Las Ligas Menores presentaron su primer disco, que reafirma lo que venían prometiendo desde su irrupción en la escena independiente.

Por Alejo Vivacqua

Toda la música es pop. Podrá ser más ruidosa, menos distorsionada, más ecléctica, menos deforme, intimista, grandilocuente o inetiquetable, pero muchos van a coincidir -y esto es algo innegociable- en que al fin y al cabo lo que nos sigue conmoviendo son las grandes melodías.

En el primer Lp de Las Ligas Menores lo que sobran son canciones, con todo lo que esa definición implica; trece piezas estructuradas con el formato clásico estrofa – estribillo, una fórmula que, lejos de parecer obvia, es la base de muchas de las mayores alegrías de nuestra vida. ¿Acaso no buscamos todos, público y artistas, alcanzar esa melodía que nos resuene en la cabeza el mayor tiempo posible?

Desde el primer punteo de “Renault Fuego” hasta llegar, 36 minutos después, al último acorde de “29 de septiembre”, lo que triunfa en este disco es la propuesta de una banda que, como viene demostrando en vivo, suena cada vez mejor. ¿Qué sería de nosotros si no aparecieran cada tanto estribillos pegadizos como los de “Tibet” o “A 1200 km.”, uno de los candidatos a tema del año? En el dato de que sólo cuatro de los trece temas superan los tres minutos parece estar la magia de Las Ligas, que con poco saben hacer mucho. La simpleza también está en que ninguno de los tres cantantes necesita gritar para que podamos oir detrás de la capa de guitarras y teclados que arremete, por ejemplo, en “Crecer” o “Miércoles”, que seguramente será una de las canciones más pogueadas en sus shows.

En la mejor tradición de los Pastels escoceses o los Galaxie 500, los cinco chicos de Caballito armaron un LP lleno de baladas entrañables. Los tres temas que estaban en El Disco Suplente, el EP que los puso en la mira allá por 2012, tienen en esta oportunidad un sonido mejorado, con la fuerza que les dio la grabación en los estudios Moloko Vellocet. A ellas se les sumaron las dos que habían formado parte del adelanto, “Renault Fuego” y “Tema 7”, y las ocho canciones nuevas que conforman uno de los mejores discos en lo que va de este 2014. Con la ayuda de Santiago Barrionuevo, de El Mató a un Policía Motorizado, y Tom Quintans, de Bestia Bebé, el álbum se suma a la larga cantera de Laptra, un sello que viene dándonos muchas lindas sorpresas en estos últimos años. En los shows de presentación que se vienen sólo queda verlos para, como canta Anabella Cartolano, seguir recordándolos de la manera más linda.

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