Entrevista a la banda de los hermanos Lamothe antes de una nueva edición del festival de su autoría que los reunirá con Malajunta, Francisca y los exploradores y Bestia Bebé. Radiografía de los hacedores de un rock desde las afueras.

 Por Pablo Díaz Marenghi
 Fotos de Ignacio Sánchez Mariana Echaniz  

De las esquirlas de la tragedia de Cromañón, la autogestión se convirtió en la posibilidad de supervivencia para una infinidad de bandas y solistas. En los últimos tiempos, proliferaron nuevos festivales, escenarios y, podría decirse, micro-escenas que plantean lógicas alejadas del marketing de los noventa o los grandes estadios. Del mismo modo, nacieron eventos a partir de la confluencia de periodistas (Festipulenta), bandas (FestiPEZ) o sellos (Oui Oui fest, Festilaptra). El Ruchofest es uno de ellos. Producido por los Cabeza Flotante (la banda de los hermanos Lamothe) y su hermano actor Esteban, es un ciclo que se caracterizó por darle la posibilidad a los amigos de ser DJs (Nahuel Ugazio, Leo Oyola) y de abrir el abanico musical a propuestas que oscilan entre el hip hop (Perras on the beach, Marciano´s Crew) y el ya clásico rock indie platense (con Bestia Bebé como principal estandarte). Primero en el Matienzo y ahora en Ciudad Cultural Konex. “Es como una necesidad de hacer la fiesta o el recital al que me gustaría ir” describía Esteban, en una entrevista a ArteZeta en marzo de este año.

Los Cabeza dicen que “las canciones siempre van a ser una creación grupal, más allá de quién haya gestado la idea madre, en donde lo que cada uno aporta siempre va a ser esencial: es por eso que la autoría es indivisible”. Del mismo modo -entre todos- contestaron esta serie de preguntas acerca de su presente, su más reciente álbum Las Afueras (Laptra, 2016), su forma de trabajo en la independencia, sus influencias y este nuevo festival (su edición número trece) que los encuentra trabajando a pleno para que, en sus palabras, “todos la pasen bien, toquen las bandas que nos gustan, haya diversidad de estilos, la gente esté contenta y se dé cuenta que el nivel artístico de la escena emergente argentina está muy arriba”.

AZ: Jugando un poco con el nombre del disco y su origen en Ameghino (Provincia de Buenos Aires): ¿Cómo es hacer rock desde las afueras?

CF: La única manera es juntándose con tus amigos, compartir con otras bandas y no dejar de trabajar. Creo que hoy en día es más fácil que antes porque cambió la relación entre el dinero y la música. Ahora se pueden hacer discos con dos pesos y eso antes era impensado. Por otro lado, están las redes sociales, que para bandas como nosotros resultan de una gran ayuda para llegar a más personas. Se está logrando una independencia y una libertad casi absoluta. Internet pateó el tablero y, más allá de que no todo es color de rosa, hay que sacarle provecho.

AZ: Tienen una fuerte influencia punk y de hecho, cuando empezaron a tocar en Buenos Aires se movieron por el circuito punk, como en el Salón Pueyrredón. ¿Qué huellas creen que mantienen de este género?

CF: La energía de los shows en vivo, la manera de movernos en el circuito, el hecho de estar en un sello independiente, el hecho de hacerlo más allá de los recursos; una manera de ver el mundo. Con respecto al Salón, cuando llegamos a Capital y empezamos a tocar en vivo fue un lugar con el que enseguida hubo empatía: ponían la música que nos gusta o siempre había data de bandas que después empezábamos a escuchar. Había gente con la que compartíamos no solo shows sino también salidas. Con algunos hasta bandas.  Podríamos hablar de muchas noches interminables pero de lugares como el Salón en esa época rescatamos lo humano, las relaciones, las ganas de aprender, la euforia de encontrar un espacio donde había gente que hablaba el mismo idioma que nosotros.  Piensen que Ameghino es un pueblo muy pequeño y la música que se escuchaba en la radio iba de Bon Jovi a Vilma Palma y de Ricky Martin a Madonna.

