La serie Once Upon A Time se inscribe en el actual revival de cuentos infantiles reimaginados para capturar público adulto, apelando a los recuerdos de su niñez, pero actualizando las historias a los cánones de la posmodernidad televisiva.

Por Luis García Fanlo

Once Upon A Time es el cuento de Blancanieves reimaginado en un doble sentido: la historia original está saturada de personajes que provienen de otros cuentos infantiles y éstos, a su vez, viven en nuestra actualidad aunque en un pueblo de fantasía llamado Storybrooke. La serie, creada por Edward Kitsis y Adam Horowitz (ambos ex guionistas de Lost) y protagonizada por Jennifer Morrison (House MD), se destaca más que nada por su estética –en particular al representar el mundo medievalista original del cuento- y sus efectos especiales aunque argumentalmente reproduce conceptos clásicos del género fantástico sin ofrecer variantes nuevas. Luego de un comienzo flojo en audiencia, se ha consolidado como uno de los principales productos de la cadena norteamericana ABC.

El revival de los cuentos infantiles llevados al cine y la televisión recientemente (por ejemplo, Grimm), tiene que ver con la necesidad de capturar nuevos públicos consumidores que amplíen las audiencias en estos tiempos de crisis de la industria. La serie, que por estos días ha concluido su primera temporada de 22 episodios en EEUU, se emite en Latinoamérica por AXN y es bueno que los televidentes sepan que ya ha sido renovada para una segunda temporada.//z

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