El ex Oasis volvió al país para presentar su nuevo disco solista y repasar sus viejos clásicos.

Por Martín Barraco

“¿Les gustó o no loco?” Preguntaban desde el escenario los Banda de Turistas, encargados de amenizar la espera de los fanáticos de Noel Gallagher, ávidos de escuchar las canciones de su nuevo disco y alguna que otra de su pasado más presente: ser el cerebro de la máquina roquera de los noventa, la cara y voz de una generación de jóvenes ingleses que se reveló contra el conformismo de su sociedad y que con apenas sus primeros dos discos conquistó el mundo.

Así el peso que tuvieron que cargar los Turistas, que sufrieron la típica indiferencia del nuevo fan argento, que solo asiste a recitales bajo la consigna marketinera “tenés que estar ahí” o por la posibilidad de obtener su entrada porque auspicia tal empresa de telefonía, o porque juntó algunas pocas tapitas de gaseosa. A pesar de todo, lograron robar una buena cantidad de aplausos y dejaron el escenario bien calentito para la llegada de Airbag, que con su apuesta power pop de guitarras y estética cruzada entre los Guns y Bon Jovi, entregaron un mini show enérgico y sin fisuras, y causaron algunas sonrisas al anunciar que en cualquier momento “llegaba Oasis”.

El arranque del show de Noel Gallagher y sus High Flying Birds dio señales de esperanza a aquellos fans que se acercaron a GEBA para ver un revival de Oasis: “(It’s good) to be free” y “Mucky Fingers” encendieron las voces de todos y se llevaron grandes aplausos. Luego les seguirían “Everybody’s on the run” y “Dream on”. Se lo veía concentrado a Noel Gallagher, metido en sus canciones, atento a que cada sonido fuera tal como él lo quería. Recién tuvo tiempo de saludar al público antes de empezar las primeras notas de “If I had a gun”, pero eso no impidió que al final de cada tema todos corearan su nombre, y algunos incluso improvisaran a capella los versos de “Live forever” en distintos momentos del show.

Alternando entre la guitarra eléctrica y la acústica, Noel no se despegó de su idea de tocar sus canciones tal cual suenan en el disco, excepto por aquellas que representan quizás el lado más sensible de su faceta compositora como “Talk tonight” y “Half the world away”, que fueron de las más cantadas y celebradas de la noche. Lo mismo para “Supersonic”: tras dos intentos fallidos que hicieron reír a todos (y a él mismo) la tercera fue la vencida, y Noel pudo despacharse con una reversión simple y contundente de uno de las canciones más pesadas de Oasis. “Es la última vez que la toco”, bromeó entre los aplausos del público.

Ya un poco más relajado, siguió interpretando sus nuevas canciones. “AKA What a life” y “(Stranded on) the wrong beach” marcan el actual camino del ex Oasis. La banda que lo catapultó a la fama mundial es una parte importante de su pasado, pero es eso, su pasado. Noel está en una nueva etapa, haciendo las canciones que tal vez siempre quiso tocar, pero que tal vez chocaban con el desproporcionado ego de su hermano Liam. Prueba de ello fue lo ocurrido antes de tocar “Let the Lord shine a light on me”. Los fans arremetieron nuevamente con “Live Forever” y sólo obtuvieron por respuesta un “Fuck Off!” bien manchesteriano.

Los bises fueron la oportunidad que tuvieron de reencontrarse con los hits de antaño, y para Noel fue la chance de darle al público lo que quiere. “Whatever” y “Little by little” sirvieron para levantar la temperatura y como preparación para “Don’t look back in anger”, y su estribillo coreado por todo GEBA. Una despedida inmejorable para un artista que ahora comanda su destino y que con vuelo propio busca nuevos rumbos musicales.//z

noel gallagher foto prensa personal

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