AZ: En Relámpago (2013) se percibe un rock and roll de guitarras más clásico mientras que en Las afueras (2016) se acentúa el noise, las baterías rápidas, los riffs de guitarra machacantes alla Sonic Youth/Pixies/The Strokes. ¿Notan este cambio sonido de un disco a otro?

CF: Relámpago es un disco que necesitábamos sacar con cierta urgencia por una necesidad de representar lo que éramos como banda en vivo. Tal vez sea un disco más visceral, más sucio, con guitarras más abiertas. Al mismo tiempo, también es un disco de capas. Había muchas ganas de grabar y en esa ansiedad tal vez pecábamos de un exceso de barroquismo. Por suerte a la hora de mezclar, íbamos puliendo y despojando ese sonido. En Las Afueras hay otra síntesis en las canciones. Fuimos a grabar con las composiciones bastante cerradas, y en eso fue fundamental Hernán Agrasar (N.de.R: productor del disco). Buscábamos mucha precisión en los arreglos, en la ejecución y en el sonido. Estábamos muy atentos a cómo convivían esos elementos entre sí.

AZ: Desde el arte de tapa de Las afueras (2016) o en sus videos se ve una fascinación por la llanura y el paisaje rural de Ameghino. También en sus letras. ¿Qué significa para ustedes esta geografía?

CF: Tiene que ver con nuestra infancia. Es en donde crecimos. Esta imagen de la llanura aparece con insistencia por cierta nostalgia (los cinco ahora vivimos en la ciudad), y por un homenaje a las películas que nos gustan (un juego cinematográfico). Tiene que ver con que esa cotidianidad no siempre nos representaba el tedio, sino que también podía ser la puerta hacia cierto imaginario fantástico, misterioso: ponerlo en primer plano implicaba un intento de volver a ese estado de aventura. Nos gustaba la idea de contrastar esas imágenes con nuestra música, que a priori no tiene nada que ver (no hacemos folclore o country, géneros ligados a la llanura pampeana o el desierto).  En nuestros videoclips nos interesaba salir del costumbrismo y de la imagen pop, fácil, sin misterio y empezar a pensarlos como otra cosa; en donde las imágenes no sean esclavas de la música ni de vender  Nos seducía la idea de crear algo nuevo en donde la imagen fuera el exterior de la música y la música el interior de la imagen, como si fueran indivisibles una de otra.

AZ: En canciones como “El final” hay una sonoridad que remite a bandas como Bestia Bebé, The Hojas Secas, El mató o 107 Faunos. ¿Qué creen que los emparenta y qué creen que los distingue de estas bandas de la escena independiente actual?

CF: Nos emparentan muchas cosas estéticas y musicales, pero lo que nos acerca a ellos es que son pibes como nosotros, que estamos en la misma frecuencia. No sé que nos distingue. Puede ser el lugar de dónde venimos: muchas de las bandas del sello tienen esa cosa urbana que me encanta y nosotros tal vez nos distinguimos por mostrar un universo más llano, un imaginario que está con nosotros por el lugar donde nacimos. Igual no sé hasta cuándo. Hace ya bastante que vivimos en la ciudad y hay cosas que se nos pegaron y ya son parte nuestra.

AZ: Sus canciones son bien rápidas, casi punk, pero con bastante elaboración en los fraseos de guitarra (a veces más pop, por momentos casi de surf rock) ¿Cómo trabajan los arreglos de cuerdas? ¿Cómo laburan el enlace entre las guitarras de Nacho y Marcos?

CF: Es cierto lo de las bases. Creo que el hecho de que las canciones suelan ser tan rápidas tiene que ver con la manera de tocar de Manolo y que un poco marca de dónde venimos. Que las guitarras se abran un poco de esa línea es algo que nos gusta y que buscamos. Nos encanta cuando en The Clash se filtran guitarras más cercanas al rockabilly. El trabajo de los arreglos varía mucho según la canción pero suele darse de manera bastante intuitiva y simple. A veces buscamos que las guitarras se atengan a la melodía de voz o se amalgamen con los teclados y el bajo y otras veces priorizamos que ocupen un primer plano. Por lo general, tratamos de cubrir armónicamente distintos espacios y hay canciones en donde intentamos generar cierto contrapunto rítmico, pero tampoco es que tengamos la sofisticación de Television. Ojalá. Nos gustan las bandas en donde las guitarras se fusionan de tal manera que si falta una se cae toda la estantería.

