos por la contundencia, este no es la excepción. “Una deuda del bien” sigue ese camino que el cantautor sabe empezar a recorrer y que ya tiene acostumbrado a sus fans: “Es que ya no te recuerdo porque nunca te olvidé. Toda la historia se ha hecho un momento nomás entre mi sombra y tu pie”, canta Gabo con el arpegio fuerte y conciso que marca –como es habitual en su música- el ritmo de toda la canción. No es un dato menor que este tema inicial arranque con la voz de Jury sentenciando que va a “cantarle a los gallos hasta que traigan el día; el día que traiga el sol del día aquel que te perdía”; así nomás empieza el disco, y esa será su fórmula: el cruce de voces entre Ferro y Jury y los arpegios bien presentes, ya clásicos en la discografía del cantautor. Así, “Estamos, estarás” sigue este recorrido: “pagarás en la vigilia lo que en sueños te negás (…) la libertad no es un río, es su agua y su caudal”, cantan ambos intérpretes.

Como contrapunto del tema que arranca este trabajo, “En el fondo del mal” se pregunta cantada a dúo “¿Dónde queda ese verso que me deje bien lejos de vos?”. No será la única pregunta que canten: en “Como”, la pregunta va dirigida en un sentido similar a la canción anterior: ¿Cómo llorar lo que no merece ser llorado? ¿Cómo dejar lo que ya debió habernos dejado?”; y en “Sin ley, peso ni carne”, uno de los platos fuertes del disco, la pregunta es por el aire: “¿Dónde se fue? ¿Él me falta o le falto yo a él?”. Con un ritmo un tanto más veloz, con acordes en dirección hacia un pequeño vals, esta canción marca una ruptura en el disco, la única que se sale un poco del libreto en cuanto al ritmo que se mantendrá durante (casi) todo el disco. Y las preguntas en las letras seguirán. La mayoría de las canciones tienen alguna pregunta; incluso el disco termina con una interrogación: “¿Mirar o ver?” que comienza con una declaración bien propia de Gabo: “no entenderé el amor sincero sin cuerpo” y que repite un mensaje bien claro: cantar.

Otro elemento a tener en cuenta en este trabajo son las voces. Parece como si Gabo hubiese armado ciertas canciones para la voz de Jury, que llega a un punto máximo en “Tanto sí para dejarte”, donde le canta a un “viajero” a quien termina deseándole “buen viaje”. En cuanto al cruce de voces, otro punto fuerte es el penúltimo tema del álbum: “El extrañarte” donde juntos cantan “Es que no fuimos dos cuerpos; es que fuimos otro mundo, un universo profundo entre cosas cotidianas” para cerrar y decir que esas cosas no son ni buenas ni malas, pero que habrá un “veneno aguardando cuando no se muevan más”.

Hay un momento para la experimentación, algo habitual en los discos de Gabo. Si en Todo lo sólido se desvanece en el aire (2006), cantó a capela “Dios me ha pedido un techo” y algo similar ocurrió en La primera noche del fantasma (2013) con “Fin de fiesta”, en este álbum ese papel lo cumple “Bayos negros dormidos”, que si bien es recitada, genera el corte que todo disco de Gabo contiene. Sobre el final, “Entre el rayo y el trueno” (al igual que “Mirar o ver”, el último tema del disco) es el resultado perfecto del trabajo: “Adiós, me mudo al viento a bailar para siempre entre el rayo y el trueno”. Casi como el resumen de todos sus discos también. Por eso, este trabajo entusiasma porque sigue en la senda de la discografía solista del cantautor pero esta vez complementada con la voz de Luciana Jury, que deja una hermosa obra que será presentada el sábado 8 de noviembre en el Teatro ND.//z

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