Ignacio Sánchez

AZ: En su último disco consolidaron que sean tres los cantantes (Marcos, Nacho y Antonio) ¿Qué les aporta esto?

CF: Creo que matices, la posibilidad de otros colores en un mismo disco. Ahora justo estamos laburando un poco más mezclarnos con las voces. Nos cuesta pero a veces salen cosas re copadas. Otras veces también la canción está tan acabada que no hay mucho espacio para juguetear. Siempre se trata de ver qué pide la canción, que siempre pide algo. Hay que saber escucharla.

AZ: En varias entrevistas les señalan la particularidad de que sean hermanos haciendo música juntos en una banda ¿Cómo lo manejan?

CF: Somos tres hermanos pero en la banda somos cinco integrantes. La particularidad es el hecho de poder mandarte a la mierda sin filtro. O decir lo primero que se te venga a la jeta. Con los años lo hemos ido mejorando. Ya no nos decimos malas palabras (risas). Cuando reina el caos familiar aparecen Marcos y José a poner orden.

AZ: Las canciones aparecen firmadas por toda la banda. ¿Cómo manejan el proceso de composición?

CF: Hay canciones que vienen bastante armadas por alguno desde la casa. Cuando esa idea se comparte con el resto, pueden pasar varias cosas: que todo sea muy intuitivo y la canción se arme casi por arte de magia o que empiece un proceso de búsqueda, pruebas, deformación; un poco a modo de experimento. Están las que surgen en los ensayos, zapando, o las que nacen de algún arreglo simple o base que sin querer dispara el resto de la canción. El proceso de las letras es distinto, es más bien individual. Con respecto a la firma, como en SADAIC rige ese esquema individualista, lo que hacemos es firmar los cinco para repartir las monedas en partes iguales. Más allá de la cuestión económica, nos parece irrelevante que la gente sepa quién hizo tal cosa.

AZ: En “Nuestros Sueños” le dan forma a una letra luminosa, de amor casi nostálgico, adolescente. ¿Cuánto hay de nostalgia en su obra?

CF: En muchas de nuestras canciones puede percibirse la nostalgia, el amor a veces frustrado. A pesar de ello aparecen sensaciones luminosas u optimistas. Puede que vaya de la mano no con un sentimiento precisamente romántico, o de amor entre las personas como aparece en la superficie, sino que quizá va más referido a esa sensación de haber perdido ese algo que nos dio el lugar donde nacimos, como venimos diciendo, que resultó también la inspiración para nuestra estética visual (videos, tapa, titulo). Como una rara sensación de escribir desde afuera sobre algo que nos gustó y que lo perdimos, pero que a pesar de ello se transforma en una pérdida necesaria para un crecimiento integral.

AZ: Los arreglos de teclados son sutiles pero justos. ¿Cómo es el aporte de Neneko en la banda? ¿Laburan en conjunto este tipo de arreglos?

CF: Somos de ir a buscar resultados todos juntos a la sala, zapando, dejando fluir lo que va sucediendo. Pero Neneko, en particular, tiene una gran sensibilidad a la hora de resolver algunas melodías o bien descubrir qué sonidos se podrían agregar al momento de la zapada. En general, el teclado es lo último que se suma o define a una canción que va tomando forma, por esta característica suya de darle en el punto justo con lo que lo que está faltando, o lo que la canción pide (ya sea un colchón que rellena, una melodía que se acopla a la voz o se entrelaza con algún arreglo de guitarra).

AZ: ¿Qué esperan para esta nueva edición del Rucho Fest?

CF: Ir superándonos. Que los músicos estén cómodos, la gente la pase bomba, los shows sean explosivos, el clima nos acompañe, la birra este fría, que todos se quieran y muchas cosas más. Como bonus track podríamos decir que nos gusta cuando dos personas se conocen en el Rucho y terminan a los besos.//∆z

-El Rucho Fest Deluxe tendrá cita el viernes 20 de octubre a la medianoche en Ciudad Cultural Konex (Sarmiento 3131, CABA). Además de Cabeza Flotante se presentan: Malajunta, Francisca y los exploradores y Bestia Bebé. Entradas disponibles a $200 a través de Ticketek.

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